Esta vez empezaré por el final:
El jueves pasado acudimos a una gala de entrega de premios en el Instituto Cervantes en Madrid para recoger el
2º Premio Nacional de Innovación Educativa de la Fundación GSD con nuestro proyecto, estamos muy agradecidos por el reconocimiento y el trato recibido. Pero realmente lo que quiero contar es la historia que hay detrás de esta foto.
Cuando organizamos cómo iríamos a Madrid a este evento decidimos llevar con nosotros a Manuel, amante de los transportes, para que experimentara su primer viaje en avión.
Llegó el dos de febrero, nuestro avión salía de Vigo a las 12:30 cuando por culpa del temporal que azotaba Galicia nos comunicaron que no podíamos salir desde este aeropuerto. La historia social de 10 páginas que habíamos elaborado para anticiparle el viaje a Manuel paso a paso se vino abajo. Para recolocar el imprevisto utilizamos libreta y rotulador, teníamos que explicarle que nos desviaban en autobús al aeropuerto de Santiago donde si podríamos coger el vuelo a Madrid.
Manuel aceptó el cambio de planes pero este imprevisto hizo que sus niveles de resistencia se quedaran bajo mínimos. Con cada inconveniente que surgía su necesidad de control sobre el ambiente aumentaba: el traslado, otro control de seguridad, las colas, las esperas, la explicación de las azafatas... al fin despegamos y vimos que Manuel disfrutaba de la sensación. El vuelo fue horrible para todos menos para nuestro pequeño que estaba realmente entusiasmado con las turbulencias y, completamente ajeno al peligro, se divertía con aquellas sacudidas en el aire. Este es un ejemplo más sobre las diferencias en la percepción sensorial
relacionadas con el sistema vestibular, a Manuel siempre le han apasionado este tipo de estímulos, otro juego que cumple para él la misma función es el
columpio.
A la llegada, cogimos un taxi con su respectivo atasco. Después de todas las complicaciones que ya llevábamos encima, gestionar la tarde de Manuel en medio de lo desconocido, hizo que desplegáramos todos nuestros recursos para regular su conducta y todos acumuláramos mucha tensión.
Finalmente conseguimos llegar sólo diez minutos antes de que empezase la entrega de premios.
Experimentar vivencias nuevas, adaptadas y planificadas, es enriquecedor para el desarrollo de los niñ@s con autismo, pero también hace que se evidencien dificultades que en el día a día están compensadas por una rutina perfectamente diseñada para arropar su comprensión y rebajar la ansiedad sobre los cambios, imprevistos y necesidad de control sobre el ambiente.
Y como ya nos conocéis y sabéis que no nos gusta dar puntada sin hilo os recomendamos el siguiente libro para aquell@s que ya estáis familiarizados con los TEA y queréis saber más sobre la ansiedad como característica central del autismo:
"La ansiedad en el autismo, comprenderla y tratarla" de Isabel Paula. Alianza Editorial. 2015
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