domingo, 25 de noviembre de 2012

Piquetes verdes




Valles y cumbres posted: "Tras el 14-N nada ha cambiado: la huelga general no hizo modificar ni un ápice las intenciones de los que gestionan temporalmente nuestros recursos, y seguimos con su estoque encima de nuestras cabezas. ¿Qué podemos hacer ante el desánimo y la impote"
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Piquetes verdes

by Valles y cumbres
Tras el 14-N nada ha cambiado: la huelga general no hizo modificar ni un ápice las intenciones de los que gestionan temporalmente nuestros recursos, y seguimos con su estoque encima de nuestras cabezas. ¿Qué podemos hacer ante el desánimo y la impotencia generalizada?
Muchos docentes se suman a la rendición: "el año pasado hice 8 huelgas y no sirvió para nada", "no lucho porque es hacerle el juego a los sindicatos", "eso es para los jóvenes, yo ya peleé hace muchos años", "no hay nada que hacer, nada sirve"... y así hasta completar una retahíla de excusas aprendidas y repetidas a diario en las salas de profesores, sirviendo de coartada para el autoengaño de inconscientes y pusilánimes (según la RAE, "Falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes"). Está comprobado que los formatos tradicionales de protesta ya no ejercen presión ni efecto alguno: si nos han cambiado las reglas del juego sin previo aviso, estamos obligados a modificar nuestra respuesta para que no nos echen del tablero. Ya lo decía Albert Einstein: "Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados".

Tras un comienzo de curso bastante apático, las reordenaciones deberían haber servido de revulsivo para la Marea Verde, pero el motor de las movilizaciones se ha quedado en ralentí: los docentes entonan el himno victimista, y ni siquiera se plantean que nadie defenderá su propia supervivencia si son ellos los primeros en rendirse. Hay quien señala con el dedo a los sindicatos argumentando que son ellos los encargados de luchar; los que piensan que los equipos directivos deberían ser los que arrancaran; los que condicionan su reacción a "la del resto del Claustro, que todos están parados" (¡¿y qué somos todos, sino "el resto del Claustro"?!); o directamente a las familias de sus alumnos. Todos tienen la solución: "que luchen ellos, y yo ya les seguiré... o no". Es un panorama desolador que va contra toda lógica: ¡los profesores deberían ocupar la primera línea de fuego!
Los tiempos ya han cambiado: justicia de pago, sanidad privatizada, educación españolizadora y segregada, democracia recaudatoria, sociedad desahuciada y multada por ejercer lo que antes eran derechos... ¿Seguimos con las huelgas, a ver qué tal nos va? ¿Y con las movilizaciones, encabezadas por unos sindicatos que se dan por aludidos tarde, mal y nunca ante los atropellos de los gestores temporales de nuestro dinero? Por extraño que parezca, a todo lo anterior respondemos que sí: es momento de unidad, de seguir luchando y aprovechar todos los elementos que sumen. Pero obviamente no debemos quedarnos ahí, haciendo siempre lo mismo: hay que empezar el cambio desde uno mismo: ¿qué puedo hacer yo para contribuir? Lo primero (y más importante) es no rendirse: esto va para largo y avisamos que será muy, muy duro. Ahí van unas cuantas propuestas que podrían servir para relanzar una Marea permanente:
  • Informar. Hay multitud de compañeros que no se mueven por internet: un vicio adquirido de los que navegamos a diario es presuponer que el resto también está informado, cuando en miles de casos solo han oido campanas aunque no saben ni dónde. Además de los mails, blogs y redes sociales también tenemos fotocopiadoras o momentos de conversación donde sacar los temas que realmente nos interesan a todos. ¿Qué tal le sentará al compañero veterano que le quiten su plaza ocupada desde hace 20 años por culpa de las reordenaciones? ¿Y al interino quedarse en el paro y que le sustituya un extranjero saltándose todo el proceso de la dura, cara y larga oposición? ¿Y al especialista de aquella asignatura que la LOMCE reducirá hasta la nada? Como vemos, a todos nos afecta.
  • Informar más. Por ley, los tutores deben "orientar y asesorar a sus alumnos sobre sus posibilidades educativas", y también "informar a los padres, maestros y alumnos de todo aquello que les concierna en relación con las actividades docentes y el rendimiento académico". Y no solo a familias y los alumnos: las AMPA, amigos, medios de comunicación, organizaciones, asociaciones... A menudo, una imagen-cartel-pancarta vale más que mil palabras, como la foto que acompaña la entrada.
profesorgeohistoria.wordpress.com
profesorgeohistoria.wordpress.com
  • Concienciar e implicar. "Cuando sale el tema del funcionariado, yo ya me callo y les doy la razón cuando nos critican". De eso nada: el artículo "Entre usted en el aula" puede dar muchas ideas para salir de esas situaciones (gracias a "Más allá de las fronteras" por haberlo enlazado): valorar la función pública es el primer paso para defenderla porque si nosotros no defendemos nuestra propia dignidad, nadie nos tomará en serio. Además, es básica la implicación: poca gente se involucrará si piensa que estos temas no van con ellos, pero es fácil transmitir que cualquier recorte a la Administración tiene consecuencia directa en el ciudadano. Hay que traducir esos recortes de manera que se entiendan: ¿qué tal "tú te quedas sin centro de salud, tus hijos sin instituto y tus padres sin residencia"?
  • Desvincular la Marea Verde de cualquier interés partidista. Esto no es una pelea PP-PSOE. Los hooligans de ambos bandos no dejarán de defender a "su" partido incluso en las situaciones más inverosímiles, algo que -por increíble que parezca- les es más prioritario que unirse a las reivindicaciones. Debemos evitar las discusiones de punto muerto, como el infantil pero repetidísimo "y ellos más, ¿no?". Tampoco hay que entender de política: esto es una lucha docente, por y para los alumnos y los profesores, así que dejemos los carnés de militante en el cajón y salgamos a defender nuestros trabajos y nuestras escuelas.
  • Presionar a los sindicatos. Deberían ser los revulsivos de la lucha, pero es necesario un cambio radical en sus planteamientos. Actualmente quedan tan pocos liberados que apenas llegan a los centros (algunos son los enlaces de un centenar de ellos: sus buenas intenciones se diluyen entre la inmensidad), y los trabajadores empezamos a ver estas organizaciones como poco más que enormes servicios de asesoramiento. Claro que siguen ayudando individualmente a sus afiliados, pero la impresión general de que las cúpulas solo miran por su propio beneficio está enraizada con mucha fuerza... por algo. ¿Qué pasa con la defensa de los intereses generales de los trabajadores? Sin embargo no hay que olvidar su capacidad de movilización, como por ejemplo en las huelgas o las asambleas: si ellos no convocan, ¿quién lo hace, salvo raras excepciones? Todavía son necesarios; ya habrá tiempo de pedir explicaciones y, sobre todo, de arrancar de cuajo las malas prácticas y los seres enquistados en sus despachos.
  • Olvidar las diferencias. No es momento de dividirnos, justo el objetivo que persiguen "los de arriba": debemos ser inteligentes y dejar aparcados los argumentos que nos distancian ("aquella un día no me cambió una sesión porque no le dio la gana", "aquel es un tal y paso de juntarme con él", "me han dicho que ese vota a cual", "desde que tuvimos un encontronazo no hemos vuelto a hablarnos", etc.). Prioricemos lo importante: dentro de 10 años no nos acordaremos de lo que nos separa, sino de lo que conseguimos juntos.
  • Levantarse del sofá. Vencer a la pereza es quizá lo más costoso, pero nadie consiguió nada tirado enfrente de la televisión. No pensemos que 2 ó 3 manifestaciones al año son suficientes. ¿Hijos? Perfecto: que vean de primera mano cómo se lucha por la libertad, que salgan a la calle para que vean la realidad y no esa cosa enlatada que emite la televisión.
  • Unirse a otras luchas. Porque la solidaridad es fundamental: ¿nos gustaría contar con el respaldo de la sociedad cuando planteemos movilizaciones o reivindicaciones? Pues empecemos por dar ejemplo: la Sanidad sufre un peligro de extinción igual o mayor que la Educación; si hacemos frente común nadie nos podrá parar. No hablamos de manifestarnos a diario y acudir a cientos de asambleas -aunque sobren motivos para hacerlo-, sino de ser coherente con las propias ideas: ¿qué cuesta acercarse a tal acto de protesta que me ha dicho Fulanito que han organizado en su trabajo? Mañana Fulanito podrá ofrecer su compañía (y la de sus amigos y compañeros de trabajo) en un encierro en tu centro.
  • Hacernos ver. Lo de la camiseta verde fue un acierto, aunque algunos la utilicen solo de cara a la galería. De cualquier forma, hay que hacerse notar: ¿qué profesor no se siente un poco menos solo cuando ve a alguien que la viste por la calle? Hay cientos de artículos simbólicos (nota: no estamos relacionados con ninguna empresa que se dedique a su mercantilización), igual de efectivos que un folio verde pegado en la luna de un coche o en la ventana de casa.
Cualquiera puede ser un "piquete verde", no hace falta dar clase: estar concienciado y actuar según tus propios principios conlleva muchos disgustos, pero a largo plazo eso no tiene precio en prácticamente todos los niveles personales. Además, ¿nuestro objetivo no es crear espíritu crítico en nuestros alumnos, prepararlos para lo que se van a encontrar fuera de las aulas e inculcarles el valor del esfuerzo? Pues esto es lo mismo, pero con otro tipo de alumnado algo más crecidito: se trata de unos claustros y una sociedad pasiva y adormilada, esperando a ser despertada por su propio bien. Para volver a movilizarse hace falta otro contagio colectivo de moral, mezclando ánimo y mucha información para llegar a la fibra sensible. Nadie dijo que fuera fácil, pero se acercan tiempos muy duros: a grandes problemas, grandes soluciones.
Valles y cumbres | 25 noviembre, 2012 en 10:49 am | Categorías: Uncategorized | URL: http://wp.me/p2PniF-36
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