Leemos en la red la carta-protesta de un padre de una niña de educación infantil porque el pasado 19 de marzo, Día del Padre, no le prepararon ningún regalo en la escuela, que él esperaba en muestra de agradecimiento por los cuidados que le dispensaba con generosidad a su hija, y que sospechaba lo mismo sucedería en el Día de la Madre.
Argumentaba este hombre que desde que recordaba siempre se había hecho así, y que en los centros a los que acudían los hijos de sus conocidos seguían manteniendo esa hermosa costumbre. Decía también que intuía que no se hacía esta actividad por la actual diversidad de familias no convencionales y/o por la ausencia de la figura paterna en muchas de ellas, algo que para él no era problema, para lo que ya había hecho las consultas pertinentes entre colectivos homosexuales, y que por otra parte, en el caso de parejas rotas, serviría para no culpabilizar más al ausente, casi siempre el padre. A su entender, este regalo sería una manera de que las criaturas manifestasen el agradecimiento para con quien se desvela por ellos.
No queremos entrar aquí en el hecho de hacer o no hacer este tipo de actividades en el tiempo lectivo. Lo único que le queremos decir a este padre es que en lo que se invierte el tiempo escolar y el esfuerzo de las docentes tiene que ver, generalmente, con el concepto que tienen de la educación, de la escuela y de la infancia. Que puede que haya profesionales de la enseñanza que no consideren la pertinencia de agradar de tal modo a un padre/madre en una fecha fijada en el calendario por, entre otras razones:
1ª Porque están ocupadas en el desarrollo de competencias –como la social y ciudadana-, y en el trabajo de contenidos bien recogidos en el currículo de educación infantil, que le ayudarán a conducirse por la vida con solvencia y autonomía, tales cómo:
-El reconocimiento de los miembros de su familia y de los vínculos existentes entre ellos (casi ningún padre sospecha lo trabajoso de esta cuestión o de otras como puede ser memorizar el nombre de pila de sus padres).
-El reconocimiento, identificación y manifestación de los sentimientos o emociones hacia esas personas allegadas.
-La valoración de la importancia de los gestos y de los afectos por encima de los elementos materiales o tangibles.
-El fomento de actitudes responsables hacia el consumo, siendo críticos con las tiranías de la publicidad del marketing.
-El desarrollo de la creatividad en sus creaciones individuales o colectivas, que por supuesto, no se consigue realizando acciones y objetos en serie.
Como puede percibir este padre, estamos hablando de objetivos educativos muy elevados y deseables en una ciudadanía madura. Algo con lo que tenemos la completa seguridad, todos los padres/madres coincidirían y anhelarían para sus hijos.
Y si ese padre, además que pensar en sí mismo y en lo que le agrada en un instante, si pensase en lo que le conviene a la formación integral de su hija, puede que agradeciese y tratase de comprender la labor que desarrolla la maestra. No tiene más que reparar en la cantidad de gestos, actitudes, hechos y conocimientos nuevos con los que cada día lo sorprende, y en los que es de suponer determinante la labor de esa maestra ingrata y descuidada que no se tomó la molestia de prepararle un regalo para una fecha tan señalada para él.
Si ese padre fuese capaz de distinguir la educación infantil de calidad, puede que no esperase que la maestra hiciese disfraces, postales, adornos, regalos y otras manualidades.
Si ese padre quiere tanto a su hija es de suponer que preferirá a alguien que la vaya formando para ser capaz de pensar, enjuiciar, argumentar, valorar y apreciar, a alguien que la convierta en un ser que realiza trabajos en serie idénticos a un prototipo fijado y que da muestras afectivas marcadas por un calendario comercial.
Lo dicho, una vez más estamos hablando de lo que queremos que sea la escuela infantil en la vida de los niños/as, y esas expectativas siempre se van a corresponder con las creencias y modelos que cada quien tiene en la cabeza. Y modelos hay muchos, pero no todos valen ni producen los mismos efectos.
Nuestras disculpas para aquellos que esperan que la escuela sea como un taller clandestino de trabajo en serie para una gran multinacional, porque nosotras seguiremos tratando de hacer aflorar lo mejor de cada niño y niña, no de reproducir sujetos según normotipos.
Estimado padre, que no le cuenten cuentos; estas son las verdaderas razones por las que hay maestras que no hacen regalos en serie para padres y madres en días marcados por el comercio.
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