miércoles, 15 de mayo de 2013

Déficit de atención/inatención

Déficit de atención/inatención


Posted: 13 May 2013 04:53 PM PDT

Tomás J. Cantó , Psiquiatra Infantil

Hace menos de una semana, el padre de un paciente me llamó porque en el colegio de su hijo, el tutor le había dicho exactamente esa frase.
Creo que es fácil imaginar el desconcierto, la rabia, y la angustia de los padres de este niño ("mi mujer está llorando desconsolada", me decía en un email posterior). Y tampoco creo que sea difícil hacerse una idea de la tesitura en que nos colocó a todos.
Hagamos un análisis de los cuatro actores de esta situación. En primer lugar está el niño, que evidentemente tiene un problema, pues de lo contrario no estaría en la consulta. En segundo lugar están
los padres del niño, que en este caso llevan años visitando distintos médicos, pues no encuentran solución a los problemas de su hijo. En tercer lugar me encuentro yo (o cualquier otro médico), que como se comprenderá no tengo ningún interés en realizar diagnósticos al tun‐tun. Y en cuarto lugar, se encuentra el maestro, que tiene una visión muy distinta a la que tenemos padres y profesionales de lo que sucede con este menor, y así lo dice.
Por mucho que yo me esfuerce, suena a declaración de guerra, ¿verdad?
La historia demuestra que precisamente así han comenzado muchas disputas (aunque no todas), con malentendidos. Porque eso es lo que yo creo que ocurre en este caso: un malentendido.
¿Por qué si no un maestro, que no es un profesional sanitario, se atrevería a decir semejantes cosas? Tengo claro que el único interés de este tutor es el bienestar del niño. Que desde su punto de vista los problemas que se suceden, tanto en casa como en el colegio, derivan de un origen que no es explicable por la patología diagnosticada. Y que, por lo tanto, en su opinión todas las indicaciones que demos desde la clínica no pueden conducir más que a un fracaso absoluto. Se encuentra, sin duda, en la obligación moral de advertir del error.

¿Pero cuál ha sido la consecuencia? Un empeoramiento de la situación. Ahora hay bandos, y en el medio de ellos: el niño.
¿Cómo solucionarían ustedes esta situación? Es igual de importante, ¿cómo podemos prevenir que sigan sucediendo hechos como éste?

En mi opinión sólo hay una vía: con una buena comunicación. Los psiquiatras, como ya comentaba en el post La angustia de la primera visita, tenemos que practicar más y mejor la educación sanitaria. No tenemos que dar por hecho, que lo que para nosotros es evidente, también lo es para la mayoría de la población. Hemos de implicarnos más en los cursos de formación del profesorado y en las charlas divulgativas de las asociaciones de pacientes. Deberíamos, en resumidas cuentas, coordinarnos mejor con aquellas otras organizaciones e instituciones que también procuran por el futuro de nuestros hijos.
En algunas partes de España, esta coordinación ya ha sucedido, y fruto de ella se han aprobado en las cámaras regionales y autonómicas protocolos conjuntos entre Sanidad y Educación que
garantizan, por ejemplo, que los niños afectos de TDAH reciban la mejor atención posible por parte de los profesionales de ambos colectivos.
En otras, todavía estamos esperando, pero mientras llega, lo mejor que podemos hacer es, con humildad, dedicarnos a nuestros zapatos.


Fuente:
http://www.tdahytu.es/
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