Posted: 22 May 2014 09:05 AM PDT
Emmy Noether fue una de las grandes matemáticas de la historia. Alabada por genios como Einstein, Emmy se hizo un lugar en la comunidad científica de principios del siglo XX cuando las mujeres ni tan siquiera tenían derecho a acceder a los estudios universitarios. Pero, a pesar de haber formulado teorías determinantes para las matemáticas y la física, Emmy Noether tuvo que luchar toda su vida para conseguir el lugar que se merecía.
Una saga de matemáticos
Amalie Emmy Noether nació el 23 de marzo de 1882 en la ciudad bávara de Erlangen, Alemania, en el seno de una familia judía. Su padre, Max Noether, era profesor de matemáticas en la Universidad de Erlangen y su madre, Ida Kauffmann, era una mujer de la burguesía acomodada de Colonia. Emmy era la mayor de cuatro hermanos y formaba parte de una familia de matemáticos de varias generaciones.
En 1889 Emmy inició sus estudios en la Höhere Töchter Schule, en su ciudad natal, donde permaneció hasta 1897. Tres años después, aprobó con muy buena nota el examen para poder ejercer como profesora de idiomas. A pesar de que ese era uno de los pocos destinos profesionales a los que una mujer podía aspirar, el de maestra, Emmy nunca se sintió atraída por la posibilidad de convertirse en profesora de lenguas.
Una estudiante extraoficial
Aprovechando la oportunidad excepcional que le brindaba el hecho de tener a su padre como profesor en la Universidad, Emmy empezó a asistir a sus clases aunque de manera extraoficial, pues en aquellos primeros años del siglo XX las mujeres no tenían acceso a una matrícula universitaria. Tres años después accedía a la Universidad de Gotinga, en las mismas condiciones académicas, de manera extraoficial. Allí Emmy decidió especializar sus estudios en las matemáticas. En 1907 presentaba su tesis doctoral Sobre la construcción de los sistemas formales de las formas ternaria bicuadrática.
Durante siete años, Emmy Noether trabajó como profesora en el Instituto de Matemáticas de Erlangen, a menudo sustituyendo a su propio padre, pero sin recibir un sueldo, por su condición femenina. En aquellos tiempos, además de su faceta como profesora, Emmy trabajó con algunos de los principales científicos del momento, formuló importantes teorías y redactó estudios sobre álgebra.
En 1915 volvió a Gotinga donde impartió clases en la Universidad, de nuevo sin ser titular, sino como ayudante de otros profesores y recibiendo, además, el desprecio de algunos estudiantes y académicos que no veían con buenos ojos la presencia femenina en un templo del saber.
En 1918 formuló el teorema que recibiría su nombre, debido a la gran importancia que supuso para la física moderna y que algunos científicos pusieron a la misma altura que el Teorema de Pitágoras.
En los años posteriores, Emmy Noether viajó a Rusia donde trabajó con científicos rusos en la Universidad Estatal de Moscú. En 1932 recibió junto a Emil Artin el Premio Ackermann-Teubner Memorial por su dedicación y gran contribución a las ciencias matemáticas. Un premio que le supuso ganar un dinero que le fue de gran ayuda, pues hasta entonces había vivido de la ayuda facilitada por su familia. Aquel mismo año viajó a Zúrich donde participó como conferenciante en el Congreso Internacional de Matemáticos.
Rumbo a América
El éxito académico y científico de Emmy se vio truncado con la llegada del nazismo y la expulsión de los judíos de todos los lugares públicos, incluidas las universidades. Emmy decidió entonces aceptar la oferta del Bryn Mawr College, Pensilvania, en los Estados Unidos. A pesar de que en el otro lado del mundo, Emmy también recibió algún desprecio por parte de algunos profesores y científicos, su vida transcurrió tranquila y feliz hasta que un tumor truncó su existencia.
En 1935 le fue diagnosticado un tumor pélvico y un quiste ovárico que terminaron con su vida el 14 de abril de aquel mismo año. Sus cenizas fueron depositadas en la Biblioteca de la M.Carey Thomas Library de Brun Mawr. Su legado científico fue desde entonces reconocido en todo el mundo.
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