UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 07 Nov 2014 11:21 PM PST
Los ácidos nucleicos (ADN y ARN) ya se conocían desde casi un siglo antes. El 19 de marzo de 1953 Francis Crick escribió una carta de siete páginas a su hijo que estaba interno en un colegio. La misiva empezaba «Mi querido Michael, Jim Watson y yo hemos hecho probablemente un descubrimiento muy importante…. Nuestra estructura es muy hermosa…». Watson, Crick y Wilkins compartieron el premio Nobel en 1962 «por sus descubrimientos en relación con la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su significación para la transferencia de información en los materiales vivos». Ha habido una intensa controversia sobre si Watson y Crick «robaron» los datos de Franklin y luego no la incluyeron en su famosa publicación. Rosalind les había dado información directamente de cómo los azúcares y fosfatos tenían que estar en el exterior de la molécula mientras que Linus Pauling había presentado un modelo equivocado con las cadenas en el interior y las bases nitrogenadas apuntando hacia fuera. Por otro lado, tampoco iba Wilkins que era amigo personal de Crick y luego ambos, Franklin y Wilkins hicieron sus propias publicaciones. El ADN se vio que contenía la información para construir proteínas y las proteínas son los ladrillos y las herramientas de todas las células. Todas las células del cuerpo humano tienen el mismo ADN y en teoría pueden hacer cualquier proteína. Posteriormente se ha visto que en cada célula y en cada momento solo se expresan unos genes u otros. También se vio posteriormente que además de genes codificadores de proteínas hay muchas otras secuencias que no realizan esta función. Al principio se consideró ADN basura, restos de la evolución pero luego se ha demostrado que muchos segmentos de ADN tiene importantes funciones regulatorias. A menudo relacionamos los genes únicamente con nuestro aspecto físico: el color de nuestros ojos, nuestra piel o nuestro pelo, pero los genes son también el centro de todo aquello que nos hace humanos: nuestra capacidad de hablar, de soñar, de recordar o tocar un instrumento. Muchos aspectos de nuestro comportamiento están definidos en nuestra genética. Cada célula humana tiene 23 parejas de cromosomas, incluyendo una pareja de cromosomas sexuales (XX en las mujeres y XY en los hombres). Cada miembro de la pareja de cromosomas proviene de uno de los progenitores, por lo tanto heredamos la mitad de nuestros genes de nuestro padre y la mitad de nuestra madre. Para sintetizar una proteína, una molécula parecida al ADN llamada ácido ribonucleico (ARN) realiza una copia del código de un gen. Algunos genes hacen proteínas que son importantes para el desarrollo temprano del cerebro durante el desarrollo embrionario. Por ejemplo, el gen ASPM codifica una proteína que es necesaria para generar nuevas neuronas en el sistema nervioso del embrión. Si este gen está alterado, se puede producir una microcefalia, una condición en la que el cerebro no produce suficientes células y su tamaño es menor de lo normal. Otros genes se encargan de dirigir la fabricación de neurotransmisores, canales, transportadores, receptores, … los elementos básicos de la transmisión nerviosa. Finalmente, otros genes codifican proteínas que actúan como la brigada de mantenimiento, haciendo que todo el tejido nervioso esté en perfecto estado de funcionamiento. El conocimiento de la genética abrió la puerta a la comprensión de algunas enfermedades neurológicas. El ADN se replica cuando las células se dividen haciendo normalmente una copia exacta de sí mismo. Los errores en el proceso de replicación pueden generar alteraciones en la secuencia de nucleótidos del ADN formándose lo que se llaman mutaciones. Una mutación puede causar que una proteína esté alterada, tan solo por el cambio de una letra en la secuencia, generando en ocasiones problemas graves. Así, el gen SOD1 codifica una proteína que defiende a las neuronas del daño en su ADN. El genoma es el catálogo completo de los genes de una célula o un organismo. Cada célula contiene todo el genoma completo, que muestra diferencias puntuales en cada ser humano, por eso no hay dos personas exactamente iguales. En 1972 se leyó por primera vez la secuencia de un gen, en 1976 se leyó el primer genoma, el del virus MS2, que tiene 3.569 nucleótidos, en una cadena única de ARN, que codifica únicamente 4 proteínas y en 1977 el del primer virus de ADN, el bacteriófago phi-X174, que tiene un total de 5.386 nucleótidos que codificaban 11 proteínas. Pasaron casi veinte años hasta que en 1995 se consiguió secuenciar el genoma de una bacteria, el Haemophilus influenzae, responsable de distintas enfermedades como meningitis, neumonía y otras. Su genoma tiene 1.830.140 pares de bases y contiene 1.740 genes. El primer genoma de un eucariota en ser secuenciado fue el de la levadura de la cerveza, Saccharomyces cerevisiae y se completó pocos meses después. En sus 16 cromosomas había 12.156.677 pares de bases que incluían 6.275 genes. Pero todos soñaban con conocer el genoma de nuestra especie, el genoma del hombre. El Proyecto Genoma Humano fue un acuerdo internacional que ha sido la mayor colaboración científica de la historia e iba dirigido a secuenciar los 3.000 millones de pares de bases que contienen nuestros 46 cromosomas. El primer director fue James Watson, el mismo que casi 40 años antes había descubierto la estructura del ADN. Watson lo dejó dos años después por discrepancias con el nuevo director de los Institutos Nacionales de la Salud. De hecho, siempre ha sido alguien polémico y dispuesto a dejar muy claras sus ideas. Ha conseguido enfadar con sus declaraciones a los homosexuales, a los obesos, a los irlandeses, a los negros y a las mujeres. A sus colegas académicos les define en su autobiografía con epítetos como «dinosaurios», «fósiles», «mediocres», «gente que había sido algo», etc. Lo suyo no era lo políticamente correcto: mientras era catedrático en Harvard impulsó una declaración de su departamento requiriendo al gobierno «la inmediata retirada de las tropas americanas en Vietnam» pero tampoco contentó a los progresistas explicando años después que «di la espalda a la izquierda porque no les gusta la genética, porque la genética implica que a veces en la vida fallamos porque tenemos malos genes. Ellos quieren que todos los fallos en la vida se deban a la maldad del sistema». Para afrontar el Proyecto Genoma Humano se organizó un consorcio inicial de 20 universidades en cinco países (EEUU, Reino Unido, Japón, Francia, Alemania y China) a los que se fueron uniendo otros grupos de investigación por todos los países desarrollados. El estudio de la expresión génica en el sistema nervioso encontró que aproximadamente un tercio de esos 30.000 genes se expresan en el cerebro. Ningún otro órgano del cuerpo expresa una proporción tan alta. Los genes controlan el desarrollo del cerebro y el funcionamiento del cerebro maduro y al final, cómo nos comportamos. De esos genes, más del 90% se expresan únicamente en algunas regiones cerebrales o en algún momento del desarrollo, ayudando a crear la complejidad del cerebro. Por otro lado, las variaciones en sexo, grupo étnico o individuo, aunque pueden ser más de un millón y medio de variantes tienen poco impacto sobre la estructura cerebral que es llamativamente parecida en todos los seres humanos. Con respecto a las enfermedades y trastornos mentales, donde se han encontrado más de 1.000 diferentes hasta el momento, se ha visto que los mismos genes pueden influir en varias de ellas. Así, el autismo, el trastorno de hiperactividad con déficit de atención, el trastorno bipolar, la depresión y la esquizofrenia, tienen afectados los mismos cuatro lugares cromosómicos, incluyendo variantes de riesgo de dos genes que regulan el flujo de calcio al interior de las células. Ya hemos hablado de Watson pero ¿qué fue de Crick? Crick siempre había buscado grandes temas para su trabajo. Su primer objetivo fue entender cómo la materia no viva se transformaba en materia viva. Por eso fue pasando de la Física a la Biofisica a la Biología. Sus conocimientos de la cristalografía de rayos X, de la fuerza de los enlaces covalentes dobles, de las proporciones entre las bases nitrogenadas o las distancias moleculares fueron clave para el modelo del ADN. Jacques Monod, el biólogo francés ganador también del Nobel, dijo «Nadie descubrió o creó la biología molecular. Pero un hombre dominó intelectualmente todo el campo, porque era el que más sabía, el que más entendía. Francis Crick». Para leer más: Dahm R (2008) Discovering DNA: Friedrich Miescher and the early years of nucleic acid research. Human Genetics 122 (6): 565–581. http://www.genome.gov/11006943 http://www.dailymail.co.uk/news/article-2307459/Worlds-expensive-letter-Francis-Cricks-note-announcing-DNA-model-discovery-son-sells-5-3M.html http://www.economist.com/news/science-and-technology/21630958-new-chart-bodys-composition-balls-and-brains http://www.nimh.nih.gov/news/science-news/2011/our-brains-are-made-of-the-same-stuff-despite-dna-differences.shtml |
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