No soy persona a la que guste sumarse a causas para quedar bien. Tampoco me ha gustado nunca decir que por dar una determinada cantidad de dinero a una organización soy mejor o peor persona que alguien que no lo da. Jamás, tampoco, he querido usar el blog para, supuestamente, colaborar con causas educativas ni, tan sólo, ofrecer la posibilidad que algunas de ellas estuvieran reflejadas en el mismo. Lo que sí que voy a hacer hoy es dar mi apoyo, desde este humilde blog, a un compañero. Compañero que conozco de hace tiempo por las redes. Compañero que vive con una persona maravillosa (bueno, ahora ya son dos) y que, a pesar de discrepar en ocasiones, tengo meridianamente claro que, de lo único que no se le puede acusar, es de intentar hacer su trabajo lo mejor posible. Y ese intento siempre demuestra valor porque, todos sabemos, que el aula es complicada. Que tenemos que lidiar con cientos de alumnos y padres. Que, es inevitable, hacerlo bien para unos y mal para otros pero, lo que jamás nos podrán quitar a la mayoría de docentes, es la querencia en hacerlo bien.
Ayer Tomás Hernández Giménez (
@tohegi) publicó en su perfil de Facebook lo siguiente...
No hay derecho a hacer sentir a una persona (sea o no docente) lo siguiente. No se trata sólo de su labor docente cuestionada por inspección educativa basándose en una entrevista con dos madres (ya me gustaría que inspección -como organización- tuviera la misma deferencia con sus compañeros docentes). Se trata de la formas. De la necesidad de dar la sensación de... "como es incómodo para el centro vamos a obviarle como compañero" (hablo por la reacción que se infiere de la dirección del
centro). De tener paradigmas establecidos que, supuestamente e incluso que lo digan sentencias del Tribunal Consitucional (que avala la libertad de cátedra y el uso de los materiales que desee el docente), pueden llegar a ser cuestionados por "no ser habituales". De, lamentablemente, dar la sensación de que, como siempre, lo único que parece que interese a la administración educativa es apagar fuegos y que las cosas no trasciendan. Porque, sinceramente, esto es lo que cualquier persona puede deducir de lo que dice Tomás.
Se ha de ser muy valiente para publicarlo abiertamente en las redes sociales. Se ha de ser muy valiente para darme la autorización de publicar, aún más en abierto que en su perfil de Facebook, su situación laboral. Una situación que dista mucho de la ideal para aquellos a los que nos quedan dos días para dar por finiquitado el curso. Una situación que no es deseable para nadie.
Un fuerte abrazo Tomás. A ti, a Aida y a lo otro más importante de tu familia. No hay derecho. Todo mi apoyo para ti y tu familia. Espero lo mejor y cuenta conmigo, para dentro de mis limitadas posibilidades, ayudarte en lo que pueda.
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