UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 02 Jun 2015 12:28 AM PDT
Distintos psicólogos han considerado que los humanos discurrimos usando dos sistemas mentales: El sistema 1 es rápido, intuitivo y no requiere esfuerzo mientras que el sistema 2 es lento, analítico, deliberado y en ocasiones corrige al sistema 1. Para explicarlo, conteste por favor estas tres sencillas preguntas:
Sus resultados contradicen muchas teorías económicas modernas que suponen que la racionalidad prevalece en las decisiones humanas y, por el contrario, piensa que hay errores humanos comunes que nacen de sesgos incrustados en nuestro cerebro. Kahneman desarrolló la teoría de las perspectivas (prospect theory) que en palabras sencillas implica que en un entorno de duda, los individuos tomamos decisiones que se alejan de lo que basándonos simplemente en los datos probabilísticos deberíamos concluir, de lo que una máquina haría. Un ejemplo es la llamada aversión a la pérdida. En un juego de apuestas valoramos más un aumento de probabilidad del 90% al 100% (de muy probable a seguro) que nos garantice que no perdemos a uno que suponga pasar del 40 al 60%, aunque el aumento de nuestras probabilidades —un 20%— sea más sustancial. Kahneman piensa que todos nosotros nos identificamos con el sistema 2, creemos que somos personas conscientes, racionales, con firmes principios, que tomamos decisiones fundamentadas en el raciocinio y el buen criterio. La realidad es que somos vagos y el sistema 1 está al mando gran parte del tiempo, originando primeras impresiones de alguien que acabamos de conocer, diseñando sentimientos y emociones y funcionando de una manera casi automática, de manera automática, instintiva. Mientras, el sistema 2 está adormilado, sin prestar mucha atención. Solo cuando el sistema 1 se siente en problemas avisa al sistema 2 para que despierte y se ponga al timón. En teoría, esta separación de tareas o de niveles de implicación cerebral funciona bastante bien pero la realidad es que el sistema 1 comete muchos errores, a menudo de forma sistemática y somos menos seres racionales de lo que creemos. Así, para Kahneman, los humanos somos sistemáticamente ilógicos. La evolución nos ha animado a reaccionar rápidamente a una situación nueva pero eso puede hacer que nuestra respuesta sea del tipo «lucha o huye» mientras que una evaluación más sosegada nos podría animar a una respuesta más positiva, a tomar una decisión mejor fundamentada, a explorar alternativas o negociar. Kahneman, cuyo trabajo ha sido estudiado por muchas empresas interesadas en mejorar sus ventas ha visto que la gente compra más latas de fabada cuando el cartel dice «máximo 12 por cliente» que cuando no pone nada. El sistema 1 decide que hay que responder a una posible escasez y el sistema 2 no avisa que echando cuentas las latas van a caducar antes de que tengas tiempo de tomártelas. Kahneman decía que en realidad no creía que fueran dos sistemas —algo en lo que coincido— pero que era una forma sencilla de exponerlo, como un psicodrama entre dos personajes ficticios. Casi todo lo que hacemos son actividades para las que hemos desarrollado una habilidad, estamos habituado y eso incluye hasta las actividades rutinarias. Si decimos cuánto es 2 más 2, no tenemos que calcularlo sino que el sistema 1 nos lo saca directamente de la memoria, pero si decimos cuánto es 7 por 12, no nos viene ningún número a la mente, hay que calcularlo. Y al hacer ese cálculo mental, las pupilas se agrandan, el ritmo del corazón se acelera y es que el sistema 2 se ha puesto a funcionar. Evidentemente sería conveniente que el sistema 2 se activara más a menudo y no dejara tantas decisiones en manos de nuestra «intuición», «instinto» o como queramos llamar al sistema 1. Alter y su grupo plantearon una forma de estimular al sistema 2 que es que la propia cuestión a resolver requiriese al sistema 2 pero no por su fondo sino por su forma. Así, según estos autores el sistema 2 se activaba si la pregunta era difícil de leer, por usar una fuente extraña o una reproducción de baja calidad. Usaron una prueba llamada el Cognitive Reflection Test o CRT, diseñado por Shane Frederick de la Universidad de Yale para distinguir respuestas «viscerales» de respuestas racionales. Este test valora una habilidad cognitiva específica, la de suprimir una respuesta espontánea, intuitiva y equivocada en favor de una reflexiva, pensada y correcta. Es el test que he puesto al comienzo del post y las respuestas las tiene al final. Los investigadores realizaron varios experimentos que incluían que las preguntas del CRT estuvieran escritas con diversas fuentes (tipos de letra) o con fuentes degradadas, difíciles de leer. Según Alter y su grupo los resultados mejoraban en estas condiciones; es decir, a mayor dificultad en la forma, en como estaba el test presentado o escrito, mejoraba los resultados sobre el fondo, aumentaba la puntuación. Parecía que si hacíamos que nuestro cerebro trabajase más, tener que esforzarse simplemente para leer la pregunta, el resultado se reflejaba en la nota final. Estos resultados fueron asumidos por dos personas con una enorme audiencia: el propio Daniel Kahneman y Malcolm Gladwell. En 2011 Kahneman publicó un libro titulado Thinking, Fast and Slow que resume una buena parte de sus investigaciones y que se convirtió en un best seller. En su libro, Kahneman incluía los resultados de Alter y su grupo indicando «el 90% de los estudiantes que vieron el CRT con una fuente normal hicieron al menos un error en el test, pero la proporción cayó al 35% cuando la fuente era apenas legible. Lo has leído correctamente: los resultados eran mejores con una fuente mala». La segunda persona que recogió los resultados de Alter y su grupo fue Malcolm Gladwell, periodista, sociólogo y escritor de enorme éxito. Gladwell trabajó durante diez años en la sección de ciencia de The Washington Post y de ahí pasó al New Yorker. También le llamaron la atención estos datos y escribió en su libro David y Goliath
El CRT es realmente difícil. Pero he aquí la cosa extraña. ¿Sabes la forma más sencilla de incrementar los resultados en el test? Hacer que sea un poco más difícil. Los psicólogos Adam Alter y David Oppenheimer lo hicieron hace unos pocos años con un grupo de estudiantes de la Universidad de Princeton. Primero les pasaron el CRT de la forma normal y los estudiantes sacaron 1,9 sobre 3. Está bastante bien, aunque claramente por debajo de los 2,18 que sacaron los estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Entonces Alter y Oppenheimer imprimieron las preguntas de test utilizando una fuente que era realmente difícil de leer. ¿La puntuación media esta vez? 2,45. De repente los estudiantes lo estaban haciendo mucho mejor que sus colegas del MIT.
Un tiempo después, algunos profesores intentaron hacer esa prueba sencilla con sus estudiantes y encontraron que los datos no casaban. Al final un grupo de investigadores incluyendo a Frederick, el que diseñó originalmente el CRT, hicieron un metanálisis incluyendo datos propios y los de 16 artículos anteriores que habían intentado replicar los resultados de Alter y su grupo. Su conclusión fue que no encontraban diferencias en la puntuación, las fuentes poco nítidas alargaban los tiempos de respuesta pero no había evidencia de que activaran el razonamiento analítico. Los resultados de la prueba eran los mismos con una fuente cómoda de leer y con una menos legible (Haettenschweiler). Las investigaciones subsiguientes confirmaron que presentar las preguntas en un formato difícil de leer no mejora los resultados.El artículo original de Alter y su grupo se basaba en 40 personas. El artículo de Meyer y su grupo sumaba un total de 7.000 personas analizadas. Los resultados fueron
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