Este curso ya son la totalidad de los centros españoles los que están trabajando con la LOMCE en algunos de sus cursos. A día de hoy, después de múltiples manifestaciones contrarias a ese articulado legislativo y, después de unos meses de trabajo en los que "ya estamos en la LOMCE", nos encontramos en que los cambios legislativos han tenido una afección nula en nuestras aulas.
Sí, la mayoría de nuestras aulas se siguen rigiendo por el libro de texto, ha cambiado algo la distribución de las asignaturas y, por desgracia, algunos docentes han tenido que ir saltando de centro en centro o adaptándose para dar asignaturas en las que no se sienten cómodas (bueno, sinceramente, lo mismo que paso con la LOGSE en su momento). Más allá de lo anterior, a día de hoy no he visto ningún cambio apreciable. Bueno, incluiría en lo anterior, que hemos tenido que renovar las programaciones -o sea, hemos tenido que buscar alguna editorial para pirateársela y poder entregársela a un inspector que jamás va a poder leer las miles de hojas que se le entregan curso tras curso-. Más allá de ello y de repetirnos continuamente que la LOMCE es una mala ley educativa, segregadora y que avala intereses económicos neoliberales, no he sabido encontrar ninguna diferencia apreciable en las caras de los alumnos o en los claustros. Quizás es que, por suerte, las leyes educativas tienen una afección nula en las aulas. Quizás es que, como todas las leyes educativas están basadas en criterios ideológicos, al final en el día a día tienes que adaptarte a lo que tienes. Y lo que tienes no lo marca una ley. Lo que tienes viene marcado por situaciones contextuales y familiares.
Fuente: Twitter
Ayer se
votó por la mayoría del Congreso paralizar la implantación de la ley. Algunos, en sus redes sociales, ya daban exclamaciones de euforia más o menos contenidas. Ilusos. Ni entienden que no se puede paralizar una ley cuando no se gobierna -incluso que sea en funciones- ni, más allá de la votación para satisfacer a sus votantes, entienden que el Senado, controlado por los "otros", va a retrasar dicha paralización hasta el infinito y más allá. Lo siento, a mí el espectáculo mediático no me va. Y esto de paralizar una ley para volver a la anterior y, en un futuro, con todos los miembros de la comunidad educativa, montar una ley maravillosa ya es algo demasiado visto.
Pero volvamos a la reflexión inical. A las leyes que no cambian nada. A asignaturas que aparecen y desaparecen. A mantener los intereses personales de unos u otros sin pensar en los alumnos. Y, sinceramente, cuando un ve las razones que se esgrimen para ir en contra de una ley educativa -y no me refiero sólo a lo de la LOMCE- da la sensación que lo único que interese sea defender chiringuitos muy personales. Algo que no me va.
Hablando de otra cuestión relacionado con la LOMCE. ¿La LOMCE impide usar estrategias educativas diferentes a las de toda la vida? ¿La LOMCE impide trabajar por proyectos? ¿La LOMCE impide la posibilidad de aumentar, dentro de las horas de la libertad de configuración de algunas asignaturas por parte del propio centro educativo, priorizar determinadas cuestiones? Yo creo que no. Lo que pasa es que, como siempre sucede, lo cómodo es criticar ideológicamente sin ponerse a leerla. Casi ningún docente se leyo la LOGSE en su momento, la LOCE ni los suyos, la LOE muchos menos y, por desgracia, la lectura de la LOMCE ha sido sobre la base de titulares interesados de los medios que la defienden o que la denostan. Y así no puede juzgarse nada. Menos aún una ley educativa que a efectos prácticos no ha cambiado nada.
Pongamos un poco de sentido común en el asunto educativo y dejémonos de jugar a culpabilizar de todos los males a terceros. A mí me importa tres pimientos como se llame la nueva ley que van a montar los que ahora critican la LOMCE -una ley, seguramente, igual de lamentable que cualquiera de las anteriores-. A mí realmente lo que me interesa es que se invierta con sentido en educación, que se reviertan los recortes, que se incremente la dotación de profesorado para atender al alumnado con necesidades educativas especiales, que haya unas infraestructuras en condiciones, que se apoye a esos alumnos que tienen más facilidad para que puedan llegar aún más lejos, que se fomente la participación de las familias, que se vuelva todo mucho más democrático, que se reduzca la burocracia, que... en definitiva se priorice el sentido común.
No es que no me importe la imposición por decreto de una nueva ley educativa. Una ley educativa, de la que he comentado en más de una ocasión que no me gusta y que, en cuanto al tema de las reválidas como sistema exclusivo de evaluación, me parece demencial. Lo que realmente no va a importar es nada de lo que lleva asociado para nuestros alumnos ya que, como todas, en lo único que no piensa es en lo que va a pasar dentro de las aulas ni en las peripecias que más de uno va a tener que hacer para no cambiar NADA.
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