domingo, 15 de mayo de 2016

Creer en fuerzas de la luz y de la oscuridad es muy poco educativo



Jordi Martí publicó:"Creo que, por desgracia, los debates educativos se han convertido en una necesidad de otorgarse el título de buenos y malos (o, como se postula en el artículo, entre fuerzas de la luz y de la oscuridad). Representaciones y luces diferentes para defender l"

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Creer en fuerzas de la luz y de la oscuridad es muy poco educativo

by Jordi Martí
Creo que, por desgracia, los debates educativos se han convertido en una necesidad de otorgarse el título de buenos y malos (o, como se postula en el artículo, entre fuerzas de la luz y de la oscuridad). Representaciones y luces diferentes para defender los pensamientos inmovilistas de unos y de otros. Sí, cada vez hay menos docentes o personas relacionadas con la Educación que se escapen de autoasignarse pertenecer a las fuerzas de la luz. Sí, caballeros jedi que, ni tienen en cuenta que no todo es tan maravilloso en los postulados que defienden ni tampoco todo es tan ruin en los postulados de los demás.
Supongo que, a veces, los peores defensores de la heterogeneidad ideológica son los que consideran que no hay más ideología que la suya. Y en un campo de batalla tan ideológico como es el educativo hay muchos que están encontrando esa necesidad vital de pertenecer a un determinado clan. Clanes que, lo único que hacen es pervertir un debate educativo para convertirlo en una lucha sin cuartel para ver quién es más puro. Pureza que sabemos que no existe en las aulas porque, como he dicho en más de una ocasión, el buen docente es aquel que es capaz de conseguir combinar en su faceta profesional cosas más "innovadoras" o más "tradicionales". Un docente que no debería tener clan y, aún menos, permitir que nadie le dijera que sólo va a ser un buen profesional si hace las cosas de una determinada manera.
El párrafo anterior es producto de la reflexión tras haber leído un artículo publicado por Fernando Savater donde defiende un modelo educativo basado, como postulan muchos, en la necesidad de defender la doctrina de siempre basada en un aprendizaje comme il faut. Sí, docente transmisor de conocimiento alejado de lo que postulan otros muchos en la actualidad de convertir la Educación en algo más lúdico y emocionante. Bueno, no creo que sea exactamente esto lo que quiere transmitir en el artículo pero, para sostener la tesis de mi redactado, me sirve.
Hay muchos que defienden dicha postura educativa. Entre otros José Antonio Marina (qué os voy a contar de alguien del que he hablado en más de una ocasión para criticar su idea de evaluación docente y, ahora, poner sobre la tarima su último proyecto para solucionar todos los problemas educativos), Alberto Royo con su libro, Ricardo Moreno y otros muchos, quizás menos mediáticos, que también están postulando acerca de un tipo de Educación más tradicional y modelos basados en evaluaciones periódicas para controlar qué se está aprendiendo.
Debo reconocer que no me gusta, tal y como he expresado en múltiples ocasiones, el modelo que propugnan. Debo reconocer que mi visión educativa es muy diferente a la que esos personajes -no, no le doy connotación peyorativa a la palabra- tienen acerca de lo que debería suceder en el aula. Y, a pesar de ello y criticar ampliamente la misma, reconozco que no todo es cuestión de blancos y negros. Que hay muchos matices. Que es necesario que esos personajes existan. Que es imprescindible para aquellos que creemos en la heterogeneidad ideológica -y, por tanto, educativa- que haya personas que piensen como nosotros y otras que no lo hagan. Que no es cuestión de fuerzas de la luz o de la oscuridad. Que los debates son siempre productivos y, más aún, si se dan correctamente. Debates que nunca se han escatimado por parte de Marina, Royo y otros defensores de ese modelo educativo. Algo que dice mucho bueno de ellos a nivel humano y profesional. Sí, conviene decir que los que defienden ese tipo de modelos no son gaseables o pertenecientes a las fuerzas de la oscuridad como defienden algunos. Son personas con las que se puede discrepar con las que no coincidimos en nuestra visión de Escuela. Pero bueno, es lógico porque, ¿quién coincide en las visiones educativas con sus compañeros de Claustro? Cada uno tenemos una forma de ver las cosas y, al final, lo que hacemos es adaptarnos a nuestro día a día. Sí, podemos y debemos cuestionar determinadas prácticas pero, de ahí a pretender que todo el mundo piense como nosotros va un largo trecho.
Fuente: Twitter
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Lo mismo podríamos decir de quienes critican a los "innovadores" por el simple hecho de serlo (otra cuestión es la crítica a la venta de determinadas soluciones milagrosas, a escapismos varios o al negocio que se está montando a su alrededor). Esos que están intentando establecer, a la vista que lo que había en las aulas no les funcionaba, nuevas estrategias metodológicas. Sí, tan malo es querer jugar a disponer en un tablero a los buenos y a los malos cuando la perspectiva se realiza desde uno u otro lado. Eso sí, en este caso, la situación es algo más compleja porque resulta que, no sé porque motivo, este clan tiende a ser mucho más agresivo en sus debates. Supongo que es necesidad de despuntar en un contexto donde aún es difícil pretender ofrecer cambios complejos. Supongo que también se debe a que, de tanta "innovación" acelerada, hay mucho humo que debe mantenerse. Supongo que, al final, sólo es cuestión de supervivencia,mantenimiento y necesidad de encontrar su lugar, al igual que sucede en múltiples contextos, de determinadas formas de entender la Educación. Y, por cierto, desde aquí afirmo que hay cosas muy interesantes que se están haciendo en las aulas.
Ya veis que yo también he caído en la trampa de jugar a los clanes. De establecer dos grupos entre los docentes que hay en nuestros centros. De considerar sólo dos perspectivas o formas de entender la Educación. Y me estoy equivocando. No es cuestión de jugar a ver quién pertenece a las fuerzas de la luz o de la oscuridad, es escoger como docentes, lo mejor que podamos obtener de todas las perspectivas educativas -que, por suerte, cada vez hay más- y conformar nuestra manera de entender lo que supone la Educación. Lo demás un simple acto de fe de míos y tuyos que envuelve conductas perniciosas y que convierte el discurso educativo en una especie de Cuarto Reich en el que no me apetece nada participar. No hay buenos y malos en Educación según el modelo educativo que defiendan. Hay personajes y personajes, grupos y grupúsculos, vividores y sufridores, profesionales y profesionales, junto con un largo etcétera de taxonomías que hacen imposible clasificar al personal. Es mucho más que una lucha entre bandos. Muchísimo más por la gran cantidad de matices que presenta el asunto.



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