domingo, 14 de abril de 2013

ATENDIENDO NECESIDADES: Atención Temprana, Logopedia y Discapacidad

ATENDIENDO NECESIDADES: Atención Temprana, Logopedia y Discapacidad


Posted: 13 Apr 2013 03:05 AM PDT

Recogemos un excelente artículo de Celia Rodríguez para el Portal educativo Educapeques 
donde nos enseña una serie de pautas para enseñar a los niños a perder. Quién no ha oído la frase "Este niño no sabe perder" y es cierto, muchos niños cuando juegan o compiten y no ganan reaccionan con pataletas o rabietas ante la frustración de no haber ganado, hay que ayudarles a gestionar la derrota y la frustración que conlleva, lo que mejorará su autoestima y le hará no rendirse en próximas ocasiones.

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Estas son las pautas a seguir para ayudar a los niños a saber perder:

  • No le evites la frustración. En ocasiones tendemos a darles todo lo que quieren para que no se sientan mal y esto es un error. No se trata de hacer que el niño o la niña lo pase mal, pero sí de que experimente la sensación. De esta forma no se dejaran sobrepasar por el sentimiento de frustración, aprenderán poco a poco a gestionar sus frustraciones y se enfrentaran a ellas, porque lo verán como un sentimiento normal.
  • Déjale que gane de vez en cuando, que experimente ambos sentimientos. Es importante que además de experimentar la derrota, los niños y niñas experimenten la victoria. Y que aprendan a ganar sin ridiculizar y con deportividad.
  • Dales ejemplo. Los pequeños aprenden más de lo que ven, que de lo que les decimos. Aprenden por mimetización de los adultos más cercanos. Cuando compitamos debemos mostrar una actitud deportiva tanto si ganamos como perdemos. Ni enojarnos, ni ridiculizar y mostrarle como ganamos todos por la diversión del juego, como aprendemos cuando perdemos.
  • Pon limites a su enfado. Cuando el niño o la niña pierda y se enfade, debemos ponerle limites, no es bueno dejarle que grite, que patalee, que este de morros…no le des demasiada importancia al enfado del pequeño, responde a éste con sentido del humor. Explícale que hoy ha perdido, pero que otro día ganara, pero que si está enfadado no podrá disfrutar de otras actividades. Si le ayudamos a cortar su enfado, le estamos enseñando a gestionar su frustración y a auto controlarse.
  • Hazle ver los beneficios de participar. Habla con ellos, emplea el sentido del humor cuando juegues con ellos. Ríete cuando te equivoques y pierdas. Enséñale que el objetivo es disfrutar en compañía de una actividad conjunta, que no se trata de ganar o perder.
  • No alabes al ganador y ridiculices al perdedor, ni permitas que ellos lo hagan. Emplea tu ejemplo y corta esas conductas. En lugar de eso habla de lo bien que lo habéis pasado, de lo que habéis reído, de lo que has aprendido en un momento determinado del juego, de cómo lo harás la próxima vez, etc.
  • Refuérzale  cuando pierda y no se enfade. Cuando el pequeño pierda y no muestre un enfado, debemos reforzarle, continuar jugando con él, dejarle que elija otro juego y hasta ponérselo fácil para que gane en la siguiente ocasión.
  • Enséñale a manejar la derrota. Transmítele  la idea de que perder no es algo negativo. El fracaso es parte del camino, si entiende esto, no lo verá como una dificultad insalvable, aprenderá a manejar sus sentimientos de frustración.
  • Educa en la perseverancia. En todo momento enséñale que la derrota no debe llevarnos al abandono. Que se gana más asumiendo una derrota y que podemos ser perseverantes y continuar esforzándonos para vencer en la próxima ocasión. Es fundamental que vean que si no alcanzamos una meta, esto no quiere decir que sea imposible lograrla. Debemos ayudarles a ver que paso para que no la alcanzáramos y que es lo que deberíamos mejorar o cambiar la próxima vez para superarnos.
  • Muéstrale que  un fracaso, que una derrota no es algo negativo, que es una oportunidad de mejorar, porque existe la posibilidad de cambio y de aprendizaje.

Posted: 12 Apr 2013 11:51 PM PDT

En los años 80, el psicólogo Dan Kiley observó que algunos de sus pacientes se negaban a aceptar las responsabilidades implícitas a la edad adulta agrupando los comportamientos que éstos presentaban bajo el nombre de 'Síndrome de Peter Pan'.

Desde entonces, el síndrome de Peter Pan es definido como el conjunto de características que sufre una persona que no sabe o no quiere aceptar las obligaciones propias de la edad adulta, no pudiendo desarrollar los roles (padre, pareja, etcétera) que se esperan según su ciclo vital o circunstancias personales.

El síndrome de Peter Pan es más frecuente en varones y habitualmente se asocia a problemas para proporcionar seguridad a otra persona, ya que ellos mismos son los que necesitan sentirse protegidos por otros. Este hecho les incapacita en gran medida, ya que lastra su desarrollo personal y dificulta sus relaciones sociales, asociándose con sentimientos de soledad y sensación de dependencia.


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Consecuencias del síndrome de Peter Pan

Aunque Peter Pan pudiera vivir en un mundo de fantasía, las personas que lo imitan no. El síndrome de Peter Pan trae consigo importantes alteraciones emocionales y conductuales. A nivel emocional son frecuentes los niveles de ansiedad elevados y de tristeza, pudiendo adoptar estos últimos la forma de depresión cuando no son tratados. Al mismo tiempo, la persona se siente poco realizada con su vida, ya que el no asumir responsabilidades le hace también no disfrutar de los retos, lo que indudablemente repercute en sus niveles de autoestima.

Finalmente, en los casos más extremos y extravagantes, podrían aparecer trastornos del pensamiento como el delirio, si bien en estos casos, muy probablemente exista una alteración psiquiátrica que la justifique.

Causas del síndrome de Peter Pan

El síndrome de Peter Pan puede ser consecuencia de múltiples factores (rasgos de personalidad, estilo de afrontamiento de los problemas, etcétera). De todos ellos, el más importante tiene que ver con la infancia; una infancia excesivamente feliz que el paciente puede llegar a idealizar, o bien, una infancia completamente infeliz, carente de afecto. En el primer de los casos, el síndrome busca inmortalizar esos momentos viviendo en una infancia constante, mientras que en el segundo la función del síndrome es recuperar el tiempo perdido.
Por otro lado, la mayoría de los estudios sostienen que este síndrome es frecuente en casos en los que no ha existido un aporte afectivo estable, la educación ha sido demasiado permisiva o ha existido déficit escolar.

Finalmente, existen rasgos de personalidad como la tendencia a la evitación o la dependencia emocional que están íntimamente ligados con este síndrome, no tanto en su origen como sí en su mantenimiento. 




Prevención del síndrome de Peter Pan

Debido a que la primera causa del síndrome de Peter Pan reside en el estilo educativo recibido en la infancia, los adultos que rodean al niño, especialmente los padres, son los principales agentes preventivos de este problema.

En este sentido, no se debe hacer de la vida real de un niño el escenario de Nunca Jamás. Los niños deben también aprender a asumir responsabilidades ajustadas a su edad. Muchos padres evitan esto pensando que su hijo será más feliz si la vida le resulta más cómoda. Para que un niño sea feliz, al igual que un adulto, debe verse resolviendo problemas. Afrontando retos.

Por otro lado, un estilo educativo hostil, rígido y con carencias afectivas importantes también podría predisponer al padecimiento del síndrome. Por lo tanto, el éxito de su prevención reside en educar a los más pequeños de una manera en la que el amor incondicional se combine con unas pautas de conducta firmes y bien establecidas que permitan la aceptación de responsabilidades propias de la edad de crecimiento del niño.

Diagnóstico y perfil de paciente con el síndrome de Peter Pan

El síndrome de Peter Pan carece de entidad diagnóstica en los principales manuales diagnósticos, sin embargo, este hecho no quiere decir que no exista y que no tenga implicaciones clínicas. Por ello, aunque sin hablar de criterios diagnósticos, si podemos hablar de una serie de comportamientos que, en caso de presentarse, sugieren la existencia de este síndrome:
  • Intenso deseo y necesidad de ser cuidado por otras personas que él considera "más fuertes".
  • Incapacidad de comprometerse y de cumplir promesas.
  • Incapacidad para asumir sus propias responsabilidades. Prefiere que lo hagan otros. Por eso, busca a otra persona que asuma el papel de su "padre"/"madre".
  • Quejas y críticas constantes acompañadas a su vez por la incapacidad de proporcionar afecto a otras personas.
  • Tendencia al egoísmo; siente que todo debe girar en torno a él y se ofende cuando esto no ocurre.
  • Dependencia especialmente emocional, aunque también es frecuente que exista dependencia económica.
  • Su comportamiento es negativista o rebelde.
  • Falta de empatía: este hecho le dificulta las relaciones sociales y le puede llevar a aislarse socialmente, lo que contrasta con un elevado miedo a quedarse solos.
  • Baja autoestima lo que les produce una bajísima tolerancia a la frustración.
  • Rasgos de personalidad narcisistas.
  • Suelen sentirse insatisfechos con sus logros, pero no hacen nada para mejorar su situación.
  • Verbalizan no querer envejecer, pudiendo idealizar su juventud

Tratamiento del síndrome de Peter Pan

Del mismo modo que no podemos volar como hace Peter Pan, tampoco podemos vivir sin asumir responsabilidades. Asumir este hecho es el primer paso para el comienzo de la terapia. Posteriormente, la persona deberá aprender a hacer frente a sus responsabilidades cotidianas y a vivir como una adulto. Para ello, será necesario aprender estrategias que deberían haber sido entrenadas previamente a lo largo de su vida ,como es el caso del proceso de toma de decisiones y resolución de problemas.

A su vez, será necesario enseñar al paciente a manejar sus pensamientos, haciéndole cambiar su forma de interpretar la realidad, especialmente en lo que concierne a sí mismo, ya que en muchos de los casos este tipo de pacientes se consideran "víctimas de la situación", recreándose en sus emociones en lugar de resolver las cuestiones que le causan malestar. 
Así por ejemplo, ante verbalizaciones del tipo "Me siento fatal porque tengo que encontrar un piso nuevo; no puedo con la situación; qué nervioso e intranquilo estoy, no quiero hacerlo solo", etcétera, la persona deberá aprender a sustituirlas por un autodiálogo más resolutivo, como, por ejemplo: "a pesar de que sienta cierta incertidumbre por tener que encontrar un piso nuevo, voy a comenzar a valorar las alternativas que tengo y hoy mismo comenzaré a visitar algunos".

Este tipo de entrenamiento, ayudará al paciente a asumir que él es responsable de sus propias emociones, aumentando su tolerancia a la frustración e incrementando su nivel de autoestima de forma progresiva.


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