UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 03 Feb 2014 06:28 AM PST
Pérgamo fue una de las colonias griegas fundadas a lo largo de la costa de Jonia, en la actual Turquía. Se convirtió en territorio romano el 133 a. de C. y bajo la tutela del Imperio conoció un nueva etapa de florecimiento económico e intelectual. Doscientos sesenta años después de su anexión por Roma, el 129 o el 130 de nuestra era, nació allí Galeno, conocido como Aelius Galenus, Claudius Galenus o Galeno de Pérgamo. Galeno sería un ejemplo de la incorporación del saber griego en la plenitud del conocimiento romano y la piedra angular del sistema médico de Occidente, influyendo en algunos aspectos sociológicos hasta nuestros días.
Según la leyenda, Nicon, su padre, un arquitecto y matemático con unos intereses muy eclécticos soñó una noche que le visitaba Esculapio, el dios latino de la Medicina, y le ordenaba que persuadiera a su hijo para que se convirtiera en médico. Nunca sabremos si fue el truco de un padre deseando orientar la vocación de su retoño pero la realidad es que a esa edad, los 17, Galeno empezó a asistir al aesculapion, un centro mitad santuario mitad sanatorio, considerado una de las maravillas de la antigüedad y que tenía la segunda mejor biblioteca de su época, tras la de Alejandría. Debía ser una especie de balneario con los mejores médicos, las mayores fortunas buscando curar sus achaques y gente inteligente como el historiador Claudius Charax, el orador Aeius Aristides o el sofista Polemo enriqueciendo las conversaciones en las termas. Distintas sectas, o con un nombre menos ofensivo escuelas de pensamiento, practicaban allí la Medicina. Estaban los dogmatistas, que creían en un sistema lógico basado en la razón, los metodistas, que creían en un reduccionismo que permitiera aislar los problemas, los pneumatistas, que recalcaban la importancia del aire y los demás gases que entraban y salían del cuerpo y los empíricos que reclamaban que el conocimiento solo podía nacer de la observación de los hechos. Galeno pronto tuvo claro que no quería ser un sanador, un sacerdote que ofreciera sacrificios, cantara himnos y prescribiera música como recurso terapéutico. Tampoco quería ser un compilador del saber médico como los dos protomédicos romanos más famosos de su tiempo, Celso y Plinio, él quería conocer el cuerpo humano y entender su funcionamiento. Así que se interesó por la Anatomía y la Fisiologíaque le parecían más sólidas y mejor estructuradas pero estuvo muy abierto a aquellas propuestas útiles que tuvieran todos los demás especialistas que enseñaban en Pérgamo. A los 19 años, su padre murió repentinamente dejando a su hijo con una gran fortuna. Siguiendo los consejos escritos por Hipócrates, a quien idolatraba, Galeno viajó a distintos centros del conocimiento, completando su formación y aprendiendo los saberes que se enseñaban en Esmirna, Corinto y Alejandría, donde pasó cinco años y de cuya excelencia para la enseñanza de la medicina escribiría posteriormente. Diez años más tarde, Galeno volvió a su ciudad natal. Del año 159 al 168 fue el médico de los gladiadores del Supremo Sacerdote de Asia, uno de los hombres más ricos de su tiempo. Parece que Galeno consiguió el trabajo porque delante de este magnate destripó un mono y retó a los demás candidatos a que arreglaran aquel desaguisado. Cuando se negaron, Galeno realizó la cirugía al pobre animal y se ganó el puesto. En aquella escuela de gladiadores, trabajando con reciarios, mirmillones y samnitas y los demás tipos de luchadores parece que se fijó en la dieta, el ejercicio y la higiene como medidas preventivas para el mantenimiento de la salud. Algunos piensan que ser un médico de gladiadores era un trabajo menor pero es todo lo contrario: debía ser como ser un médico del Real Madrid, como el Dr. Pedro Guillén, conocido entre futbolistas y toreros como Pedro el Grande, el traumatólogo cuyas manos mágicas eran capaces de salvar su carrera. Galeno había decidido no ser un buen médico, ser el mejor y si alguien estaba dispuesto a pagar lo que fuera por cuidados médicos y soporte quirúrgico era el dueño de un gladiador. Tres años más tarde estalló una guerra entre Pérgamo y los gálatas y Galeno, que ni siquiera consideraba el matrimonio o la vida social porque temía que le distrajera de su carrera profesional, decidió quitarse de en medio y marchar a Roma, cosa que hizo a pie. Cuando llegó a la capital del Imperio se encontró que el médico más famoso del momento era un tal Thessalus, un charlatán que prometía, tras unos sustanciales emolumentos, enseñar a sus estudiantes todo lo que había que saber de medicina en seis meses. Galeno, un verdadero profesional que había dedicado años de esfuerzo a formarse le llamó “impúdico, insolente, estúpido, bárbaro y asesino” descripción que no debió dejar a Thessalus muy satisfecho. De hecho, Galeno hizo muchos amigos en Roma: tenía un ego desmesurado, despreciaba a sus colegas y ni siquiera aceptó hablar latín en vez del griego, el lenguaje de la gente culta. Es como si un médico actual dijera a sus pacientes que él solo hablaba en inglés. De hecho, la situación llegó a tal nivel que vivía con miedo de que sus colegas le pudieran envenenar. Parece que en Roma también fue médico de gladiadores lo que indica dos cosas, que tenía una reputación formidable y que tuvo ocasión de ver muchas heridas abiertas y recientes de primera mano, lo que él llamaba “ventanas al cuerpo”. Quizá por sus enfrentamientos en Roma, Galeno decidió regresar a Pérgamo de forma precipitada pero después le llamaron los coemperadores Marco Aurelio y su hermano adoptivo Lucio Vero para que se reuniera con ellos en los cuarteles de invierno. Se unió al ejército y tras verle actuar, Marco Aurelio le nombró médico suyo y de su hijo y siguiente emperador Cómodo -el “malo” de Gladiator- y también fue el médico de cámara de otro emperador, Septimio Severo, alcanzando la cumbre de la carrera de la profesión médica, ser médico de la corte, el título más valorado por algunos de los científicos de los que hablaremos en otros momentos, como Vesalio. Galeno es quizá el escritor más prolífico de la antigüedad clásica y se dice que tenía veinte escribientes a los que dictaba sus obras. Mientras estuvo en Roma escribió entre 500 y 600 tratados sobre Ciencia, Medicina y Filosofía. Muchos se perdieron en el incendio de su biblioteca personal en 191 pero los que se salvaron nos muestran que la Medicina no era la misma antes y después de Galeno. Admiraba a Hipócrates y a Aristóteles y estaba de acuerdo con ellos en que solo podía aceptarse aquello que se experimentase directamente a través de los sentidos. Impulsó la disección, la observación y la experimentación. Su obra conforma la primera descripción total, orgánica y ordenada de la anatomía humana. Acuñó la palabra autopsia pero nunca lo hizo viendo tan solo el interior del cuerpo humano cuando tenía que tratar a un gladiador o un soldado herido cuando acompañaba al emperador en sus campañas. Puesto que no podía estudiar directamente los órganos internos recogió las observaciones de un cadáver descompuesto que encontró tras una inundación y un ladrón que había sido asesinado y al que los animales carroñeros habían descarnado gran parte del cuerpo. Con su interés por el conocimiento, Galeno pensó en los animales e idealmente —escribió— uno debería estudiar los animales más parecidos a los humanos. Puesto que los grandes simios no eran conocidos de los romanos, lo más parecido era el macaco de Berbería, lo que nosotros llamamos monos de Gibraltar, el único primate europeo además de nosotros. Galeno hizo disecciones de monos y de otras especies incluyendo gatos, perros, camellos, leones, lobos, osos, ciervos, comadrejas, ratones e incluso un elefante. Con ellos obtuvo sus conocimientos sobre Anatomía y Fisiología, de todos los sistemas del cuerpo, incluido el nervioso. Una de las obras más fascinantes de Galeno se titula “Sobre el cerebro” y en ella explica a sus alumnos cómo realizar una disección sistemática del encéfalo de un buey. En este manual docente les habla de las meninges, de los ventrículos, del septo, de los dos hemisferios y de la glándula pineal, llamada así porque su forma y tamaño recordaba a un piñón (pineus en latín). A pesar de su estima por Aristóteles no aceptó que el cerebro fuese solamente un sistema de refrigeración para la sangre caliente del corazón. Si eso fuese así —razonaba— la naturaleza habría puesto más cerca ambos órganos. Avanzó especialmente nuestro conocimiento sobre los nervios. También realizó vivisecciones en bueyes, caballos, ovejas, cerdos y monos. Su trabajo experimental era tan llamativo que se dice que a veces iban los senadores a verle o incluso el propio emperador. Una de esas experiencias recoge lo que sucedió cuando estaba diseccionando un cerdo vivo y pudo comprobar que al cortar un par de nervios en la garganta el cerdo dejaba de chillar pero seguía respirando. Confirmó esta observación usando cabras que balaban, perros ladrando e incluso leones rugientes traídos desde el Coliseo. Estos nervios, llamados en la actualidad nervios laríngeos recurrentes también han sido conocidos como nervios de Galeno en su honor. En “De usu partium” (Sobre la utilidad de las partes del cuerpo) numera los pares de nervios craneales de los anteriores a los posteriores y también distingue entre vías sensoriales y motoras, indicando que los nervios motores iban al cerebelo y los sensoriales al cerebro. La lógica subyacente a estas propuestas es que los nervios sensoriales tenían que ser más suaves y blandos que los motores para poder retener las impresiones sensoriales. En sus propias palabras
En sustancia, el encéfalo es muy parecido a los nervios, de los cuáles está pensado para ser la fuente, excepto que es más blando y esto es lo propio para una parte que recibe todas las sensaciones, forma todas las imágenes y aprehende todas las ideas.
Algunas de las descripciones del Galeno incluyen el sistema nervioso autónomo describiendo la cadena simpática, las ramas comunicantes y los ganglios autónomos. A nivel fisiológico, discutió como los espíritus que viajaban por el sistema nervioso autónomo podían influir unos sobre otros (el concepto de “simpatía”). Una de las ideas más importantes de Galeno era que los espíritus vitales producidos en el ventrículo izquierdo del corazón eran llevados al cerebro por las arterias carótidas. Allí se transformaban en espíritus superiores en la red milagrosa —rete mirabile— un plexo vascular en la base del encéfalo presente en los bueyes, donde Galeno lo observó, pero no en el humano, donde no pudo hacerlo. Ésta es una de las descripciones erróneas al basarse en observaciones de animales pero su prestigio era tan grande, la influencia de sus escritos tan avasalladora, que esos errores tardarían mil quinientos años en ser corregidos.Galeno no fue demasiado innovador en la práctica médica pero creó algo anteriormente casi inexistente: el médico como un profesional prestigioso. Hasta entonces, griegos y romanos desdeñaban los trabajos manuales, como algo poco digno, y la medicina tenía mucho de manual. Esto era aún más llamativo en el caso de los cirujanos, que durante siglos formaron un grupo aún menos valorado que los médicos y que fueron posteriormente a menudo también barberos y que lo mismo te cortaban el pelo, te rapaban la barba, te extraían una muela o te reducían una fractura. La etimología del término “cirugía” procedente de khéir, “mano” y érgon, “trabajo” hace también referencia a esa labor manual. Hasta Galeno, la nobleza romana consideraba la medicina como algo indigno de una persona de buena cuna, una tarea encomendada a menudo a esclavos de la familia, municipales o del estado y a distintos grupos de extranjeros, en especial griegos, egipcios y judíos. Galeno, rico, inteligente, poderoso, orgulloso y elitista, creó un nuevo modelo. Después de él, ya no se pudo decir que “el pueblo romano tuvo Medicina pero no médicos” como sugería Plinio el Viejo en su Historia naturalis y su prestigio fue tal que adoptamos su nombre como sinónimo de médico (un “galeno”) y ha pasado a formar parte hasta del refranero popular y es que “según dijo Galeno, lo que para unos es malo, para otros es bueno.” Para leer más:
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