Colombia, El Salvador, España, Paraguay y Uruguay, son los cinco países escogidos a través de la OEI para participar en esta
I Red Iberoamericana de Educación Infantil, en función de las peticiones priorizadas que establecieron en cuanto a las temáticas propuestas: educación inicial, educación inclusiva y tecnologías educativas. De cada uno de los países enviaron dos personas, seleccionadas por su participación en programas relacionados con la atención a la infancia. El procedimiento de selección fue establecido por las respectivas oficinas nacionales de la OEI, así en España se abrió una convocatoria a través de la cual cada Comunidad Autónoma presentaba sus candidaturas para la posterior valoración por parte del personal del Ministerio de Educación Cultura y Deporte y de la OEI, aplicando un baremo en el que se computaba tanto la relevancia e impacto de la experiencia, los premios recibidos, así como las publicaciones sobre la misma. Para representar a nuestro país se escogió la Escuela Infantil Castilla la Mancha de Toledo, por el ciclo 0-3, e InnovArte Educación Infantil por el tramo 3-6. En los otros cuatro países las formas y criterios de selección fueron diversos, ahora bien, visto ya con retrospectiva, creemos que totalmente acertados. El primer día, y aún conociendo muy someramente las diferentes iniciativas, teníamos la certeza de que estábamos entre los mejores, entre auténticos héroes y heroínas de la educación infantil. Cualquiera de los que tuvimos el honor de conocer a Diego, Mónica, José Salvador, Silvia, Dorys, Adriana, Blanca, Clara y Luisa, sabemos que fueron la mejor muestra de lo bueno que se está haciendo en sus países por la mejora de la calidad de vida de la infancia. Seguramente habrá cientos, miles de personas como ellos, como nosotros, que también merecerían formar parte de esta Red, eso lo pensábamos todos motivo por el cual nos consideramos unos privilegiados por tener la fortuna de estar allí. Nunca se sabe qué es lo que nos lleva a estar en un determinado sitio en un determinado momento, azar, destino, oportunidad…, cada uno se lo atribuirá a lo que considere, pero, para todos nosotros fue una ocasión única e inolvidable. Gracias a quien lo hizo posible y nos permitió conocer a:
Diego Alexander Enríquez Cajigas de
Putumayo en Colombia. A Diego siempre lo recordaremos como un joven licenciado en Filosofía, con una sólida formación teórica y con la experiencia de un trabajo a pie de obra que pocos de seríamos capaces de resistir. Si nosotros viajamos a diario en un coche para ir a nuestros puestos, Diego lo hace en canoa o en moto por las trochas del Putumayo, la puerta de la Amazonia colombiana (como él decía, siempre por las más anchas para no perderse), encontrándose con frecuencia con las guerrillas, con los campesinos que son desahuciados de sus campos de cultivo por no tener papeles que acrediten la propiedad de la tierra frente a las grandes multinacionales, viendo los nocivos efectos en la salud de los niños de la aplicación de los glifosatos usados para el exterminio de las plantaciones de coca, y luchando contra el "destino" de los niños en las guerrillas y de las niñas en casamientos concertados con hombres que les doblan o triplican la edad. En este panorama, él habla de la resiliencia, que es el "arma" con la que lucha su organización, la
Fundación Fraternidad, una entidad privada que basa su trabajo social en la niñez y juventud de Putumayo, tratando de crear ambientes saludables, armónicos y prósperos a través de programas de salud, de educación y de generación de ingresos dirigidos a familias vulnerables que habitan en la región amazónica. Ver
vídeo institucional.
Este hombre junto con sus compañeros/as de la Fundación Fraternidad, desarrollan una estrategia nacional llamada "De cero a siempre", porque ya comienzan con madres gestantes en el trabajo de restitución de los derechos que les son negados, creyendo que estas acciones les dejarán una huella para el resto de sus vidas. Creen que la educación es la única posibilidad de salvación de un pueblo siempre maltratado. Así, sin horarios -debido a la singularidad de la población a la que atienden-, sin locales –chozas, eras, casas comunales-, realizan encuentros educativos grupales, en los que forman a los adultos como mediadores o educadores familiares quienes serán los encargados de transmitir a la comunidad sugerencias sobre la mejora de las condiciones de vida en el hogar, sobre la atención a las crianzas, así como de inculcarles la idea de que los niños son sujetos de derechos no sólo objeto de esos derechos.
Cuando escuchamos algo siempre tratamos de establecer comparaciones con lo que nos es conocido, así, cuando Diego contaba su labor, yo pensaba en nuestro querido programa gallego
Preescolar na Casa, con la salvedad de que en este caso se desarrolla en la selva.
Mónica Ordoñez Mora de Cali en Colombia, quien también quedará en el recuerdo de todos los participantes por su capacidad para sobreponerse a un dramático golpe del destino en su primer día de estancia en España. Ahí es dónde se les nota que son gente de una pasta especial; cualquier otro se abatiría, pero ella no; antepuso lo profesional a lo personal, pensando que no podía ni debía desaprovechar esta oportunidad que le había brindado la OEI para dar a conocer la labor que desarrolla la
Fundación Dar Amor-Fundamor, en la que trabaja y que venía a sumarse a toda una larga trayectoria de
reconocimientos, nacionales, europeos e internacionales. Un caso más de resiliencia.
Fundamor es una organización no gubernamental con sede en la ciudad de Cali, con más de 21 años de experiencia en intervención social con más de 80.000 personas beneficiadas a través de sus programas y servicios dirigidos la poblaciones en situación de vulnerabilidad en todo el país, incluyendo a más de 560 niños y jóvenes afectados por el VIH/SIDA procedentes de todas las regiones de Colombia. En sus inicios, en el 1992, comenzaron atendiendo a personas adultas y más tarde reorientaron sus actuaciones hacia una creciente población de niños y niñas que nacieron con el virus, dando así lugar a la creación de un modelo de atención en salud, educación, acogida y protección, que contribuye a incrementar la expectativa de vida esperada para ellos, y logrando, además, la inclusión social a la que tienen derecho como ciudadanos.
Al tiempo, Fundamor, también estableció como estrategia de intervención la prevención y sensibilización frente al VIH/SIDA, incluyendo programas dirigidos a todas las edades, generando conocimiento y valor añadido que se traduce en capacitación, vídeos, metodologías, herramientas de apoyo y publicaciones al servicio de la comunidad.
Mónica trabaja en el Centro de Desarrollo Infantil "Semillas de Amor", un espacio terapéutico preescolar que realiza una "inclusión a la inversa"con 160 niños/as de *Jamundí y del Valle de Lili, y en el que cuentan con 15 lugares de aprendizaje significativos, cada uno de ellos con una función dirigida a un momento específico en el desarrollo de los niños, siendo el papel de la maestra el de propiciadora de los aprendizajes y de la participación de los menores siguiendo los pasos de motivación, acuerdos, actividad, cierre y evaluación. Dichos espacios de aprendizaje son: casa de las muñecas, magia musical, aldea de la paz, malabares, parque, jugando y aprendiendo, pequeños lectores, exploradores, mundo mágico, manos creativas, huerta, pensadores, la casa de la alegría, grandes científicos y constructores.
En la actualidad, Fundamor, está embarcada en el proyecto de construcción de la Ecoaldea Madivá, un espacio más de aprendizaje y de inclusión para dar Amor.
Silvia Rebeca Ramos de Caprile y José Salvador Alvarenga Rivera de la
Universidad Gerardo Barrios de El Salvador. Dos profesores universitarios que a día de hoy están echando a andar un máster, la
Maestría en Educación integral a la primera infancia, que se enmarca entre las acciones prioritarias de El Salvador para la "
Política nacional y modelo de educación para el desarrollo integral para la primera infancia". Ellos vienen de un país que esforzándose por cerrar las heridas abiertas tras más de diez años de guerra; un lugar donde la gente está acostumbrada a ver la crueldad de los mareros y la extorsión de las maras; un sitio con unas problemáticas sociales como las que se apuntan tomadas de los datos del propio Ministerio de Educación: 3 de cada 10 feminicidios son niñas menores de 18 años, el inicio de la vida sexual en las niñas es a los 10 años, 8 de cada 10 violaciones se producen en niñas, siendo el 75% a manos de sus familiares. Así, tal y como apuntaba Silvia, se hizo absolutamente necesario un
Pacto por la educación de la infancia en el que
participan todas las instituciones nacionales relacionadas con la infancia para caminar de un modo coordinado aunando sinergias.
Silvia que participó en el trabajo de esa Comisión estatal, hablaba con ilusión de que se colocó a la infancia en el centro de todas las actuaciones sanitarias, asistenciales, educativas y familiares, tanto a nivel nacional, regional o local, así se crearon los Comités locales de Promoción de Derechos de la infancia, últimos garantes de la atención a los niños y niñas.
Ellos dos, Silvia y José Salvador, saben que indudablemente, cualquier cambio educativo tiene que pasar por un avance en la selección y formación del profesorado, además de la oferta de lo que denominan "la malla curricular" y del modelo o ejemplificaciones didácticas que den cuerpo al discurso curricular.Uno de los pasos iniciales fue el establecimiento del Plan de Estudios para el Profesorado y Licenciatura de Educación Inicial y Parvularia a través del
Acuerdo Nº. 15-1043 en el que se establece el Perfil del profesorado, definiendo competencias en cuanto a lo que deben conocer, hacer (con la infancia, con la familia, con la comunidad) y cómo deben ser y convivir docentes y alumnado.
Todos los que los escuchamos, sabemos que con personas así, comprometidas con la educación, es posible que llegue a buen puerto este ilusionado cambio en el que están poniendo empeño en El Salvador.
Seguir leyendo.
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