Hay motivos para sentir cierta envidia de Francia. Especialmente en lo que hace referencia a su funcionamiento político al margen de presiones de organizaciones que, por lo que se ve, siguen teniendo mucho poder en nuestro país. Éste es el caso de la religión en la Escuela. Algo que, más allá de ser anacrónico, obliga a hacer malabarismos en horarios y asignaturas.
Estos días ha llegado a mis manos la "Carta de laicidad en la Escuela". Unas viñetas donde, más allá de la laicidad, se defienden valores de igualdad, fraternidad y libertad. Algo muy alejado de adoctrinamientos religiosos. Algo que en Francia tienen muy claro (hacer clic sobre la imagen para ampliar).
No tiene ningún sentido en pleno siglo XXI mantener, dentro de los centros educativos, adoctrinamientos religiosos a cargo del erario público. No es de recibo permitir que, escudándose en la libertad ideológica de algunos, se obligue a determinados docentes a hacer maravillas en sus asignaturas bajo el pretexto de que "ciertos alumnos no pueden hacer determinadas actividades" porque su religión se lo prohíbe. No tiene sentido que, en un Estado, donde la igualdad y el respeto deberían estar a la orden del día, se rompa la baraja por parte de algunos que quieren realizar segregación por razón de ideología.
España ya sabemos que no es república ni laica pero, considerar que los puntos que se expresan en la imagen no son esenciales en la Escuela, dice muy poco de lo que se pretende en la misma. Porque la Escuela debe ser un lugar de inclusión, de fraternidad y, como no, de respeto a las opiniones y creencias de todos. Algo que, por cierto, está muy alejado de asignaturas que, por mucho que algunos quieran justificar, son sólo de carácter ideológico. No a la religión en las Escuelas. No a pagar con el dinero de todos creencias personales. Sí, y siempre sí, a la educación en valores para una sociedad más justa.
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