sábado, 17 de octubre de 2015

Flipped Classroom, la peor idea educativa en muchos años





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Flipped Classroom, la peor idea educativa en muchos años

by Jordi Martí
No hay nada nuevo bajo el sol y, como sucede habitualmente, lo de la Flipped Classroom (o clase invertida en el castizo más puro), no es nada nuevo. Bueno, hoy en día se ha incorporado la parte tecnológica a aquellas prácticas que algunos ya hacían en el pasado. Sí, lo de las modas o "nuevas" metodologías tiene mucho de pátina moderna pero, al final, es simplemente cambiar el concepto por uno más innovador cambiando las herramientas que, presumiblemente, va a tener mayor cuota de mercado.
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Fuente: Néstor Alonso
Siendo un docente interesado en el tema de la tecnología y las cuestiones metodológicas que están llegando al mercado educativo (remarco lo de mercado por motivos obvios) no he podido menos que, intentar leer un poco acerca del tema de la Flipped Classroom. E, incluso, he escrito algunas cosillas sobre el tema en el principio de la eclosión del concepto (El boom de la clase invertida y Mamá, papá, estoy haciendo Flipped Classroom) donde intentaba explicar, de forma resumida, en qué consistía esa gran "maravilla".

Pero pasando el tiempo, apareciendo en e horizonte empresas que intentan adueñarse de la metodología y, cómo no, cursos de las administraciones educativas y algunos libros (amén de los múltiples artículos y blogs dedicados exclusivamente al tema), uno no puede menos que empezar a preguntarse si la expansión de dicho modelo es tan interesante y positivo como se está vendiendo. Porque, lo de comprar es fácil. Lo de analizar la compra para llevarse un producto que realmente satisfaga las necesidades del consumidor, a veces, viene muy marcado por envases y publicidad demasiado engañosa, que puede inducir a error.
Ayer llegó a mis manos un artículo de Steven W. Anderson donde, curiosamente, exponía las mismas dudas que me surgen últimamente a mí con esto de la inversión del aula. Unas dudas que tienen mucho que ver con dos cuestiones básicas: la brecha digital -muchas veces relacionada con cuestiones socioeconómicas- de nuestros alumnos y la elevada exigencia, a nivel horario, que supone la dedicación para el alumno de este tipo de banderín metodológico. No tiene sentido que, cuando pretendemos que nuestros alumnos aprendan por igual con independencia de sus condiciones socioeconómicas, introduzcamos una metodología que obliga a disponer de internet en el domicilio u otro tipo de cuestiones que no están al alcance de todos. Tampoco tiene demasiado de positivo que, una metodología que obliga al aprendizaje en casa dedicándole unas determinadas horas al día, reduzca el necesario asueto de nuestros alumnos. No, no tiene ningún sentido que, después de seis horas diarias de clase se "obligue" a los alumnos a realizar el visionado de vídeos o la lectura de textos a lo largo de algunas horas más para, posteriormente, ser desmenuzados en el aula en su parte más práctica. No lo veo. Menos aún cuando tengo claro que los deberes sobrecargan la jornada lectiva, ya de por sí infumable, de nuestros alumnos. Y, al final, lo que da la sensación que sea esto de la Flipped Classroom es un alargamiento innecesario de la jornada laboral de alumnos y docentes.
No lo tengo nada claro. Bueno, mi posicionamiento quizás sí que esté definiéndose para alertar acerca de los peligros de una metodología que, como se dice en el último artículo que os he enlazado, puede ser la peor idea educativa en muchos años. Eso sí, no es malo -más bien se hace imprescindible- conocer las metodologías educativas que están surgiendo o reformulándose pero, de ahí a la aplicación indiscriminada de las mismas...



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