Sentado en mi mesa (que pocas veces ocurre), veía a mis alumnos y me preguntaba si mi labor como profesor, como docente, cumplía con lo que ellos esperan y merecen de mí. Porque esta profesión, algunas veces denostada, lleva consigo una de las tareas más bonitas y más responsables que a una persona se le puede encomendar: educar.
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Porque, educar, para mí, es pensar que esos niños, esos jóvenes, están esperando lo mejor de mí, que todo lo que hago, de una forma u otra, tiene influencia en ellos y que por tanto, merecen toda mi dedicación, atención y paciencia.
Educar es, quedarse al final de la clase a escuchar esa anécdota tan insignificante de un alumno, que para él es tan importante, porque el hecho de que su profesor se la escuche le llena tanto. Es permitir que te hable de sus aficiones, de sus preocupaciones, de su equipo favorito… Es saber que en las pequeñas cosas, es donde uno más crece y más feliz se siente.
Educar es llegar puntual, es no maltratar, no insultar a ningún alumno, es no decirles incluso tonto, o bobo, porque ellos son tan importantes y tan sensibles como cualquiera, y merecen todo el respeto. Es cumplir con tus obligaciones, es prepararse las clases, hablar bien, ser limpio, ser ordenado, ser atento,… porque con el ejemplo uno enseña a veces más que con la palabra, y porque no le puedes exigir algo a alguien que ni tú mismo cumples.
Educar es, sí, por qué no decirlo, ser simpático con tus alumnos. Es demostrarles que puedes tener empatía, que te puedes reír con ellos, que puedes pasar buenos ratos,… para que entiendan que su profesor, es alguien que quiere lo mejor para ellos, y que por tanto, está feliz de poder llevar a cabo su labor. Educar es dejarse en casa las preocupaciones y transmitir ganas por el trabajo y por la vida, es olvidarse de los problemas personales que a ninguno de tus alumnos interesan y, sobre todo, nunca descargarlos sobre ellos.
Educar es perder de tu tiempo, ratos con esos alumnos que necesitan ayuda. Esos alumnos, que, cuando alguien les echa una mano tanto lo agradecen, porque, para ellos, tú, su profesor, eres tan importante. Es comprenderles y ayudarles, pero, sobre todo, escucharles, dejando que descarguen esos problemas que tanto les impiden avanzar como estudiante y como persona.
Educar es conseguir de cada alumno lo mejor, con sus limitaciones, pero dejando claro que cada uno es inteligente…, a su manera, y que las notas dicen muchas cosas, pero se olvidan de otras muchas más.
Educar es, hacerle comprender que el esfuerzo, el trabajo, la constancia, el orden, la humildad, son la base del trabajo diario y el camino hacia el éxito. Es hacerle entender que el mejor 10 que pueden sacar es en la asignatura del respeto. Es enseñarle a distinguir entre las buenas y las malas conductas.
Educar es darles la mano, para que la sientan fuerte y, cuando ya no la necesiten, y tropiecen, se sepan levantar. Es plantar en ellos fuertes raíces, que le ayuden a enfrentarse a ese mundo al que están aún tan expuestos. Es construir, trabajar.
Es aprender, servirles, quererles.
Es enseñarles a caminar, a vivir, a volar.
Dedicado a mis alumnos
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