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Posted: 16 Nov 2013 05:54 AM PST
Retrato de Felipe de Médici, hijo de Francisco I. Alessandro Allori Óleo sobre lienzo, 108 x 80 cm Museo del Prado (en depósito en la Embajada de España en Roma) [P1956]. Allí estaba el sarcófago intacto de Gian Gastone, el último Gran Duque de Toscana, y ocho féretros con los restos de niños de la familia fallecidos entre el momento del nacimiento y los 5 años. Uno de aquellos esqueletos infantiles correspondía a Felipe de Médici (1577-1582), heredero conocido amablemente como don Filippino, hijo de Francisco I y de Juana de Austria. Su nombre era un homenaje al rey Felipe II de España, su padrino, y su nacimiento fue celebrado con una enorme alegría porque aseguraba la continuidad de la dinastía florentina siendo rápidamente nombrado Gran Príncipe de la Toscana. La vida del pequeño Felipe fue una tragedia. Su madre murió cuando él tenía un año al caerse por las escaleras y su padre se casó con su amante, Bianca Capello que no debió ser una buena madrastra pues quería que su hijo Antonio heredase el trono del Gran Ducado y a quien también retrató Allori. Tuvo otros seis hermanos pero solo dos llegaron a la madurez: Eleonora de Médici y María de Médici que se convirtió en reina consorte de Francia, tras pagar 600.000 ducados de oro de dote, una auténtica compra del trono. Felipe murió el 29 de marzo de 1582. Tenía cuatro años de edad. Los Medici fueron una de las familias más poderosas del Renacimiento italiano. Desde el siglo XIV su pericia en las inversiones y negocios bancarios y su manejo hábil de la política les llevaron a la cúspide política, social y económica, convirtiendo su ciudad, Florencia, en el centro intelectual de Occidente de su época. Los Medici se preocuparon del arte pero también de la ciencia. Fueron mecenas o patrones de Miguel Ángel, Botticelli y Cellini pero también de Leonardo y Galileo y desarrollaron un interés por el mundo natural como se puede ver en la actualidad en La Specola, un museo científico alojado en un espléndido palacio. Alessandro Allori (Florencia 1535-1607) creció en casa del pintor Angelo di Cosimo, Bronzino, quién recogió a Alessandro que había quedado huérfano a los cinco años. Tras la muerte de Bronzino en 1572, heredó su taller y al fallecimiento de Giorgio Vasari, en 1574, se convirtió en el pintor de cámara de la corte de los Médici. Además del retrato de Filippo, Allori pintó numerosos incluyendo los de otros miembros de la familia Médici como Francesco I, Averardo, Lorenzo, Isabel y Giuliano y numerosas obras religiosas o mitológicas. El Museo del Prado posee otras dos obras de Allori, un Descendimiento (fechado en torno a 1560) y la obra La Sagrada Familia y el cardenal Fernando de Médici (firmado y fechado en 1584). La gran sorpresa del estudio paleopatológico fue que los restos de cinco de los niños Médici muestran claros síntomas de raquitismo. El raquitismo es una enfermedad de la infancia causada por una deficiencia en vitamina D. Esta vitamina es esencial para el metabolismo del calcio y el fósforo, necesarios a su vez para una correcta mineralización de los huesos. La vitamina D es una prohormona y no es en realidad un nutriente por lo que no se produce de manera natural en ningún alimento. De hecho, solo el 10% de la vitamina D proviene de la comida, mientras que el 90% restante se sintetiza en la piel tras la exposición a la radiación ultravioleta, es decir, a la luz del sol. Curiosamente parece que su buena posición fue causa de la desgracia de estos niños. La síntesis de vitamina D necesita luz solar y estos niños ricos debían pasar gran parte de su vida dentro del palazzo sin jugar al aire libre. En verano habría luz suficiente pero no en los largos inviernos y la situación se agravaría en un niño débil y enfermizo al que no dejarían salir de casa. Por otro lado, cualquiera que haya visitado esos palacios puede ver que eran auténticas fortalezas y la luz solar no era tan apreciada como lo es por nosotros ahora sino que el objetivo era no perder calor en los meses de frío algo que se conseguía con más facilidad con gruesos muros y pocas ventanas, al menos en las estancias interiores. La deficiencia de vitamina D causa que los huesos se vuelvan blandos y se deformen con facilidad. Los brazos y piernas de los niños Médici de más de un año de edad estaban curvados como resultado de gatear o andar sobre unos huesos que son incapaces de sostener su propio peso. Otra costumbre que fue nociva para aquellos niños del siglo XVI fue la moda. Por un lado, las clases ricas tenían a gala sus pieles blancas y evitaban el sol. El bronceado de la piel era característico de las personas que tenían que trabajar los campos, de las clases humildes, de los pobres. Por otro, la vestimenta. Desde bebés los niños de las familias pudientes como los Médici eran envueltos en numerosas capas de telas, sedas, terciopelos, donde prácticamente solo quedaba al descubierto el rostro y las manos. Ni siquiera en los días más soleados de la Toscana, incluso si les sacaban por algún motivo al exterior, recibían aquellos niños una cantidad suficiente de luz solar. Curiosamente, dos de los esqueletos Médici correspondían a recién nacidos y mostraban también señales de raquitismo a pesar de que un bebé recibe toda la vitamina D de su madre durante el embarazo. La explicación más lógica es que las propias madres tuvieran una deficiencia de vitamina D y eso es probablemente causado por dos motivos. El primero de nuevo, la moda, pues aquellas mujeres usaban enormes ropajes de telas ricas y densas y gruesas capas de maquillaje. Uno de los maquillajes más famosos fue el llamado Ceruse Veneciano, una mezcla de plomo y vinagre que formaba una pasta blanca y que se mantuvo en boga durante siglos. Leonor de Toledo con su hijo Giovanni. Bronzino La segunda razón era la frecuencia de embarazos, que las iría "vaciando" de aquella escasa vitamina D. Por poner un ejemplo, Leonor Álvarez de Toledo, mujer de Cósimo de Médici, abuela de Filippino y conocida en Italia como Eleanor de Toledo, tuvo 11 hijos entre sus 18 y sus 32 años, alguno de los cuáles murieron de pequeños y estaban enterrados en esa cripta de San Lorenzo. Podemos pensar cómo es posible mantener una lactancia prolongada de los bebés y al mismo tiempo quedar encinta tan a menudo. La respuesta es una división de funciones: de la lactancia se encargaban amas de cría, sirvientas de la familia en el caso de los Médici, por lo que las esposas de los nobles podían dedicarse a procrear hijos e hijas, importantes para las alianzas políticas de la familia. El caso de los Médici es singular porque el raquitismo era relativamente raro antes de la revolución Industrial, que encerró a muchos niños en fábricas insalubres y sin iluminación. Desde entonces el raquitismo va más unido a la pobreza, a una mala alimentación, a vivir hacinados en chabolas sin luz natural en urbes gigantescas cubiertas por una gruesa capa de contaminación. Se previene con facilidad comiendo alimentos ricos en calcio como queso y huevos y tomando el sol, algo necesario para que la conversión fotoquímica del precursor, el hidrocolesterol, forme el precursor de la vitamina, la previtamina D3. Para leer más:
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