UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 02 Dec 2013 12:30 PM PST
Los gitanos forman un grupo étnico multinacional de entre 10 y 14 millones de personas. En Europa constituyen minorías significativas en varios países, en especial en Bulgaria, República Checa, Grecia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia y España. Su origen estaría en el norte de la India, de donde salieron entre los siglos VI y XI, llegando a Europa a lo largo de los siglos XIV y XV.
Al arribar a los territorios de la Cristiandad aquel primer grupo nómada, formado por unas cuatrocientas personas, inventó una historia sorprendente: contaron que debían vagar por el mundo durante siete años a fin de expiar la maldición lanzada sobre sus ascendientes egipcios que se habían negado a proteger a José, María y al Niño Jesús mientras huían de la matanza de Herodes. Los romaníes llegaron cuando las peregrinaciones a Roma y a Santiago estaban en pleno apogeo y se encontraron con todas las puertas abiertas porque eran considerados hombres y mujeres mencionados en las escrituras —en el Libro de Ezequiel (XXXIX, 12) Dios dice "Yo esparciré a los egipcios entre las naciones y los dispersaré por los países"- y porque, además, estaban deseosos de cumplir la penitencia impuesta. Al mismo tiempo, la moral de la época ordenaba que los cristianos caritativos debían facilitar el camino a cuantos emprendían el largo camino a Compostela, aportándoles toda la ayuda necesaria. Parece que un grupo, comandado por el autoploclamado Duque del Pequeño Egipto, atravesó Europa Occidental en 1417. En base a sus historias este grupo fue considerado un pueblo extranjero forzado a abandonar su país, y sus mandatarios, el duque y sus condes, fueron recibidos con honores y firmaron tratados con emperadores y reyes. Algunos de estos acuerdos establecían que los súbditos del duque del Pequeño Egipto no podían ser juzgados por las leyes de los países visitados, sino por tribunales mixtos en los que la mitad de sus miembros debían pertenecer a la raza egipcia. El rey Segismundo de Hungría, que llegaría a ser coronado emperador del Sacro Imperio Romano, así como el Papa, les brindaron salvoconductos pidiendo a la gente que encontrasen en su peregrinación que les socorriera con dinero. Uno de los miembros de este exótico grupo, Tomás, conde del Pequeño Egipto, consiguió dinero en varios pueblos de Francia y el 23 de marzo de 1435 llegó a Canfranc, entrando así en España. Según Walter Starkie, un documento conservado en el Archivo Histórico Provincial de Huesca indica que "El rey Alfonso [Alfonso V el Magnánimo] manda a todos sus gobernadores, vicegobernadores, vicarios, alguaciles, jueces, cobradores de impuestos y a todos sus funcionarios, individual y colectivamente, de todos sus dominios, bajo pena de incurrir en su más augusto displacer y en una pena de diez mil florines, que permitan al susodicho Tomás, conde del Pequeño Egipto, con su familia, sus servidores, su oro, plata, baúles, vasos santos y todos los demás efectos, cruzar, entrando y saliendo de sus dominios, sin ningún obstáculo, sea el que sea, o sin que paguen tasa ni peaje alguno. Además, en vista de que el dicho conde y toda su familia han sido expulsados de sus propios dominios, el rey recomienda a su pueblo que los socorra, hasta donde les sea posible, con limosnas y les den ayuda en su peregrinación." Esta farsa es conocida en caló como el Jojanó Baró, el Gran Ardid. Desde entonces muchas cosas han cambiado. Los gitanos se asentaron en Europa pero por su cultura y por la nuestra, por sus recelos y los nuestros, por sus principios y los nuestros, por nuestro control de todos los resortes del poder, gran cantidad de ellos nunca se han llegado a integrar. Tan solo en el ámbito del arte, -en especial de la música y la danza- les hemos reconocido su valía. Y han pagado un alto precio por esa exclusión social. Fueron también el principal pueblo víctima del Holocausto después de los judíos. Un dato terrible, directamente relacionado con esa discriminación que han sufrido y sufren, nos puede dar una idea: los gitanos tienen una esperanza de vida diez años menor que la población general de los países en los que viven. Entre los factores implicados están el bajo nivel educativo alcanzado, los tipos de actividad laboral a los que tienen acceso, los bajos ingresos, la mala calidad de muchas viviendas, la pobre nutrición y los comportamientos de riesgo relacionados con la salud. Todos estos problemas no solo acortan la vida, sino que hacen que esta minoría tenga mayor probabilidad de sufrir una discapacidad, de entrar en contacto con el tráfico y consumo de sustancias estupefacientes y con entornos en los que se desarrollen actividades criminales. Según la Unión Europea, el pueblo romaní es uno de los grupos más marginados del continente y son víctimas de una discriminación rampante en numerosos países. La situación no es homogénea y es especialmente grave en los países del sudeste europeo: Rumanía, Bulgaria, Hungría y Grecia, la zona donde son más abundantes. Una encuesta del PNUD (Programa de Naciones Unidos para el Desarrollo) realizada en esta región recogía que un 53% señalaba haber pasado hambre el mes previo, frente a un 7% de los payos que vivían cerca de los asentamientos gitanos. Los gitanos tienen una alta prevalencia de enfermedades crónicas tales como migrañas, hipertensión, artritis y problemas dentales, así como problemas sensoriales, especialmente de visión y oído. Parte de los problemas son por un acceso inadecuado a los servicios de prevención: más del 25% de los niños gitanos no siguen adecuadamente el calendario de vacunaciones y el 40% de las mujeres mayores de 15 años nunca ha ido a la consulta del ginecólogo salvo para embarazos o partos. Hay, sin embargo, otros factores de la tradición y la cultura gitana que tienen un impacto positivo en su salud, incluyendo la solidaridad dentro de la comunidad, los fuertes lazos familiares o el cuidado y respeto a los ancianos. La educación es un tema fundamental. Según Flecha (2013) un estudio en varios países con una importante minoría romaní encuentra que el 44% de los gitanos no había terminado la escuela primaria y solo el 24% habían conseguido terminar al menos la educación secundaria. Y eso se refleja en su salud. Según el informe The health situation of the Roma communities, el 15% de las personas mayores de 14 años que habían terminado la escuela secundaria tenían enfermedades crónicas, frente a una proporción de más del doble (32%) en las personas sin educación formal. Otro factor que afecta a la salud de la comunidad gitana es su alto grado de endogamia, es decir, de matrimonios entre personas de la misma etnia, de grupos familiares cercanos. El resultado de los matrimonios consanguíneos es que los gitanos sufren de una proporción mucho mayor de trastornos genéticos recesivos, incluyendo graves problemas que afectan al sistema nervioso. Un ejemplo es la presencia de mutaciones en dos genes, NDRG1 y HK1, que causan un tipo de enfermedad de Charcot-Marie-Tooth. Esta patología, la más común de los problemas neurológicos heredados (1 de cada 2.500 personas), es un trastorno genético del sistema nervioso periférico caracterizado por la pérdida progresiva de tejido muscular y de sentido del tacto en distintas partes del cuerpo. Los primeros síntomas suelen observarse en los dedos del pie, mientras que la pérdida de músculo en la pantorrilla da lugar a una imagen de las piernas de "cigüeña" o de botella invertida. Los problemas de debilidad en los brazos y manos suelen aparecer más tardíamente según la enfermedad va progresando. La pérdida del tacto en las extremidades es muy común mientras que en algunos casos hay episodios esporádicos de contracciones musculares espasmódicas, dificultades para respirar, problemas gastrointestinales, dificultad para masticar, tragar o hablar, debida a la atrofia de las cuerdas vocales, o la presencia de dolor neuropático. La conducción de la información nerviosa a distancia es realizada por un axón con una envuelta de mielina. La mayoría de los tipos de enfermedad de Charcot-Marie-Tooth se producen por mutaciones en la envuelta de mielina, pero algunas afectan directamente al axón. No es el único caso de un trastorno neurológico que afecte más a los gitanos que a los payos. Por poner otro ejemplo, también se ha detectado en romaníes una hipoplasia pontocerebelar de tipo 1. Este trastorno se caracteriza por una degeneración y muerte de las neuronas motoras del asta anterior y del cerebelo así como signos de atrofia muscular espinal. Los niños con este trastorno muestran debilidad muscular desde el nacimiento, hipotonía y una insuficiencia respiratoria, muriendo frecuentemente antes de su primer cumpleaños. Uno de los salvoconductos que obtuvieron aquellas primeras comunidades romanís llegadas desde oriente fue entregado por Charles, conde de Egmont, al conde Martin Gnougy, nacido en el Pequeño Egipto. Era ya el año 1495, y aunque el salvoconducto protegía al gitano y a su familia, establecía una nueva condición: que no permaneciesen en ningún lugar más de tres días. No es extraño que en la bandera del pueblo gitano, diseñada ya en el siglo XX, aparezca una rueda de carreta, símbolo de libertad, entre el azul de cielo y el verde de la tierra que pisan. Una de estas carretas acabó, quien sabe cómo, en el jardín de Roald Dahl, el autor de "Matilda", "Willie Wonka y la fábrica de chocolate" y muchas otras obras maestras de la literatura infantil. En ese jardín hay un invernadero con los melocotones gigantes de James, tres variedades de uvas del desierto y hasta las famosas cebollas mamut de Robinson. En él también puede encontrarse la siguiente frase "el que no cree en las cosas mágicas, no las encontrará jamás". Quizá por eso nunca se ha sabido donde estaba localizado el Pequeño Egipto. Para leer más:
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