UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 04 Dec 2013 11:44 PM PST
Jusepe Martínez habla de él mencionando su calidad como retratista en estos términos: "…en particular salió uno que en retratos fue singularíssimo, llamado Rincón. Unos dicen que fue portugués: otros, castellano. Sea de donde fuere, fue gran pintor. Sus cabezas son oy mui estimadas." En El Prado se conserva también su retrato de Francisco Fernández de Córdoba y Mendoza, hijo del conde de Cabra, Julia López Campuzano la describe así:
"Se trata de una obra con mayor complicación compositiva, debido [...] a los dos milagros representados en el cuadro: el injerto de la pierna del 'moro' al sacristán, que ocupa la mayor parte de la escena, y el milagro de la resurrección del aldeano al que por su boca se le había introducido una serpiente mientras dormía, figura que aparece situada en el ángulo inferior izquierdo de la tabla, y sin relación con la escena principal. El milagro del injerto de la pierna al sacristán, parece ajustarse al relato de La Leyenda Dorada, ya que el enfermo, aunque incorporado en el lecho, parece dormido. En el primer plano el pintor ha dispuesto sobre el suelo y paralelamente al espectador, el cuerpo del negro difunto, envuelto en un sudario blanco, junto al que se ha colocado la pierna de color claro y llagada del hombre al que se ha realizado el trasplante. Junto a la cabeza del cadáver se sitúa uno de los santos médicos, San Cosme de pie, portando en sus manos una cajita con compartimentos y una espátula. La cama del enfermo se dispone ligeramente escorzada para proporcionar espacio a este santo, al mismo tiempo que se pretende dar sensación de profundidad. Del otro lado del lecho se encuentra San Damián, sujetando la pierna de color negro con su mano izquierda y bendiciendo la unión con su derecha [...]. También aquí preside la Virgen con el Niño [...]. Dos muebles con hornacinas en la parte superior, que contienen una serie de bustos, se disponen escorzados a ambos lados de la estancia y ayudan a construir un espacio que se nos muestra bastante agobiado. La colcha con brocados de oro, el tapiz, e incluso las túnicas de los Santos Cosme y Damián reflejan todavía la tradición gótico-mudejarista española".
Según cuenta la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, el diácono Justiniano, que trabajaba en dicha basílica se hallaba al borde de la muerte debido a una grave isquemia en una de sus piernas, quizá causada por un ergotismo (en otros casos se dice que era un cáncer que le había corroído la carne de la extremidad) El diácono rezó a los santos implorando su curación. En un sueño se le aparecieron Cosme y Damián al lado de su cama, portando instrumental quirúrgico (cuchillos, ungüentos) y vistiendo una túnica y una capa. Amputaron entonces la pierna enferma al diácono y Cosme preguntó a su hermano "¿Qué hacemos ahora?" Damián le respondió: "en el día de hoy ha muerto un hombre moro (etíope en otras versiones) y ha sido enterrado en el cementerio de San Pedro ad Vincula. Podemos usar una de sus piernas pues ya no la necesita". Así lo hicieron, cortaron la pierna del difunto y la unieron al muñón del diácono utilizando uno de sus ungüentos. Al despertar, Justiniano sintió que había recobrado fuerza y salud. Recordó el sueño y al mirarse la pierna, vio que estaba sana y sin rastro alguno de enfermedad aunque –lo más llamativo- era negra. El asombrado diácono acudió al cementerio donde con la ayuda de varias personas curiosas abrieron la tumba y hallaron el cuerpo de un hombre negro sin una pierna y a su lado la pierna enferma del diácono. Fueron así testigos –fin de la historia— de este milagro. El milagro de San Cosme y San Damián se englobaría en lo que actualmente llamamos trasplante de tejidos compuestos, que son todavía experimentales y que engloban los trasplantes de manos, brazos, cara o piernas. Un trasplante de tejido compuesto lleva normalmente piel, músculo, tendones, nervios y vasos sanguíneos de otro humano. En ocasiones incluyen también huesos, cartílago o glándulas salivares. Si la conexión de los nervios es adecuada, el sistema nervioso central se hace cargo de los nuevos tejidos que se incorporan a la vida cotidiana del paciente. Así, en los trasplantes de cara dos años después de la operación los pacientes pueden comer, beber y hablar gracias a la fusión progresiva e integración funcional entre los músculos trasplantados y el sistema nervioso propio. Los trasplantes de tejidos complejos tienen la dificultad enorme de la operación y también que el índice de rechazo agudo es muy alto por lo que los receptores necesitan ser estabilizados con un fuerte tratamiento con fármacos inmunodepresores. Posteriormente se forma lo que se denomina un tejido quimérico entre el tejido nativo y el trasplantado que se van entremezclando, lo que ayuda a que gradualmente el cuerpo acepte el material nuevo como propio y se pueda ir rebajando la medicación anti-rechazo. Los pacientes que van a recibir un trasplante complejo deben someterse a una evaluación psiquiátrica para asegurar que tienen la estabilidad mental para sobrellevar el trasplante, la fase de recuperación y de mantenimiento. Tienen que entender los riesgos y beneficios de la cirugía y tener suficiente fuerza mental y apoyo para someterse a todo el proceso. Este tercer trasplante, realizado en enero de 2007, tenía el triple en extensión del realizado en Dinoire y era por un tumor de gran tamaño que había infiltrado y desfigurado el rostro del paciente causando una parálisis completa en un lado del rostro y una parálisis parcial en el otro. Este tumor estaba causado por una neurofibromatosis de tipo I, una de las posibilidades presentadas para el caso de John Merrick, el "Hombre Elefante". En este caso la enorme deformidad era más el resultado de un crecimiento anómalo del tejido sano que de un auténtico tumor por lo que la separación entre tejido sano y tejido aberrante no era nítida. En este caso extrajeron la parte inferior del rostro, incluyendo músculos y nervios y la reemplazaron por una región similar de un donante. Durante los primeros tres meses, el paciente no pudo mover su cara, pero poco a poco fue recuperando movilidad (nervios motores) y sensibilidad (nervios sensitivos). Pudo cerrar su boca completamente, hablar y comer pero el cirujano que le operó, Laurent Lantieri, comentaba que tenía problemas para sonreír porque la disposición de los músculos no era perfecta y la sonrisa implica una coordinación neuromuscular muy compleja. El paciente recuperó la habilidad para guiñar el ojo, algo que había perdido los últimos diez años y empezó a aparecer en sus sueños con el rostro nuevo en vez de con el que había tenido anteriormente. Finalmente, pudo recuperar gran parte de su vida incluyendo su trabajo como contable. Se temía las consecuencias psicológicas de recibir partes faciales de otras personas y modificar significativamente la apariencia propia. Pero eso quedó solventado tras las declaraciones de la primera trasplantada de rostro, Dinoire cuando contaba que podía hablar, beber sin que se le cayera el líquido, comer normalmente, sonreír, gesticular, besar y hacer prácticamente de todo. Cuando le preguntaron sobre los posibles problemas psicológicos, Dinoire lo negó, mostró su alegría y contestó "me devolvió una identidad porque sin una cara, yo no era nadie". La causa de la discapacidad de Jensen fue un problema surgido durante una operación en el que se bloquearon sus vías respiratorias. El colapso hizo que la laringe dejara de funcionar y durante esos años se tuvo que comunicar con un sintetizador de voz, un aparato que imita el sonido humano. Puesto que ese bloqueo le generó también problemas para respirar normalmente se le tuvo que hacer una traqueotomía e insertarle un tubo para respirar a través de una abertura en la garganta. Tras la operación se confiaba que con la nueva tráquea podría recuperar la función respiratoria normal. El tiroides se trasplantó también porque era necesario para una correcta irrigación sanguínea de la laringe. En la operación se empalmaron numerosos vasos sanguíneos pero también cinco nervios mayores para maximizar el control voluntario sobre los músculos del trasplante. El milagro de San Cosme y San Damián fue en cierto modo superado por el médico español Pedro Cavadas. El once de julio de 2011 Cavadas y alrededor de cincuenta colegas realizaron en el Hospital de La Fe en Valencia el primer trasplante de las dos piernas a un hombre que había perdido las suyas en un accidente de tráfico. Normalmente un trasplante de pierna no es una opción muy recomendable porque hay prótesis magníficas que permiten una buena funcionalidad y el trasplante exige el tratamiento inmunodepresor pero el hombre que había perdido estas piernas habían sido amputadas muy cerca del torso por lo que había muy poco tejido para fijar una pierna artificial. La Organización Nacional de Trasplantes revisó, como en todos los casos, las características del receptor y dio el visto bueno a la operación como prácticamente la única opción. La estimación de Cavadas era que pudiera mover las rodillas en unas pocas semanas y empezar a caminar en seis o siete meses. Además, hizo falta un intenso trabajo de fisioterapia para ir recuperando el control y la funcionalidad de ambas piernas. Desgraciadamente, dos años después, en junio del 2013 hubo que amputar las dos piernas al paciente trasplantado por una complicación provocada por una enfermedad distinta al trasplante. Para tratar esa segunda enfermedad, cuya naturaleza no se hizo pública, era necesario dejar de tomar la medicación inmunosupresora ya que esos fármacos dificultaban el proceso. El gran reconocimiento popular que tuvieron Cosme y Damián se debió, al parecer, a que ejercían la medicina y la cirugía sin pedir una remuneración a cambio, por lo que atendieron a gran cantidad de pobres y excluidos en su provincia del Imperio Romano. Pedro Cavadas era, según sus palabras, el prototipo de cirujano rico y ambicioso. Sin embargo, la muerte de un hermano y sus estancias en África le llevaron a cambiar de vida y a crear la Fundación Pedro Cavadas, organización sin ánimo de lucro que se dedica a la cirugía reconstructiva en África. La misión de la Fundación es, según sus propias palabras, ayudar a aquellos que no pueden elegir y a la vez devolver aquello que nos ha sido dado. Para leer más:
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