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UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 27 Jan 2014 02:32 PM PST
La invención del juego de la Oca tiene lugar, según se cree, en la antigua Grecia, concretamente se atribuye a los soldados aqueos —nombre que según Ángel Gómez-Morán proviene de la voz “Aq”, que significó “oca”— que durante el asedio a Troya se entretuvieron en sus largos meses de hastío tirando dados y tabas e inventando juegos de azar. El juego de la oca es una metáfora de la vida, tiene un principio y un fin, aparecen animales, puentes, laberintos, posadas y prisiones, y se avanza entre riesgos y retrocesos, gracias a la
constancia y la suerte. La propia oca, protagonista del periplo tiene un fuerte carácter simbólico. La antigua civilización egipcia consideraba que el mundo había nacido de un huevo de oca y la misma guerra de Troya se desata por el rapto de la bella Helena, hija de Zeus transformado en cisne y de Némesis transfigurada en oca. De ellos nació un huevo que fue entregado a Leda y de esa estirpe se origina el pueblo heleno. Uno de aquellos griegos fue Hipócrates (460-370 a.C.), contemporáneo de Sócrates y Platón, un protocientífico que buscaba la verdad sobre el cuerpo humano, sobre la salud y la enfermedad. Un médico mítico del que sabemos muy poco. Su padre, médico en el templo de Cos, como también lo había sido su abuelo, decidió que Hipócrates reuniera el conocimiento de las principales escuelas del saber, que fuera el mejor médico. Él mismo, su progenitor, fue su primer profesor, enseñándole cuánto sabía. Cuando vio que necesitaba ir más allá, que sus conocimientos no eran suficientes, buscó distintos preceptores para instruirle, los mejores médicos en Abdera, en Tesalia y Tracia, en Macedonia, en la Isla de Tasos y en algunas ciudades de Asia. También se cree que visitó Egipto, donde conocería los trabajos médicos que se le atribuyen a Imhotep, el médico que fue convertido en dios de la medicina y la sabiduría. Tras su larga y viajera etapa de estudios, Hipócrates funda y dirige la Escuela de Medicina local en Cos. Importa las enseñanzas de sabios como Herodicos de Selymbre, Gorgias el Sofista, y el propio Demócrito de Abdera. Tras la muerte de su padre, cruza el Egeo hacia la Grecia continental y se instala en Atenas, el principal núcleo cultural de las ciudades-estado, en un momento en que Pericles es el Strategos de la ciudad y se está levantando el Partenón. Además de lo que le han enseñado sus maestros, Hipócrates va adquiriendo una importante formación práctica. Parte de ella viene de la atención a los heridos en la desastrosa guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) donde el militarista estado de Esparta amenaza la supervivencia de una Atenas donde impera el miedo y el caos. En este período, Hipócrates fue convocado por los reyes de Iliria para que fuese a ayudar en una epidemia de peste que devastaba sus ciudades, pero Hipócrates se negó, porque dedujo que la peste pronto llegaría a Atenas (como así fue, llevándose entre muchos otros a Pericles) y que sus servicios serían más necesarios allí. Mandó encender grandes hogueras por toda la ciudad, lo que se cree que disminuyó la virulencia de la peste, y alcanzó un enorme prestigio ya que los que se mantuvieron cerca de las hogueras no enfermaron. Hipócrates fue siempre un patriota griego. El rey Artajerjes de Persia, conocedor de su fama le llamó para combatir una epidemia posterior ofreciéndole una fortuna en oro, pero Hipócrates se negó por la enemistad histórica entre los griegos y el imperio persa. Hipócrates y los que se han llamado médicos hipocráticos, el conjunto de autores presumiblemente coautores de las teorías atribuidas a él, tenían poco conocimiento de la función del cuerpo humano, sano o enfermo. Sin embargo, su obra significa un enorme salto hacia delante. Sobre todo, Hipócrates rechaza las causas sobrenaturales de las enfermedades y busca explicaciones lógicas y naturales a través de la observación y manteniendo un seguimiento y un registro del estudio de los casos donde anotaba regularmente y de manera precisa muchos síntomas, incluyendo la complexión, el pulso, la fiebre, el dolor, los movimientos y la excreción. Hipócrates propuso que había que estudiar no solo la enfermedad sino al propio paciente. Para ello analizaba su entorno, sus costumbres y los antecedentes familiares. El germen de lo que ahora llamamos historias clínicas, algo que supuso un giro radical. Además pensaba que era la Naturaleza la responsable de la curación, y que el médico solo podía intentar ayudar, facilitar la evolución natural de los pacientes. Por ello, intentó erradicar la práctica imperante de curanderos, magos y sacerdotes y rechazó la idea de que la enfermedad fuera debida a dioses o demonios. De hecho, dijo abiertamente que los charlatanes y los sacerdotes de los templos se apoyaban en los dioses para encubrir su propia ignorancia. Hipócrates criticaba que los sacerdotes pudieran recibir ofrendas y conseguir ascendiente si “curaban” un enfermo, pero no se hicieran responsable si la “voluntad de dios” seguía otro camino y el paciente no sanaba. Los conocimientos de Hipócrates quedaron recogidos en el “Corpus Hippocraticum”. El origen de estas cincuenta y tres obras parece ser la instrucción de Ptolomeo Soter, el primero de los gobernantes griegos de Egipto, de reunir todo el conocimiento humano para la biblioteca de Alejandría. Algunos de los escritos más buscados eran los de Hipócrates, considerado ya entonces como el Padre de la Medicina. Los eruditos alejandrinos recogieron todo lo que estuviera remotamente relacionado con Hipócrates y lo empaquetaron bajo esa denominación de Corpus Hippocraticum o colección hipocrática. En estos escritos aparece la preocupación constante por el carácter ético de la profesión médica cuyo ejemplo más paradigmático es el enunciado deontológico que lleva su nombre: el juramento hipocrático:
Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higía y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia.
Hipócrates configura al médico como un profesional, caracterizado por una disciplina y una forma de actuar respetuosa y rigurosa. En Sobre el médico, otra de las obras del Corpus Hippocraticum, recomienda que los médicos siempre vayan bien aseados y sean honestos, tranquilos, comprensivos y serios. Algunos de sus aforismos más famosos son “”Si no puedes hacer el bien, por lo menos no hagas daño.” “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina.” “Aquellos que tienen un exceso de peso mueren antes que los flacos” También sugería “un poco de ejercicio… y caminar… no comer hasta hartarse”. Aunque no se conocía apenas nada sobre las enfermedades infecciosas señalaba que “en las heridas hay miasmas que causan enfermedad si entran al cuerpo”. Parece que usaba para los dolores un extracto de un árbol que él llamaba salicasia por extraerlo del sauce (Salyx) la misma fuente de donde nosotros fabricábamos la aspirina. Finalmente indicaba algo que sin duda suscribo: “El médico debe incluir sabiduría en la medicina y medicina en la sabiduría.” Su fama fue tal que llegó a ser considerado un semidios, descendiente directo de Esculapio o Asclepio por vía materna y de Hércules, por línea paterna. A esa fama contribuyó sin duda su gran longevidad. Hipócrates murió a las afueras de Larissa cuando contaba según unas fuentes 90 años y según otras, 104.Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a mis padres, compartiré él mis bienes, y si lo necesitara, le socorreré. Consideraré a sus hijos como si fueran mis hermanos y, si quieren aprender la ciencia médica, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa. Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie más. Aplicaré los tratamientos de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos. Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la cirugía, dejando tal operación a los que se dedican a practicarla.En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos. Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos. Mantendré en secreto todo lo que pudiera ser vergonzoso si lo supiera la gente. Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria. Con respecto al encéfalo, los médicos hipocráticos consideraban que era el centro de control del cuerpo y en el Corpus Hippocraticum hay uno de los párrafos más hermosos sobre el funcionamiento de este órgano
Los hombres deben saber que del cerebro y solo de él vienen las alegrías, las delicias, el placer, la risa y también, el sufrimiento, el dolor y los lamentos.
Hipócrates y su yerno Polibio parecen ser los autores de la teoría de los humores, que se mantendría vigente durante siglos. Dicha teoría consiste en la interacción de los “cuatro humores”: Sangre, Bilis Amarilla, Bilis Negra y Flema que corresponden respectivamente a los cuatro elementos: Aire, Fuego, Tierra y Agua. Cada humor esta relacionado con dos de las cuatro cualidades: Cálido, Húmedo, Seco y Frío. A su vez, la predominancia de uno de los cuatro humores marcaría cuatro tipos distintos de hombres, cuatro modelos de comportamiento: Sanguíneo, Colérico, Bilioso y Flemático. Siguiendo esta forma de razonar, todas las enfermedades resultarían de una perturbación en el equilibrio humoral, por el exceso o la corrupción de uno de los humores. Por lo tanto, entre las pocas cosas que el medico podía hacer era intentar restablecer el equilibrio de los humores mediante sangrías, dietas, purgas y otros procedimientos. Aunque sean tratamientos que actualmente han caído en muchos casos en desuso, constituyen un avance radical frente a la medicina anterior donde lo que se hacían eran oraciones, conjuros, interpretación de los sueños o ceremonias de purificación para expulsar los demonios.Y por él, adquirimos sabiduría y conocimiento, y vemos y oímos y sabemos lo que está bien y lo que está mal, lo que es dulce y lo que es amargo. Y por el mismo órgano nos volvemos locos y deliramos y el miedo y los terrores nos asaltan. Es el máximo poder en el hombre. Es nuestro intérprete de aquellas cosas que están en el aire Es llamativo que al mismo tiempo que se iba estableciendo la teoría de los elementos fundamentales, Alcmeón realizó unas de las primeras disecciones de las que tenemos noticias, describió los nervios ópticos y propuso que el cerebro era el órgano central de los sentidos y del pensamiento. Conectando toda esa información, los médicos hipocráticos consideraban que el cerebro era la fuente de la flema
Si las rutas para el paso de la flema desde el cerebro se bloquean, la descarga entra en los vasos sanguíneas, esto causa afonía, atragantamiento, espuma en la boca. Todos estos síntomas se producen cuando la flema fría se descarga en la sangre, que es caliente, congelando de esta forma la sangre y obstruyendo su flujo.
Con respecto a la enfermedad mental, en el Corpus Hippocraticum hay muchas referencias a problemas del movimiento, incluyendo varios tipos de parálisis y ataques. Algunos pueden encontrase en el tratado titulado “Sobre las lesiones de la cabeza”, donde se asocian correctamente lesiones en un lado de la cabeza con convulsiones en el lado opuesto del cuerpo. Conociendo que tras el daño en la cabeza se producen esas convulsiones y parálisis, el escritor advierte contra la manipulación del cerebro. Hay también referencias ocasionales a la pérdida del habla. Un paciente había perdido la voz junto con un parálisis del lado derecho del cuerpo, lo que actualmente sabemos que sucede tras una lesión en el hemisferio cerebral izquierdo. Otra parte importante es el estudio de la epilepsia, la llamada “enfermedad sagrada”. Otra leyenda atribuye a Hipócrates el descubrimiento de enfermedades que no tenían una base orgánica sino un trasfondo mental, lo que ahora llamamos enfermedades psicosomáticas. Entre ellas destaca la curación de Perdicas, rey de Macedonia. Según se cuenta, Hipócrates dedujo que la enfermedad de Perdicas era un problema debido a que se sentía atraído por Phila, una concubina de su padre. Su diagnóstico propició la curación del enfermo.Empezamos hablando del juego de la Oca y luego hablamos de Hipócrates. Intentemos conectar ambos. Hipócrates planteó que deberíamos estudiar la vida humana en nueve períodos de siete años cada uno. Esos períodos estaban definidos por un hecho determinado (dentición, pubertad, madurez, crisis) y el total hace 63 años. El juego clásico de la Oca está formado por nueve grupos de siete casillas cada uno. Esos grupos están diferenciados por una casilla determinada, la que ocupa una oca. Hacen por tanto un total de 63 etapas, 63 casillas antes de alcanzar el punto final, el mismo número señalado por Hipócrates. Para leer más:
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