De entre las sugerencias que nos hicieron las familias
con relación a los lugares de la localidad donde había zonas de árboles, jardines o huertas, descubrimos la existencia de unos huertos urbanos, que casualmente están bastante cerca de la escuela en una calle en la que viven dos de nuestros alumnos. Así, en la planificación de rutas por O Milladoiro, contemplamos la visita a esas huertas urbanas.
Pocos de nuestros pequeños y de sus familias sabían de la existencia de estas huertas creadas hace pocos meses por el ayuntamiento, por ello tuvimos que explicar en qué consisten, quién puede tener una, y las diferencias con respeto a las huertas de las casas de sus abuelos o familiares. Dimos con
la ordenanza municipal, y así supimos de las 48 Huertas Municipales Sostenibles y Solidarias:
-Cuál era su finalidad: promover buenas prácticas ambientales de cultivo, gestión de residuos, ahorro del agua, agricultura ecológica, recuperación de usos y costumbres de la agricultura tradicional, preservación de variedades autóctonas, favorecer la integración de colectivos, mejorar la alimentación y salud …, o potenciar el uso educativo de estas huertas.
-Quién podía tener una huerta urbana: cualquier vecino de Ames mayor de edad; 14% de ellas para personas en situación de riesgo social, otro 14% para mayores de 65 años.
-Cuáles eran las condiciones: cuidarla y trabajarla, no comercializar los productos, no emplear pesticidas ni fertilizantes químicos, no llevar animales, instalar gallineros, hacer pozos, emplear trampas para animales, derrochar el agua o hacer fuego.
-Cultivos permitidos: plantas hortícolas y florales de tradición local, aromáticas y medicinales. No permitidos: arbustos y frutales, ni transgénicos o psicotrópicos.
-Horario: desde una hora antes de la salida del sol incluso una hora después del atardecer.
-Colaboración: préstamo de utensilios y herramientas compartidos para lo cual siempre hay una caseta donde guardarlas.
Consideramos necesario saber estas condiciones que hacen de las huertas urbanas algo bastante diferente de cualquiera otra huerta.
Preparados, anunciada la visita a las familias (con la petición de que llevaran a sus hijos para así saber ellos también de las huertas), planificada la ruta en el plano, hecha una lista de posibles verduras y hortalizas que encontraríamos, escuchados compañeros que acompañan a sus padres adjudicatarios de alguna huerta, nos pusimos al camino, llevando como guías los dos niños que viven en esa calle.
Llegados a los huertos, vimos que estaban cerrados perimetralmente con alambre y que había un portal; allí una de las mujeres que trabajaban nos invitó a pasar. Antes le hicimos entrega de nuestro regalo, una placa para señalizar las Huertas urbanas. Entre todos los que allí estaban, nos fueron dando explicaciones de las plantaciones, de los cuidados, del uso de herramientas y recursos comunes, y tuvimos ocasión de comprobar todo aquello que nosotros ya sabíamos de las huertas.
Siendo una actividad muy interesante desde el punto de vista didáctico, a la vuelta a la escuela, recomendamos a las demás compañeras que retrasen la visita para el mes de septiembre, ya que, ahora los niños/as tan sólo ven las plantaciones pero no los frutos, que es lo que más facilmente reconocen.
El día siguiente, hicimos una actividad sobre lo que no vimos: los frutos.
Para ello, llevamos a la escuela 30 variedades de verduras, hortalizas y legumbres, que observamos, olimos, conversamos y clasificamos en función de si lo que se le come crece encima o bajo tierra; si se le comen las hojas, los tallos, los frutos, las semillas o las raíces. Complementamos la información con el "
Atlas ilustrado de las verduras", de Susaeta y con "
Una cocina tan grande como un huerto", de Michael Serres y Martin Jarrie, en Kókinos
Sabemos que esta actividad todavía puede dar mucho juego, pero debemos recordar que estamos a punto de cerrar el curso y los niños/as están muy cansados, y que en este caso, esta visita vino derivada de las visitas por el entorno, y ese era el objetivo.
Aun estando cerca de la escuela, nosotras queremos insistir en la idea que apuntábamos en la entrada "Huertos escolares ecológicos", en la que me hablábamos de la posibilidad de que los centros cediesen unas pequeñas parcelas para convertirlas en esas huertas urbanas de las que tanto se puede aprender a lo largo del año, y tanto intercambio puede propiciar con otras personas.
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