Sí, lo digo alto y claro. Odio las pruebas de Competencias Básicas. Odio esas pruebas que nadie sabe de dónde han salido, que pasan a nuestros alumnos de cuarto de ESO y que, como mucho, miden la capacidad de nuestros alumnos para enfrentarse con exámenes estandarizados. Sí, si uno se considera docente no puede menos que odiar este tipo de pruebas. Más aún si se tiene claro que lo de las Competencias Básicas es un timo, orquestado por personajes variopintos (muchos de los cuales no han dado nunca clase en los cursos en los que se aplican) que, lamentablemente, vende muy bien cara a la galería. Sí, a la gente le encanta que los alumnos cada vez estén más controlados. Sí, a muchos padres les encanta ver que sus hijos son sometidos de forma continua a exámenes. Sí, que si a los padres no les llegara el boletín de calificaciones, a muchos les daría un infarto y considerarían que el sistema educativo no cumple su labor. Este asociacionismo prueba-evaluación-informe es algo que está demasiado extendido en nuestro país.
Fuente: Néstor Alonso
Hoy en mi centro se están pasando estas Pruebas. Pruebas que vienen unos docentes "de fuera" a pasar "a nuestros" alumnos. ¿Desconfianza de la administración educativa? ¿Es que no confía en sus docentes? Porque, si esto es así... que coja y envíe a sus inspectores a ver qué pasa. Porque insinuar que no confías en los profesionales que tienes es mucho peor que no hacerlo. Y eso es lo que se desprende de este tipo de pruebas estandarizadas y homogéneas.
Además, también resulta curioso cómo reacciona el colectivo docente ante tamaña intromisión. Ayudando y colaborando a pasar esas pruebas. Avalando con sus actuaciones un despropósito como el anterior. Sí, he sido el único docente de mi centro que me he negado a pasar esas pruebas. Sí, he cogido esa hora en la que había de repartir etiquetas y exámenes, la he cambiado a un compañero y, me he ido a hacer guardia. Una guardia que he reconvertido en clase. Una guardia en la que he aprovechado para preparar material para mis alumnos. Porque, mi trabajo es enseñar. Mi trabajo no incluye el vigilar pruebas externas en las que no creo y que, a mi entender, están muy mal diseñadas. Y ese es el trabajo que me gusta.
Me importa tres pepinos que mi salario vaya a estar relacionado con el número de alumnos que "superen" las pruebas de Competencias Básicas. Me importa un nabo que haya unas pruebas que, en un par de días, determinen mi cualificación profesional porque... como no creo en esas pruebas y sí en los alumnos, tengo muy claro lo que he de hacer. Los alumnos se merecen recibir el mejor trato posible. Sí, con su justa exigencia. Pero, cuando la exigencia pasa por algo que nadie sabe de dónde viene y, al ver las pruebas, no hay manera de defenderlas delante de los chavales, más vale ignorarlas. Sí, yo exijo en mi aula. Exijo y hago trabajar muchísimo. Sí, no hago exámenes porque mi sistema de evaluación y manera de entender la docencia no lo contempla pero, todos mis alumnos tienen muy claro qué deben hacer para aprobar conmigo. Para inventos variados ya tenemos a la administración. Y lo de las Competencias Básicas no deja de ser un burdo invento para seguir estandarizando, en etapas obligatorias, a unos alumnos demasiado heterogéneos.
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