En 1584 llegaba a la localidad toledana de Esquivias el gran escritor español Miguel de Cervantes. Cervantes se había trasladado a aquella bella ciudad para recuperar los poemas autógrafos de Pedro Laínez, un escritor amigo suyo que había fallecido. Fue allí donde el autor de El Quijote conocería a su esposa, Catalina de Salazar, una mujer que fue su compañera incondicional a pesar de las largas ausencias de su famoso esposo. Viuda de Cervantes, fue depositaria de sus últimas obras manuscritas.
Catalina de Salazar Palacios nació en noviembre de 1565 en Esquivias, una localidad de Toledo en el seno de una familia de hidalgos. Sus padres, Hernando de Salazar y Catalina de Palacios tuvieron otros cuatro hijos además de Catalina, la segunda de todos ellos.
Catalina fue educada por su tío, un cura llamado Juan de Palacios quien la instruyó en el conocimiento del latín y otros saberes. En febrero de 1584 el padre de Catalina fallecía dejando a su esposa y los tres hijos que aún vivían en una situación económica precaria. Fue en aquella época cuando Cervantes arribaba a Esquivias a tratar con Juana Gaitán, viuda de su amigo el poeta Pedro Laínez, la recuperación de parte de su obra.
Tres meses después de conocer a Catalina, Miguel se casaba con ella. Mientras ella era una muchacha de apenas diecinueve años que nunca había traspasado los límites de Esquivias y se había acercado someramente a la cultura gracias a su tío, Cervantes era un soldado de treinta y siete años que ya había luchado en Lepanto y había vivido en ciudades lejanas como Roma o Argel.
No es de extrañar que la vida en las tranquilas tierras toledanas terminara pronto para Cervantes quien encontró constantes excusas profesionales para viajar a otros lugares más interesantes para él. Ausencias, a menudo largas, que mermaron el ánimo de Catalina quien tenía que soportar las continuas críticas de sus conciudadanos.
Iniciado el nuevo siglo, Catalina y Miguel se instalaban en la corte en Valladolid donde compartían hogar con dos hermanas del escritor, una sobrina y una hija ilegítima de él. En 1606 la familia Cervantes se trasladaba con la corte a Madrid donde permanecerían hasta su muerte.
El matrimonio ingresó en la orden Tercera de San Francisco donde ambos buscaron consuelo espiritual en los últimos años de su vida.
Miguel de Cervantes fallecía en abril de 1616 sin haber publicado su última obra, Los Trabajos de Persiles y Sigismunda, publicación de la que se encargó la propia Catalina. Los restos de Cervantes fueron enterrados en el Convento de las Trinitarias donde también sería enterrada Catalina de Salazar, tras su muerte el 30 de octubre de 1626.
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