No hay duda que, en un mundo cada vez más globalizado, con la existencia de mayores monopolios en todos los sectores económicos, ha de existir alguien que quiera meter mano a un sector tan importante como es el educativo. Sí, controlar la Educación mundial, algo impensable hace una década, cada vez se está volviendo más sencillo. Y, como no podía ser de otra manera, ya hay un grupo que se ha postulado como ganador en este control: Pearson. Sí, Pearson ha pasado de ser un grupo editorial a ser quien dicta las directrices de la gestión educativa mundial. No hay país que se libre de su influencia. No hay ningún sistema educativo, salvo los que se niegan a usar pruebas estandarizadas externas, que hayan podido sustraerse a su control.
No entiendo que, con los controles monopolísticos que ejercen algunos países para evitar el dominio de determinadas empresas en ámbitos estratégicos, permitan que Pearson esté gestionando, de forma prácticamente unilateral, PISA y la mayoría de exámenes estandarizados que se realizan en la mayoría de países. ¿Alguien cree que una empresa con ánimo de lucro, que cotiza en bolsa, va a querer lo mejor para los alumnos o para sus cuentas de beneficios? Por cierto, lo de los beneficios lo van a gestionar a largo plazo porque, por si alguien aún no lo sabe, las pruebas PISA y otros estándares que, a partir de ahora ya se realizarán (o se están empezando a realizar en algunos países) mediante dispositivos informáticos
están monitorizando la actividad de los alumnos. Sí, están haciendo un minado de datos que permite a Pearson vender esos datos a empresas de terceros o gestionarlos para el futuro. No es sólo el dinero, es la información. Y Pearson, ávida de poder, va a por todos los detalles.
Dejar en manos de Pearson el control y la gestión de la Educación mundial es algo muy grave. Más aún cuando la Educación es uno de los sectores más estratégicos de cualquier país. Un sector que va a marcar el desarrollo de esos países a medio y largo plazo.
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