No existen las decisiones educativas, existen las decisiones políticas. Sí, por mucho que hablemos o expresemos bondades acerca de una determinada metodología, la introducción o el uso de determinadas herramientas e, incluso, apostemos abiertamente por modelos educativos donde prime una determinada tipología de centro educativo, realmente lo que estamos haciendo es posicionarnos políticamente.
Puedo apostar por Linux en las aulas y estoy, más allá de cualquier otra cuestión, expresando una posición política. Algo tan básico como es decidir entre el uso de un sistema operativo libre u otro privativo es una decisión política. No hay motivos técnicos por mucho que algunos se empeñen en defender el uso de tabletas de una determinada marca como sanctasanctórum de la educación, lo que hay es una ideología tras su uso. Sí, usar Linux tiene una connotación política. Al igual que usar Windows o iOS. No hay ningún tipo de cuestión técnica que marque la diferencia, hay diferentes concepciones acerca de lo que debe ser la educación.
Lo mismo con otras cuestiones no tan básicas. Leyes educativas que lo único que sirven es para realizar un determinado tipo de política. La LOMCE es una ley política y nadie lo discute pero, la LOGSE también lo fue en su momento. Las leyes son producto de decisiones políticas. No hay interés en alumnos ni en ningún tipo de actor educativo, hay directamente necesidad de aceptar un determinado tipo de presiones u otras. No hay ley educativa, hay posicionamiento político.
De lo más básico a lo más complejo. De lo más inocuo a simple vista a lo más difícil de disimular. Cuando un país adopta una determinada decisión educativa lo está haciendo por cuestiones políticas. Cuando un padre decide que su hijo se mezcle sólo con hijos de padres del mismo poder adquisitivo está tomando una decisión política. Cuando un docente decide, o no, utilizar un libro de texto está posicionándose abiertamente en un determinado lugar del espectro político. La educación no es nada más que la suma de decisiones políticas. No hay interés de mejora educativa ni, tan sólo, ningún concepto que pueda denominarse "educación". Hay una política que se expresa en el aula. Política que, casi siempre, tiene más que ver con cuestiones ideológicas que con cualquier otro tipo de asunto. Seamos claros, aprender las tablas de multiplicar de memoria también es un acto político que tiene mucho más detrás que el simple hecho de poder realizar en un futuro operaciones matemáticas de una forma mucho más ágil.
Por tanto, aceptando que todo lo que sucede en las aulas es política, lo único que debemos analizar es qué tipo de política queremos para nuestros alumnos. Y eso se decide en las urnas o haciendo política a diario. Lo demás, ficciones educativas que nos montamos en determinadas ocasiones.
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