En el video, el Dr. Mario Vestfrid habla sobre cómo opera el aprendizaje por imitación, del rol de las neuronas espejo en la convivencia escolar y la importancia de enseñar con el ejemplo en los primeros años de vida.
El aprendizaje es una de las herramientas más poderosas e importantes que tenemos como especie humana, dado que no venimos equipados para la supervivencia como otros animales. Algunos neurobiólogos afirman que esta capacidad está relacionada con redes de "neuronas espejo", un grupo de células nerviosas implicadas en la construcción de nuestra vida social y cognitiva en cuanto responsables de la empatía.
Propuestas por primera vez por el neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti, las neuronas espejo serían un tipo de células que se activan indistintamente cuando llevamos a cabo una acción o simplemente cuando la vemos o escuchamos de otros, haciéndolas propias. Se cree que utilizamos diferentes sistemas de estas unidades para entender e interpretar las acciones, las intenciones y el significado social de los comportamientos y emociones de los demás.
Esto explicaría en parte nuestra capacidad de aprender de la experiencia indirecta y de sentirnos identificados con los demás, hecho que en el caso humano se remitiría a la adquisición de nuevas pautas de comportamiento para enfrentarnos al mundo y adecuarnos al resto. Es por ello que para Rizzolatti, las neuronas espejo "podrían cambiar la comprensión de la cultura, la empatía, la filosofía, el lenguaje, la imitación, el autismo y la psicoterapia".
Aprendizaje por imitación y conducta social.
El aprendizaje es un proceso personal que no sólo depende de la carga genética, sino también del entorno próximo y del contexto socio-cultural. Para Giacomo Rizzolatti, la existencia de las neuronas espejo sería la demostración de que "estamos diseñados para aprender por imitación", una línea de investigación que podría ser clave para comprender cómo opera el aprendizaje durante los primeros años, incluso antes del desarrollo del lenguaje.
Un motivo para dar importancia a la
estimulación temprana no sólo en la promoción de las habilidades cognitivas y emocionales de nuestros niños sino también por el peso que puede cobrar en el desarrollo de lo social, en un momento en que la
plasticidad cerebral —la capacidad adaptativa del sistema nervioso central— es mucho mayor.
Esto también puede ser un llamado de atención sobre lo que miran nuestros niños en la televisión o para analizar los ejemplos que les entregamos como adultos.
Se atribuye a las neuronas espejo la interpretación e interiorización de las intenciones y el estado emocional de los demás, lo que resultaría clave en el proceso de socialización y adquisición de pautas de comportamiento en los primeros años. Estos hallazgos no sólo resultan útiles para optimizar nuestro rol educativo y la convivencia escolar en base a cómo opera nuestro cerebro sino también a pensar en posibles aplicaciones médicas para corregir problemas que pueden causar disfunciones en lo relacional.
Según el Dr. Christian Keysers, las emociones sociales como la culpa, el orgullo, la vergüenza, el desagrado estarían relacionadas con la actividad de las neuronas espejo en la ínsula. Por su lado, científicos como Marco Iacoboni creen que el autismo puede resultar de un daño o disfunción en ciertos sistemas de estas células, esenciales para la socialización, lo que abre posibilidades de tratamiento.
La historia
Todo comenzó en 1996 cuando Giacomo Rizzolatti y su equipo investigaban el funcionamiento de neuronas motoras en una región de la corteza de los monos macacos y uno de los científicos entró con un cono de helado. Al llevárselo a la boca, la máquina acusó el movimiento del primate aunque éste no había hecho nada.
De ahí la teoría sobre este tipo de neuronas a la vez motoras y sensoriales a las que se ha denominado neuronas espejo, neuronas especulares e incluso neuronas copionas, que se han localizado en la corteza premotora, en el lóbulo parietal posterior, en el surco temporal superior y en la ínsula. Ejemplos simples serían el "contagio" del bostezo, el estornudo y el llanto o la ocurrencia de fenómenos de masa.
Sin embargo, no existe consenso en la comunidad científica sobre la existencia ni sobre el funcionamiento de estas células nerviosas, por lo que se requiere reunir más evidencia en seres humanos.
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