A estas alturas de la película llamada LOMCE, con defensores y detractores de la misma pululando a tutiplén, con políticos cuyo único interés es la defensa ideológica de "su modelo" educativo, con docentes pidiendo participar en la redacción de cualquier ley educativa que les afecte y, como no, con gran parte de la sociedad más preocupada de la supervivencia diaria, del coste de los libros de texto que van a tener que asumir en septiembre y, como no, de elegir un centro educativo que satisfaga sus necesidades personales dentro de la libertad de elección que existe en nuestro país, hay algo que pocos siguen sin ver... que el cambio educativo NO vendrá sólo de la comunidad educativa. Sí, no me causa ningún pudor decir que ninguna mejora educativa va a darse en nuestro país sin contar, de forma global, con la sociedad civil. Con toda la sociedad civil, no sólo con aquellos que trabajan en las aulas o quienes tienen hijos en edad escolar. No me sirve. Da un sesgo demasiado importante a algo en lo que deberían participar todos los ciudadanos.
Cuando veo que las leyes educativas no son más que distribución de horas y apuntalamientos ideológicos varios. Cuando tengo claro que cada aula se convierte en una pequeña república independiente donde el docente hace lo que puede y cree que debe. Cuando veo que los únicos intereses reales son la adopción de estrategias para perfilar un modelo único de futuros ciudadanos con derecho a voto, es que hay algo que falla. No es un pacto educativo entre sectores implicados. Es una necesidad de intervención de toda la sociedad civil en su conjunto. La Educación es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos. Y, aún peor, considerar que alguien tiene, de forma individual, la varita mágica para solucionar todos sus problemas.
Si conseguimos hablar más de Educación y menos de cuestiones anecdóticas quizás podremos empezar a hablar de cambio. Cuando las mesas sectoriales, donde intervienen los políticos responsables de la Educación en nuestro país, se realicen bajo luz y taquígrafos y, no sólo bajo notas de prensa de los políticos que se sentaban en las mismas, sesgando el contenido para hacerlo apto para sus votantes, será posible empezar un debate más amplio sobre un tema que debería preocuparnos a todos. No son sólo las siglas lo que importan ni, tan sólo, si existen o no, centros educativos privados gestionados con dinero público o se da religión en las escuelas. Creo que todo debería formar parte de un debate más amplio. Un debate en el que nos jugamos mucho. Un debate que, por desgracia, y salvo intentos muy puntuales de grupos que intentan mejorar las cosas, no existe para la sociedad civil. Quizás es momento de dedicar espacio en horario prime time a la Educación. Quizás, en lugar de potenciar programas de consumo masivo muy poco educativos, debamos apostar por una programación que plantee preguntas. Porque, si uno no plantea preguntas, al final, la respuesta, en caso de existir, se descontextualiza.
Necesitamos un cambio educativo pero, tengo muy claro que el mismo no vendrá individualmente de los partidos políticos, ni de los docentes, ni de los padres, ni de aquellos que comentan en la barra del bar la noticia manipulada mediáticamente sobre el sistema educativo que han consumido hace bien poco.
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