En personas con graves trastornos del lenguaje expresivo, el dibujo puede suponer una vía muy adecuada de buscar formas de comunicación.
Siempre y cuando las capacidades residuales de la persona lo permitan, el dibujo puede plasmar sus ideas y necesidades de manera más o menos compleja.
Detrás de ello, según mi opinión, existe un trabajo maravilloso en el que os invito a zambulliros. Tenemos que tener en cuenta que detrás de cada trazo existe cognición y cada conjunto de lineas, curvas o movimiento aleatorio nos dará una información muy interesante de los dominios cognitivos del paciente.
Aquí surge un enorme trabajo, al igual que cuando trabajamos expresión u otros componentes de la comunicación, donde tenemos que guiar ofrecer estrategias para que la persona perfeccione la técnica y cada vez la pueda utilizar como sistema de comunicación aumentativo y/o alternativo. ¿A qué me refiero con ésto?. Pues que habrá que trabajar la iniciativa para dibujar, la facilitación para poder llevar a cabo ese dibujo en diferentes contextos, poder plasmar ideas del entorno cotidianas, disminuir las perseveraciones o barreras que puedan influir en el entendimiento por parte del interlocutor de los dibujos, la ampliación de mensajes gráficos,....
En este punto me gustaría incidir en algo que siempre comento con mis compañeros. Tenemos que tener claro qué queremos conseguir para poder demandar de una manera clara las cosas a nuestros pacientes. Muchas veces, la comunicación falla no porque nuestro paciente no sea capaz de indicarnos lo que quiere decir, sino porque no llegamos a entender totalmente lo que hay detrás de aquello que nos indica. Ésto en el dibujo también ocurre y hay que tener en cuenta eso para poder guiar correctamente al paciente.
Para muestra un botón. En la imagen de este post vereis tres dibujos en una mesa. Os contaré la historia para crear alguna reflexión.
La tarea que estábamos intentando hacer es dibujar lo que era para el paciente cómo indicaría que ha ido al centro de rehabilitación a realizar sus terapias. Me parecía muy bonito que no solo realizara el dibujo él, sino que esa misma tarea la realizáramos mi alumna de prácticas y yo (siempre digo que deberíamos realizar las mismas tareas que demandamos a nuestros pacientes para ver realmente que variables estamos valorando y donde puede estar el problema, que muchas veces no reside en el componente que creemos que estamos valorando). Pues bien. Fijaos que mi dibujo fue el único que difería a los dos. Ellos dos coincidieron en dibujar una mesa con personas conversando mientras yo di importancia al lugar físico. Sencillamente maravilloso. Tal vez si me hubiera mostrado rígido no habría entendido lo que me quería decir y, en cambio, era yo quien pretendía plasmar un pensamiento diferente en esta tarea. ¿Quién tenía razón?. Nadie y todos. Todos nos estábamos comunicando, eso es irrefutable.
Cada persona es un mundo y su cerebro único. La comunicación es un proceso genuino para cada momento y tenemos que tener claro que no siempre las cosas van a suceder como lo esperamos. Cada uno responderemos de manera diferente a las mismas cosas y tenemos que entrenarnos para poder leer la cognición que de esos eventos surge.
Lo que digo siempre. Tenemos la gran suerte de vivenciar una profesión maravillosa, espontánea y que permite generar todo tipo de emociones, a cada cual más distinta e inquietante.
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