Los niños con TEA tienen una probabilidad cuatro veces mayor de sufrir problemas gastrointestinales que el resto de la población. Es un dato que se conocía desde la primera descripción clínica del autismo en los años 1940 y es muy posible que esas molestias tengan que ver con la tendencia de muchos niños con autismo a restringir su dieta a unos pocos alimentos favoritos, un
tema que causa profunda preocupación en los padres. Un grupo de investigadores del centro médico de la Universidad de Columbia ha encontrado evidencias en ratones de que estos problemas digestivos pueden estar causados por los mismos cambios genéticos implicados en los cambios comportamentales y sociales característicos de este trastorno. El estudio ha sido publicado en el Journal of Clinical Investigation.
La idea del estudio es que en algunos casos de autismo hay mutaciones genéticas que inhiben la actividad de la serotonina. La serotonina es una molécula que actúa como neurotransmisor, llevando señales de una neurona a otra. Sin embargo, el cerebro solo contiene un 5 % de la serotonina total del cuerpo y la mayor parte actúa en el sistema gastrointestinal. Por lo tanto, una mutación que afecte a la actividad de la serotonina tendrá efectos no solo en el cerebro sino también en el tubo digestivo. Las personas con un TEA tienen un tercio más de serotonina en las plaquetas, que deriva principalmente del tubo digestivo.
Los investigadores estudiaron el desarrollo del sistema gastrointestinal en un ratón, modificado por investigadores de la Universidad Vanderbilt, que tiene una mutación que está presente en algunas personas con autismo. La mutación disminuye la actividad de la serotonina al incrementar la actividad del transportador de recaptación de serotonina (SERT), una proteína que vuelve a meter la serotonina dentro de la neurona para reciclarla y que al hacerlo disminuye la neurotransmisión.
Los ratones con la mutación en SERT tienen un comportamiento que recuerda mucho a los de los niños con autismo. En concreto, los ratones vocalizan menos, muestran comportamientos repetitivos y evitan el contacto con otros ratones. En el último estudio, los investigadores han descubierto que estos ratones tienen menos neuronas de lo normal en el intestino, problemas de mantenimiento en el epitelio que rodea la luz del intestino y movimientos más lentos del contenido intestinal. Estos cambios aparecen en ratones jóvenes y persisten en la vida adulta. Como otro dato significativo, ese movimiento intestinal lento hace que los ratones tengan estreñimiento, una queja frecuente en niños con autismo.
El estudio es de los primeros en sugerir que los aspectos neurológicos y gastrointestinales del autismo pueden, al menos en algunos casos, surgir de una anomalía subyacente común. Por tanto, da credibilidad a la idea de que los problemas gastrointestinales son una característica innata del autismo, al menos para algunas personas.
El estudio también encontró que los cambios gastrointestinales en los ratones podían prevenirse si durante la preñez se administraba a las madres prucalopride, un fármaco que imita la habilidad de la serotonina para estimular el desarrollo neuronal. De esa manera, podían prevenir los cambios gastrointestinales en ratones con la mutación en SET aunque aun falta por ver si esos cambios se pueden revertir una vez que ya han aparecido.
Independientemente de todas estas observaciones, es importante que tanto las familias como los médicos se den cuenta que los problemas gastrointestinales son reales y comunes en los niños con autismo. Si además no son verbales o tienen problemas sensoriales es muy posible que tengan dificultades para explicar lo que les duele o les molesta y, por tanto, si hay evidencias de estrés o dolores de tripa, un problema gastrointestinal es algo que merece la pena considerar.
Los investigadores también se plantearon que si la baja actividad serotonérgica causaba déficit en el número de neuronas gastrointestinales, poca motilidad intestinal y problemas en el mantenimiento de la mucosa gastrointestinal, querían ver si una alta actividad serotonérgica durante el desarrollo incrementaría la generación de células nerviosas, aceleraría la motilidad del intestino y mejoraría el mantenimiento de la mucosa intestinal. Para explorar esta idea, los investigadores aumentaron la actividad de la serotonina en los ratones dando a las hembras preñadas antidepresivos que actúan como inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (SSRI), como el Prozac que incrementan los niveles de serotonina inhibiendo el SERT o bloqueando el gen de SERT, generando lo que se conoce como un ratón knock-out (SERTKO)
Como se podría esperar las crías mostraron cambios en sus sistemas gastrointestinales que eran los opuestos a los encontrado en el modelo murino de autismo. Las crías de los SERTKO y de las madres tratadas con SSRI tenían demasiadas neuronas gastrointestinales y un intestino que se movía con rapidez. Mientras el epitelio intestinal del modelo en ratón de autismo era muy delgado, en los SSRI y SERTKO era demasiado grueso.
Solamente un estudio ha analizado los trastornos gastrointestinales entre los niños de mujeres que estaban en tratamiento con SSRI durante el embarazo. El estudio encontró que estos niños tenían una probabilidad de tener un trastorno gastrointestinal diez veces superior a la de la población general. Eso no implica que deban dejarse de tomar antidepresivos, una depresión es una enfermedad grave y sus efectos pueden ser mortales pero los médicos deben conocer estos efectos secundarios para poder hablar con sus pacientes y tomar decisiones bien fundamentadas.
Para leer más:
- Margolis KG, Li Z, Stevanovic K, Saurman V, Israelyan N, Anderson GM, Snyder I, Veenstra-VanderWeele J, Blakely RD, Gershon MD (2016) Serotonin transporter variant drives preventable gastrointestinal abnormalities in development and function. J Clin Invest Apr 25. pii: 84877.
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