Un curso más, el cuarto, cerramos el blog por vacaciones y como en las anteriores ocasiones aprovechamos para hacer una reflexión balance.
Éste fue uno de los más duros que recordamos. La climatología no ayudó a aguantar la invernía permanente, ya que no hubo ningún anticipo del verano hasta el momento de su entrada; los críos estuvieron como fieras en jaulas los nueve meses. Las noticias y declaraciones vertidas (o recogidas) en los medios por los políticos y otra casta de pseudopensadores fueron demoledoras. Pero lo peor de todo, fue ver las situaciones de empobrecimiento acelerado de muchas de las familias de nuestro alumnado y de cómo ésto les está afectando. Estamos convencidas de que, lamentablemente, serán años que quedarán en nuestro recuerdo.
Hubo días que incluso pensamos que nada merecía la pena. Así hacia mediados de curso Innovarte sufrió su particular crisis, teniendo un "paro biológico" de un mes.
Por fortuna siempre hay algo que nos hace tirar para delante: los niños y niñas. Y por el contrario acordamos dejar de escuchar y leer todo aquello que nos era perjudicial para nuestra salud. Decidimos que teníamos que edificar nuestra propia mirada sobre la realidad escolar, poniendo en positivo todo aquello que la hace grande pese a la adversidad.
Los medios no suelen recoger –ni podrían- lo que acontece en las aulas en los últimos días de curso, y es una lástima, porque todas esos gestos de agradecimiento que se reciben por parte de las familias y del alumnado son el alimento del profesorado. Los recortes son terribles, las decisiones educativas son desatinadas, la presión social sobre la escuela es injusta, las críticas a los docentes son intencionadas, pero lo que nos hace comprometidos/as con nuestra profesión es el agradecimiento de nuestro alumnado. Puede parecer un disparate, pasamos todo el año echando chispas y a pesar de todo, un gesto, una mirada, un abrazo, una palabra, un hecho en el último minuto del último día de clase pode hacernos olvidar todos los disgustos sufridos y en ese momento empezar a pensar sobre los preparativos para el próximo curso. Somos gente extraña.
Los cómicos y los artistas suelen ser el colectivo sobre el que existe la creencia de que son gente rara, pero en realidad puede que los enseñantes seamos aun más singulares; también puede ser que tengamos mucho con los cómicos y con los artistas. Somos un colectivo hecho de una pasta especial. Al igual que ellos, un aplauso al final de la función es todo cuanto pedimos. Bien pensado somos muy fáciles de contentar, lo que no sabemos es por qué no se hace. Es una pregunta que nos formulamos muchas veces: ¿cómo es posible que individualmente cada familia nos esté agradecida por lo que hicimos por su hijo o hija, y sin embargo luego parece que tenemos a toda la sociedad en nuestra contra? Un misterio.
Sumado a eso, los docentes somos unos "adictos", estamos enganchados a los efectos que nos produce ver la eclosión de cada uno de nuestros críos, que, como la secuencia que se recoge en el siguiente vídeo es un momento mágico y único. Los docentes de verdad, los que tienen la sensibilidad para apreciar y valorar la singularidad de cada niño y niña, saben que, en un momento u otro, florecerán y darán frutos hermosos y que en ese proceso, la mano de un maestro/a es determinante.
Por desgracia eso lo desconocen muchos responsables de las políticas educativas, que quieren tener cultivos de invernadero, pensando, en su ignorancia, que todas las plantas –niños- son iguales, a las que hay que aplicarle los mismos cuidados para obtener los mismos resultados. ¡Pobres!, no saben ellos del subidón que da recoger frutos inesperados incluso de las plantas más raras, de esas que por no tener no tienen ni hojas, de esas que sobreviven en los climas más adversos, de esas que por su aspecto no se podría esperar nada de ellas, de esas que se defienden con sus espinas. ¡Pobres!, ellos no saben de estas substancias que nos producen esos efímeros momentos de felicidad a los docentes. ¡Lástima para ellos!, pero los adictos, a pesar de las prohibiciones, seguiremos consumiéndolos aunque sea a escondidas. No podemos dejarlo, estamos enganchados.
MAGNIFICA REFLEXIÓN, ESTAS CHICAS SABEN MUCHO
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