En las últimas semanas las consultas relacionadas con el cociente intelectual de los niños han tomado protagonismo. En este artículo pretendo volver a aclarar algunos aspectos clave sobre el cociente intelectual de los niños.
En primer lugar, quiero recordar que el CI, es el resultado de una división entre la edad cronológica de un sujeto y la edad mental. El cociente intelectual es el resultado de esa división multiplicado por 100. Por eso el resultado promedio es 100, es decir, que la división entre la edad cronológica y mental es igual a 1, por tanto son exactamente iguales.
Desde el punto de vista psicométrico se considera un CI normal, los valores comprendidos entre 85 y 115, por tanto 15 puntos de CI alrededor del promedio. El CI aporta una información limitada y genérica sobre el funcionamiento intelectual genera del sujeto.
Normalmente se requiere profundizar en las pruebas aplicadas para obtener conclusiones más afinadas sobre el rendimiento en diferentes aspectos de la capacidad intelectual del niño: lenguaje, memoria, atención, velocidad de procesamiento, orientación espacial, funciones ejecutivas... No todas las pruebas psicométricas (test) son válidas para calcular el CI de un niño.
En España las más aplicadas son las Escalas Wechesler, en sus distintas versiones: WIPPSI–III y WISC-IV. Las versiones anteriores siguen siendo válidas pero sus resultados no son tan precisos con la población actual. También es válido el test de inteligencia de Stanford-Binet, aunque es menos utilizado en España.
Otras pruebas pensadas para edades inferiores también obtienen el CI de los niños. Los test que se ofrecen on line y que se pueden encontrar en Internet no son válidos para medir el CI y no son reconocidos por la comunidad científica. Otras pruebas ofrecen puntuaciones equivalentes o similares a un CI, pero no se consideran estrictamente un Cociente Intelectual. Por ejemplo, es el caso de las matrices progresivas de Raven. Frente a lo que algunos puedan pensar, la fiabilidad y validez de los test es muy alta, siempre que se hayan aplicado por profesionales adecuados y respetando unas condiciones mínimas de aplicación y colaboración por parte del niño.
En edades tempranas, de 2 a 7 años, los valores obtenidos en el CI deben ser tomados con extrema precaución y contrastarlos con otros resultados, ya que no tienen un carácter definitivo y diagnóstico como en otras edades. Con esto quiero decir que si un niño de tres años obtiene un CI en el WIPPSI-III de 65, eso no significa por sí solo que padezca retraso mental; habrá que considerar otras informaciones antes de dictaminar ese diagnóstico.
Por último, sí me sorprende de muchos comentarios y consultas que he recibido en el Blog, el hecho de que a muchas familias solo se les facilitan los resultados cuantitativos de los test y acuden al Blog buscando interpretar esos resultados. Por propia experiencia sé que de cualquiera de los test de inteligencia (el WISC-IV, por ejemplo) es mucha la información que se puede obtener y proporcionar a la familia sobre el funcionamiento intelectual de un niño, sobre sus puntos fuertes y débiles y sobre las áreas y aspectos que requieren estimulación.
Jesús Jarque García
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