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Posted: 20 Mar 2014 01:08 PM PDT
Autor: Nicolas Poussin
Título: El Parnaso (#P02313) Cronología: 1630-1631 Óleo sobre lienzo (145 cm x 197 cm) Escuela francesa Nicolas Poussin nació en Les Andelys el 15 de junio de 1594 y desde niño demostró su talento para el dibujo. A los 17 años dejó Normandía y se trasladó a París donde el poeta italiano Giovanni Battista Marino (1569 – 1625) reconoció el talento del joven y le llevó con él a Roma. Sus primeros años en la ciudad de los papas fueron difíciles pues Marino partió para Nápoles y murió poco después dejando a su protegido sin amparo. Al menos antes de eso le introdujo en algunas de las principales familias nobles de la época. Por otro lado, Cassiano dal Pozzo, anticuario y secretario del cardenal Francesco Barberini, miembro de una de esas grandes familias, indujo en el joven francés el interés por al arte clásico, la filosofía y la literatura lo que enriquecería notablemente la vida, carrera y obra de Poussin. La sífilis marcó notablemente toda su trayectoria. Parece que se contagió al poco de su llegada a Roma donde tenía "el comportamiento de un demonio" y después de un ataque particularmente grave fue hospedado en casa de un compatriota, el pastelero Jacques Dughet, cuya hija Anne-Marie se encargó de cuidarle y se convertiría en 1630 en su esposa. Su éxito fue creciendo y el cardenal Richelieu le encargó una serie de bacanales. El rey Louis XIII admiró aquellos trabajos y decidió que Poussin decorase la Grand-Gallerie del palacio del Louvre, "invitando" al pintor a trasladarse de vuelta a París. Poussin, aunque fue nombrado Primer Pintor del Rey, detestaba las obras gigantes que le encargaron en la Corte, una "Última cena" para Versalles, cartones de tapices para la Fábrica de los Gobelinos, un "Triunfo de la Verdad" para Richelieu y fue además víctima de la hostilidad de otros pintores franceses, en particular de Simon Vouet. En 1642, con la excusa de que tenía que ir a recoger a su esposa, escapó a Roma y no volvió a Francia jamás. Nicolas Poussin no deja indiferente a nadie. Para algunos representa la cumbre de la pintura barroca en Francia, comparable a Velázquez, Caravaggio o Rubens; para otros es un pintor frío y cerebral, desprovisto de fuerza y emoción y de un nivel muy inferior a los anteriores. Probablemente la verdad, como suele suceder, esté a mitad de camino. En cualquier caso, esas disquisiciones probablemente dejarían frío a Poussin pues era un ferviente creyente en el estoicismo y tan solo el arte y sus estudios provocaban su interés; fama, fortuna, prestigio eran aspectos muy menores para él. Esa sobriedad y su meticuloso interés por el pensamiento y la teoría del arte le han granjeado el apodo del "pintor filósofo". Algunos otros detalles de su trabajo son el sentido posesivo de su obra, que le hacía rechazar la colaboración de aprendices o miembros de su taller; el cuidado exquisito de los bocetos y su transferencia al lienzo, valorado como él como una parte fundamental del acto creativo; el interés por la pintura de paisajes, que le convierte en un pionero de esta temática; los temas trágicos o directamente relacionados con la muerte donde no se busca la simpatía hacia los personajes sino hacer reflexionar al espectador sobre la inutilidad de las posesiones materiales y la brevedad de la vida; el rechazo a pintar escenas y sujetos populares como hacían los artistas españoles, italianos o flamencos, puesto que consideraba que solo los personajes mitológicos y los del inicio de la Cristiandad merecían ser pintados y el impacto sobre la evolución de la pintura francesa en la que, a pesar de desarrollar casi toda su carrera en Italia, se convirtió en el estilo oficial durante el resto del siglo XVII e influyó significativamente sobre artistas muy posteriores como Benjamin West, Jacques-Louis David o Paul Cézanne. El cuadro representa una escena mitológica donde el dios Apolo aparece junto a la fuente Castalia, personificada por la mujer desnuda, y rodeado por las musas —cada una de las cuáles porta objetos que permiten su identificación— y diferentes poetas. El que ocupa la posición central podría ser Homero, al que la musa Calíope coloca la corona de laurel mientras que dos amorcillos ofrecen a los poetas el agua que mana de la fuente, metáfora de la inspiración. Todos los personajes están cuidadosamente dispuestos, con unas tonalidades matizadas y en un ambiente sereno y luminoso. Se piensa que el cuadro es quizá un homenaje a Marino, su mecenas y amigo Curiosamente, el nombre de sífilis tiene también un origen mitológico y está relacionado con Apolo y la poesía pues es el nombre del protagonista de un poema "Syphilis sive morbus gallicus" descrito por Girolamo Fracastoro (1478-1533), médico, geógrafo y poeta italiano, cuyo héroe es un pastor llamado Syphilus que es infectado con la enfermedad y cubierto de llagas como castigo a Niobe, su madre, por haber insultado a Apolo. La madre, en un gesto comprensible, había dicho que sus hijos eran más bellos que el propio dios causando su ira. El poema está escrito en tres libros, en el primero se describe la evolución de la enfermedad desde la incubación, las primeras lesiones y la diseminación así como distintas formas y variantes. Los libros II y III describen los primeros tratamientos, el mercurio y el guayaco, la "madera sagrada de los indios americanos". La inspiración para este cuadro fue el "Parnaso" de la Stanza della Signatura, una de las cuatro salas del Palacio Apostólico del Vaticano pintadas por Rafael de Sanzio y que Poussin vio con seguridad. En el cuadro del Prado, como en otras obras de Poussin, vemos la cuidadosa planificación de la obra, desde los contornos a los colores; el uso de temas y personajes de la filosofía y el arte antiguo como inspiración; el aspecto clásico donde los personajes parecen estatuas grecorromanas; la incorporación de criterios teóricos que organizan el espacio como una escena teatral, la preeminencia de la línea sobre el color y la composición serena y equilibrada. Destacan en este "Parnaso" la armonía, el equilibrio, la contención, los gestos son retóricos y aparecen congelados mientras que las líneas de las siluetas son nítidas y bien definidas. En muchas obras de Poussin se dice que el artista empuja a sus personajes hacia la parte anterior de la obra, creando un muro de cuerpos que recuerda los frisos de los relieves de los sarcófagos clásicos. Además de El Parnaso, el Museo del Prado posee una importante colección de pinturas de Nicolás Poussin, ocho de autoría segura y otras dos más dudosas, que incluyen escenas mitológicas, religiosas y paisajes como El triunfo de David, Bacanal, Paisaje con edificios o Paisaje con San Jerónimo, valoradas entre sus mejores obras. En el estilo de Poussin fueron clave no solo las pinturas y esculturas que pudo ver en Francia y en Italia (Romano, Bellini, Tiziano, Rafael…) sino las obras de teatro, la poesía, la música, los tratados filosóficos que tanto le interesaron. Poseía una biblioteca magnífica y sus biógrafos le describen en una vida tranquila, casi contemplativa, siempre bajo el influjo de su enfermedad. En la década de 1650 la sífilis afectaba de tal manera a Poussin que sus brazos tenían una debilidad extrema y sus manos temblaban con lo que pintar se convirtió en un suplicio. Su esposa murió en 1665, lo que fue un golpe devastador para el pintor que moría poco después el 19 de noviembre del mismo año. La sífilis es una de las enfermedades infecciosas que mayor impacto ha tenido en la historia de la Humanidad. Entre las personas infectadas están Giacomo Casanova (1688-1764), Charles Baudelaire (1821-1867), Gustav Flaubert (1821-1880), Edouard Manet (1832-1883), Guy de Maupassant (1850-1893), Vincent Van Gogh (1853-1890), Vladimir Lenin (1870-1924), Benito Mussolini (1883-1945), Adolf Hitler (1889-1945), Al Capone (1899-1947) y muchos otros. Aparece de forma epidémica en Europa muy poco después del descubrimiento de América por lo que una opinión generalizada, la llamada hipótesis colombina, es que fue traída del Nuevo Mundo por Colón y su tripulación. Otros piensan –y ésta es la hipótesis precolombina- que ya existía anteriormente y se confundiría en los relatos médicos con otras enfermedades como la lepra y los cambios sociales del Renacimiento —incluidas las nuevas costumbres sexuales— hicieron que surgiera con fuerza. Sir William Osler llamó a la sífilis el "gran imitador" porque era fácil confundirla con otras enfermedades. El surgimiento de la sífilis en Europa también se ha relacionado con un grupo de esclavos africanos que fueron regalados a un capitán portugués llamado Gonçalves y la presencia en África de una enfermedad parecida, el pian o buba que bacteriológicamente es indistinguible de la sífilis pero que no es de transmisión sexual. Existe por último la llamada hipótesis unificada, en la cual Treponema pallidum habría surgido en el Viejo Mundo en forma de una infección no venérea de donde pasaría a Oriente Medio y al este de Europa como una sífilis endémica y de allí a las Américas en la forma del pian. Se han encontrado pruebas concluyentes de que las infecciones por treponema estaban presentes en las Américas antes de la llegada de Colón pues causan lesiones características algunas de las cuales dejan señales en los huesos. Son muy típicas áreas con aspecto de cráter situadas en la porción externa del cráneo llamadas caries sicca y la presencia de abultamientos causados por crecimientos anómalos y cavidades huecas en las tibias. Sin embargo, muchos casos observados en la América precolombina eran de niños o personas muy jóvenes por lo que se piensa que no se trataba de una enfermedad de transmisión sexual. Una cepa de América habría venido de vuelta como una infección no venérea y aquí, debido a las condiciones diferentes de clima, vestuario y prácticas sexuales, se habría seleccionado una variedad con una nueva estrategia de transmisión por vía sexual. Los primeros datos sobre una epidemia europea aparecen en Nápoles. Debido a la situación de caos en que vive la ciudad, el papa Inocencio VIII pide ayuda al rey de Francia Carlos VIII que envía en 1495 un ejército de 25.000 soldados para imponer el orden. Pronto una terrible enfermedad se extiende entre las tropas galas y las prostitutas que los acompañan. Los enfermos desarrollan bultos como bellotas que explotan y dejan cicatrices, sufren un terrible dolor en las articulaciones, putrefacción de los músculos y un olor repulsivo que atormenta a los enfermos y a sus cuidadores. Los franceses llaman a la enfermedad "el mal napolitano" y los sitiados el "morbo gallico" o mal francés. Los soldados de Carlos VIII son expulsados de Nápoles y siendo muchos mercenarios vuelven a sus países de origen expandiendo la enfermedad por todo el continente. La sífilis ha aquejado a millones de personas y ha influido sobre las costumbres sociales y sexuales durante cinco siglos. Los altos de crueldad de algunas víctimas de la sífilis como Iván el Terrible o Enrique VIII, podrían estar relacionados con los trastornos neurológicos que se producen cuando la sífilis afecta al encéfalo. Durante siglos los únicos remedios disponibles, de muy baja eficacia, eran las sales mercuriales de donde viene el dicho "Una noche con Venus y toda la vida con Mercurio". En 1905 Fritz Schaudinn y Erich Hoffmann descubren el agente causal de la sífilis, una bacteria de forma espiral denominada Treponema pallidum. En esa época de comienzos del siglo XX se calculaba que afligía a un 10% de los londinenses, un 15% de los parisinos y un 20% de los reclutas estadounidenses. Afortunadamente, la aparición de nuevos fármacos, el salvarsán en primer lugar inventado en 1910 por Paul Ehrlich, el prontosil por el que Domagk recibiría el premio Nobel en 1935 y la penicilina posteriormente, en 1943, permitió combatir, por fin con eficacia, la enfermedad vergonzante por excelencia, descendiendo abruptamente las infecciones en la segunda mitad del siglo XX. A pesar de ello, se diagnostican unos 12 millones de casos cada año y es un problema de salud pública en muchos países en desarrollo. El aumento de casos que se está produciendo en este Tercer Milenio, en muchos casos en conjunción con el virus de la inmunodeficiencia humana, se relaciona con la ausencia de medios protectores (condón) y las prácticas sexuales de riesgo como el aumento de la promiscuidad o la prostitución. Además, también se contagia la sífilis por vía congénita durante el embarazo. Cuatro variedades de Treponema pallidum causan cuatro enfermedades diferentes. La sífilis la causa Treponema pallidum subespecie pallidum, el pian la subespecie pertenue, el pinto, la subespecie carateum y el bejel la subespecie endemicum. Dentro de cada una de ellas hay distintas cepas y es necesario recurrir al análisis genético para identificar cada una de ellas. El pian y el bejel son otras enfermedades crónicas y debilitantes que no se transmiten sexualmente y que se contraen normalmente en la infancia. A mediados del siglo XX, el pian afectaba a miles de niños en las regiones tropicales. La OMS puso en marcha una campaña que fue enormemente eficaz. Se trataron cientos de millones de personas con penicilina y la enfermedad fue barrida de muchos países. Desafortunadamente han vuelto a aparecer casos en Ghana y la República del Congo, así como en otras áreas remotas sin apenas cobertura sanitaria. En 1995 la OMS estimó que había 2,5 millones de personas afectadas por el pian y de ellos, 460.000 eran infecciosos. Un problema es que parece que los treponemas viven también en animales salvajes, distintas especies de monos, lo que puede disminuir en gran medida las posibilidades de una erradicación total. El bejel es típico de las regiones áridas como Oriente Medio y de África occidental y se transmite por contacto boca a boca, utensilios contaminados y recipientes de bebidas. El bejel es muy raro. Aunque en 2012 hubo un caso en Irán, el caso anterior del que haya noticia tuvo lugar en Turquía veinte años atrás. El mal del pinto es una enfermedad endémica rural y suburbana de México, Centroamérica y Sudamérica que ataca a las personas que, por su extrema pobreza, viven hacinadas -en contacto físico las sanas con las enfermas-y que carecen de aseo personal. La sífilis fue también conocida como Mal de San Mevius , de san Jorge, san Denis, san Fiacrio, san Lázaro, san Job, San Evarius, San Roque, Santa Regina y más de otros cincuenta nombres que hacían referencia a santos que supuestamente ayudaban a superar la enfermedad. Era considerada una enfermedad de contagio frecuente y origen desconocido ("morbo rapido et incognito"). Finalmente, cada población acusaba a su "enemigo" de ser el causante de la enfermedad. Así, los italianos le llamaban el "male francese"; los alemanes, las frantzosischen Pocken (viruelas francesas) o directamente Franzosen (francesas); los holandeses les llamaban spanse Pocken (o viruelas españolas) y los magrebíes el Mal espagnol; el mal castillán, los portugueses; el mal des Portuguais los habitantes de las Indias orientales y los japoneses; el demonio francés o el demonio cristiano, los turcos y pueblos del Mediterráneo; el demonio turco, los persas y la enfermedad polaca, los moscovitas. Un ejemplo de esa habilidad que tenemos para echarle la culpa de nuestros problemas al vecino. Para leer más:
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