Últimamente da la sensación que a la imprescindibilidad de las TIC y del bilingüismo se está sumando una nueva moda. Una moda llamada programación (o, lo que es lo mismo, enseñar a los alumnos a entender conceptos rudimentarios acerca de ella, mediante diferentes programas -Scratch, AppInventor, etc.-). ¿Se trata de otra moda más o de una solución maravillosa a todos los problemas educativos?
A nivel personal me parece muy buena idea que se enseñe a programar a los chavales. Más allá de las
implicaciones políticas del asunto y de cómo se está pretendiendo implantar, no creo que esté mal que se aprenda a gestionar un aprendizaje lógico (que es lo que permite una asignatura de programación bien dada). Por tanto, ¿cuál es la pega? La pega, al igual que todas las que pueden surgir en iniciativas que, a priori, pueden ser interesantes, son las de siempre: improvisación, intereses espurios y, como no, el potenciar la estrategia de marketing por delante de las necesidades de nuestros alumnos. Algo que también sucede en lo anterior.
No creo en milagros educativos. Aún menos en potenciar la disparidad de asignaturas en función de decisiones políticas. Sí, la programación para mí es igual de imprescindible que la danza, que el teatro, que el ajedrez, que la cocina, que la oratoria, que... Sí, podemos hablar de la programación pero dentro de un diálogo más amplio. Un diálogo que se genere alrededor de lo qué pretendemos y de cómo vamos a hacerlo. Porque introducir o eliminar una asignatura del currículum es muy fácil. Tan sólo conviene a darle suprimir en el procesador de textos del Ministerio o de la Consejería de turno. Lo complicado es argumentar coherentemente dicha decisión.
Da la sensación que nadie está dispuesto a entrar en el problema educativo. Perder el tiempo en decisiones transversales (como es el tema de la programación) es obligar a dedicar esfuerzos a algo que, por importante que pueda parecer a algunos, es una simple gota dentro de un mar embravecido. Una decisión tomada a la ligera para intentar satisfacer a algunos. Algo que, más allá de su idoneidad, debe siempre estar pautado dentro de una visión global del sistema educativo.
Instrumentalizar decisiones educativas de poco calado como la anterior hace que, más allá de mantener a algunos contentos con la decisión, a otros expectantes y, a una gran cantidad de la comunidad educativa al margen, se viertan líneas y líneas sobre algo que realmente es poco importante. Demasiado poco.
¿Programar es imprescindible dentro del currículum? Sí, no o quizás, todo lo contrario. Quién sabe. Yo, como mínimo, no lo tengo nada claro. Y eso que lo hice el curso pasado con mis alumnos :)
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