Por mucho que nos empeñemos en considerar el día 1 de septiembre como la vuelta al curro, para los docentes la prueba de fuego se da en el momento en que nos encontramos determinadas caras, entre atónitas y expectantes, frente a nosotros. Momento en el que se puede dar por inaugurado el primer día oficial de instituto.
Hoy ha sido mi primer día. Despertador a las cinco y media de la mañana (es lo que tiene trabajar a casi dos horas de casa), pastillas listas (es lo que tiene haberte quedado enganchado hace un par de días) y, como no, una nesspresso conectada a la corriente mientras un cuerpo reacio a ser sometido a ningún estímulo intentaba despertarse debajo de la ducha. Esto de la ducha matutina a algunos se nos hace imprescindible.
Buscar el coche como es tradición. Sus buenos diez minutos ha llevado recordar dónde demonios aparqué mi coche el último día que lo cogí. Pensamiento que a las seis de la mañana, después de un rápido café, se resiste a iluminarse en mi mente. Vamos bien...
Encontrar coche, rezar para que en alguna emisora hablen de algo poco serio (esto de despertarse con noticias es entre sádico y poco recomendable) y empezar a hacer quilómetros. Autovía, carretera comarcal y desvíos que van tomándose, curiosamente, siempre a la izquierda. Ya lo dicen. Es lo que tiene ser pobre.
Llegar al instituto. Cinco minutos para que suene el timbre. Ojeroso al intentar dar los buenos días a esa manada de zombies que me rodean en la sala de profesores. Con una cámara se emula a George A. Romero pero dudo que nadie esté por la labor. Máquina de café sacando humo. Charlas banales. Visita al meadero. Que la vejiga a cierta edad ya se resiente.
Bueno, suena el timbre. Primera clase codo con codo con mi compañero de Departamento. Vamos a repartinos los alumnos de Tecnología de cuarto de ESO. A ver quién la ha escogido por ser deseo y quién por eliminación. Esto de meter Tecnología con sólo dos alternativas (entre las que se halla Música y Francés) es un auténtico despropósito. Bueno, haremos un grupo de Tecnología y otro de parapsicología. ¿A qué no sabéis cuál me he pillado? Si os digo que me va lo paranormal... Eso sí, buenos chavales que ya son viejos conocidos de uno.
Explicar cómo trabajar. Eso de que los padres van a participar en la evaluación. Qué herramientas se van a usar. Cómo lo vamos a hacer. Qué no tienes ni pajolera idea y que por eso vas a adaptarte a las necesidades. Qué sí, que a esa hora estoy muy falto de sueño y cariño. Espero no haber aburrido al personal pero, a esas horas inhumanas no creo que nadie tenga las neuronas en condiciones. Falta entrenamiento en muchos casos. Falta una dosis extra de cafeína en la pobre huérfana que me queda.
Seguir con Informática -también de cuarto de ESO- es otra puñalada a mi afligida capacidad de reacción. Explicar de nuevo cómo se va a trabajar. Visualizar el vídeo de presentación. Intentar concretar algo que, incluso para mí, me parece tan inconcreto como les debería parecer a ellos. Empieza el calor y empiezo a volver a notar que la lumbalgia vuelve a campar a sus anchas. Eso sí... toca disimular. Creo que la sonrisa falsa que inunda mi careto debe llevar a hacer pensar a los chavales que algo no va del todo bien. Contento de nuevo. Redescubriendo, como cada día, el placer que me da estar en el aula. Vale la pena.
Después hora y media entre frikismo informático... supongo que ir a comprar un disco duro externo porque el que tenemos hace un ruidito entre Camela y AC/DC mientras hablamos de la mala idea que tuvo quien pidió a los chavales comprar un netbook de arranque dual predeterminado con Windows 8, haciendo caso omiso a nuestras recomendaciones, puede considerarse como algo parecido a temas informáticos. Eso sí, todo aderezado con charlas acerca de Linux y otras cuestiones de lenguaje muy extraño (¿qué deben pensar los compañeros que nos escuchan?).
Almuerzo rápido y de vuelta al curre. Primero de ESO. Caras expectantes. Charla incoherente con explicaciones diversas acerca de lo que iban a hacer este curso en su optativa y cómo se llevaría a cabo lo anterior. Optativa que voy a derivar hacia competencias digitales que deberían haber asumido en Primaria. Algo que, no sé por qué, pero me huelo que no saben demasiado... ¿tendrá algo que ver la cara de susto al necesitar poner el código de la wifi del centro y las preguntas acerca de su ubicación? También es necesario un poco de filosofía y camuflar un poco la ironía... eso sí, sin dejar de los típicos ataques verbales a los políticos de turno, a quien inventó Windows y, como no, al resto de asignaturas prescindibles (Matemáticas, Lengua y similares). Prueba superada. Creo que les ha gustado. Al menos comentan que se les ha pasado rápido. Supongo que no debe ser tan malo lo anterior.
Seguimos ahora con el frikismo. Ubuntu, Lubuntu, Xubunto. Canviando escritorios de Linux. Probando distribuciones. Colgando material para el siguiente día. Cambiando aulas (eso no es muy friki pero hacer cambalaches para conseguir un aula con proyector -tenemos muchas pero en algunas horas están copadas- es harto complicado). Eso sí, todo lo anterior después de firmar las actas de septiembre (sí, aún no las había firmado pero estoy contento de esta vez no ser el último) y resolver un par de dudas informáticas a unos compañeros que te van pillando por el pasillo.
Ha sido duro. Placentero pero muy duro. Eso sí, ponerse a escribir dos horas después de salir del aula, con el tiempo justo para otro medio café, acerca de tu día ya roza el masoquismo. Masoquismo que, por cierto, me encanta.
Vale para redacción de Lengua en caso que la hubiera para profes.... ¿Qué has hecho tú el primer día de insti?
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