UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 12 Jan 2015 12:00 AM PST
Larry Young y Brian Alexander han publicado un libro sobre la química entre parejas titulado "The Chemistry Between Us: Love, Sex, and the Science of Attraction". Los autores inician su exposición indicando que, en términos biológicos, la fascinación de los machos humanos por los pechos de sus hembras es algo extraño. Los hombres somos los únicos mamíferos masculinos fascinados por los pechos en un contexto sexual y las mujeres son los
únicos mamíferos hembra cuyos pechos se agrandan al llegar la pubertad, independientemente del embarazo. Los humanos somos también la única especie que acaricia, chupa y mordisquea los pechos femeninos tanto durante los preliminares del sexo como en plenas relaciones sexuales. La respuesta es potente y durante esa estimulación de las mamas se producen en el cerebro femenino unas señales muy parecidas a las que se generan en la madre al dar el pecho a su bebé. Para Young y Alexander el interés masculino por los pechos es un proceso con una base neuroquímica y que surge de la especial relación que se forma entre la madre y el bebé durante la lactancia. Ese vínculo se forma por la producción y liberación de oxitocina en el cerebro de la madre y ese mismo mecanismo bioquímico, la síntesis de oxitocina en el hipotálamo y su liberación en la neurohipófisis, serviría también para formar fuertes lazos emocionales y psicobiológicos entre los dos enamorados. La oxitocina se sabe que interviene en tres fases importantes del establecimiento y consolidación de una pareja:
Los autores no se conformaban con estos datos científicos sino que indicaban también en refuerzo de sus planteamientos el éxito de una cadena de bares llamada Hooters donde las camareras son aparentemente seleccionadas por la talla de sus camisetas, revistas como Playboy y otros miles de evidencias más, incluyendo decenas de miles de años de arte aunque realmente no sabemos mucho de su significado. Dave Guthrie, un paleontólogo de la Universidad de Alaska Fairbanks, ha sugerido que esas pinturas en las paredes de algunas cuevas con enormes caderas, pechos y pubis podrían haber sido dibujadas por adolescentes y serían algo más parecido a un graffiti que al arte de nuestros museos. La atracción de los pechos es también ampliamente conocida por los publicistas. Según el antropólogo Scott Atran "los senos llenos señalan fertilidad y el desarrollo de la preferencia por ellos en el cerebro masculino es una buena estrategia evolutiva de apareamiento. Sin embargo, los senos femeninos son utilizados hoy en un sin número de cosas, para la venta de desodorantes hasta cervezas. Si un antropólogo marciano nos visitara asumiría que los senos realmente evolucionaron para vender productos a la Humanidad." También se piensa que la visión de unos pechos, o incluso de algo que se asocie a los pechos como un sujetador, afecta a nuestro cerebro, en particular a la capacidad de juicio y que empezamos a tomar algunas malas decisiones o a tener un juicio menos racional cuando somos expuestos a la visión de estas glándulas, algo que puede confirmar cualquiera que haya vivido en un Colegio Mayor. La evolución de la peculiar anatomía de las tetas ha sido también sujeto de debate científico. En un momento se pensó que puesto que los grandes pechos están hechos fundamentalmente de grasa mandaban el mensaje de que esa mujer tenía buena salud, estaba bien alimentada, era capaz de conseguir alimento y, por lo tanto, tenía buenas perspectivas de ser una compañera que ayudara al mantenimiento del hogar y criara hijos sanos. Esta visión un tanto políticamente correcta y machista no es aceptada por todos los científicos. Otra hipótesis sugiere que ya que muchos primates tienen sexo desde atrás, en muchas especies, chimpancés incluidos, las nalgas de la hembra son un factor principal para mostrar su receptividad y atracción. De acuerdo con esta hipótesis, en los humanos, donde la vista es el sentido principal y muchos encuentros sexuales son frente a frente, el perfil de los pechos habría evolucionado para parecerse en cierta medida a la silueta del trasero. Young y Alexander rechazan ambas hipótesis y usan una explicación neurobiológica: Cuando una mujer da a luz, el recién nacido empieza con rapidez a buscar comida y estimula los pechos de su madre. Los receptores sensoriales de los pechos mandan señales al cerebro que estimulan la liberación de una sustancia neuroactiva, la oxitocina. La oxitocina estimula la contracción de los músculos lisos del pecho, lo que provoca la eyección de leche en el pezón, con el consiguiente beneficio y satisfacción del recién nacido. Pero la liberación de oxitocina genera cambios en otras zonas corporales y en particular en el cerebro. La oxitocina que se libera en el cerebro de la madre cuando ve o toca por primera vez a su recién nacido, hace que su atención se centre en el bebé y que el niño –¡con el cabreo tantos padres que se sienten preteridos y celosos!- se convierta para ella en el ser más importante del mundo. La oxitocina junto con la dopamina consiguen asociar la imagen, el olor y los sonidos procedentes del bebé en los circuitos cerebrales de recompensa de la madre. Eso hace que la lactancia, la maternidad en general, se viva como una experiencia extremadamente gratificante y que refuerce biológicamente el vínculo entre la madre y el hijo, un vínculo que durará de por vida. Young y Alexander piensan que cuando una pareja sexual dedica su atención a los pechos de una mujer se produce el mismo fenómeno neuroquímico que durante la lactancia y el mismo circuito cerebral que afianza la relación entre madre y bebé refuerza el vínculo entre las dos personas que se aman. Siguiendo el mismo razonamiento, la combinación de la liberación de oxitocina tras las caricias, besos y atenciones a los pechos junto al incremento de la dopamina cerebral liberada por la excitación de los preliminares y el sexo mirándose a los ojos, ayuda a crear una "asociación entre el rostro y los ojos del amante con sentimientos de placer", construyendo esa "memoria" en los circuitos cerebrales. Así que la fascinación masculina con las tetas no es un problema de que seamos unos descerebrados sino que la evolución ha consolidado en nuestros cerebros masculinos una tendencia que redunda en una relación estable, algo que es provechoso para la crianza de los hijos y, por tanto, para el éxito biológico de la familia. Las mujeres debéis animarnos a seguir por este camino. Así que la liberación de la oxitocina puede explicar los cambios en el cerebro femenino y ser bueno para la supervivencia de la especie pero ¿por qué son atractivos los pechos femeninos llenos -o como diríamos en román paladino unas buenas tetas- para los hombres? Algunas ideas:
Este post tiene su lado frívolo pero el tema tiene implicaciones serias. Está en duda, hay datos contradictorios, si los pechos grandes implican un mayor riesgo de cáncer de mama. La asimetría de los pechos y la densidad de la mama (porcentaje de tejido no grado frente a tejido graso medido en una mamografía) sí se han relacionado con un aumento del riesgo de cáncer. Un estudio de 2012 por Eriksson y su grupo ha encontrado siete asociaciones entre una determinada variante genética y el tamaño del pecho, dos de los cuales también están asociados al cáncer del mama. En ambos casos, el mismo alelo va unido a un aumento del tamaño del pecho y a un aumento del riesgo de cáncer pero eso no implica que exista una correlación directa, algo que está todavía por demostrar. Para leer más:
|
You are subscribed to email updates from UniDiversidad. Observaciones y pensamientos. To stop receiving these emails, you may unsubscribe now. | Email delivery powered by Google |
Google Inc., 1600 Amphitheatre Parkway, Mountain View, CA 94043, United States |
No hay comentarios:
Publicar un comentario