Compañeros, estudiantes del máster de profesorado o futuros docentes, inspectores, padres, editores de libros de texto, consejeros y, cualquiera que tenga relación con el ámbito educativo, tenéis las puertas abiertas para visitar mi aula. No esperéis encontrar nada novedoso ni, tampoco ninguno de esos "efectos especiales" que se supone que tiene alguien que usa habitualmente las TIC con sus alumnos. Simplemente veréis un aula. Un aula como hay miles. Un aula con chavales, cada uno con sus características y, como no, con una manera de hacer clase digna del ser caótico más inimaginable. Sí, estáis invitados a ver mi aula. Mi manera de impartir (o no impartir) docencia. Los métodos que uso. Las herramientas que hago mías en función de flashes que vienen a última hora a mi cerebro. Sí, abro las puertas para todos vosotros.
No, no es una broma. Quiero que vengáis a verme. Estoy trabajando en un pueblecito de Tarragona. En La Sénia para ser más exacto. Más conocido por los muebles que por otra cosa. Un lugar donde me ha tocado recalar y del que ya os he hablado en algunas ocasiones. Ya tenéis la dirección. Ahora sólo falta que queráis venir. Bueno, y que mi Director os permita entrar en el centro para acudir a mi aula (y ahí poco puedo hacer).
Por cierto, no quiero que vengáis a ver lo bien que lo hago. Quiero que vengáis a comentarme propuestas. A ayudarme a mejorar en mi práctica diaria. A presionar para que, en próximos cursos (y, por qué no, en un lapso temporal más corto) pueda usar lo que me estáis enseñando. Porque quiero aprender. Sí, soy un egoísta. Quiero abrir mi aula para mejorar mi profesionalidad. Algo muy importante que, en demasiadas ocasiones, entre las cuatro paredes de tu aula, echas de menos. Abrir el aula a la red como he hecho este curso es sólo un sucedáneo. Quiero más. Quiero mucho más.
No soy mejor ni peor que mis compañeros. Quizás me arriesgo más al no depender del libro de texto. Quizás soy mucho menos objetivo en muchos temas. Quizás, y sólo quizás, es que no tengo ni idea de cómo dar clase y por ello mis bandazos cuasi diarios. Porque para mí la adaptación es crucial. Y la adaptación al contexto tiene mucho de puntual y demasiado poco de predecible. Por eso os informo que no puedo daros ni una pista de lo que encontraréis ese día. Si será una clase participativa. Si será una clase más unidireccional. Si estaré, como ayer, hecho una auténtica piltrafa, intentando sobrevivir a mis horas de clase. Intriga. Qué bonito que es ofrecer un menú sin saber ni tan sólo los ingredientes que van a servirse.
Sirva este post para invitaros a todos a mi aula. Sólo exijo una condición. Que, cuando salgáis por la puerta, estéis dispuestos a decirme sinceramente en qué podría mejorar.
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