La semana pasada tuve una conversación... no sé cómo definirla, de verdad. Vamos a dejarla en
sorprendente, que es el adjetivo menos negativo que le puedo aplicar.
Coincidí con una persona a la que hace muchos años que no veía y con la que nunca he tenido apenas relación, pero en las preguntas de cortesía que involucran a la familia, otra persona le indicó que mi hijo "tenía problemas" (esto enmarcado en que esta persona tenía problemas de movilidad adquiridos por una enfermedad degenerativa, y estaba hablando sobre ello).
Yo aclaré: -
Problemas no, lo que tiene es autismo.
(
Silencio).
El otro: - ¡Tú hijo es autista! Eso tiene que ser muy duro. Bueno, yo no sé casi nada de autismo, sólo lo que he visto en las películas.
(
Qué miedo).
Yo: - Bueno, las películas son películas, y normalmente buscan aspectos efectistas. El autismo es un espectro muy amplio y cada persona tiene sus propias características.
El otro: - Ya, sí, pero si no hablan... tiene que ser muy duro para ti como madre.
(
Paciencia, Rocío)
Yo: - sí que hablan. Hay personas con autismo que hablan y personas con autismo que no. Como te digo, es un espectro, eso significa que cada uno tiene afectadas diferentes áreas y en diferentes medidas, y la gran mayoría no tiene nada que ver con los personajes que hayas podido ver en las películas.
El otro: - ¿Y tu hijo habla?
Yo: - Sí, sí que habla. No mantiene una conversación como nosotros, pero se comunica y sabe hablar.
El otro: - Pero claro, tiene que depender muchísimo de ti, te tiene que tener muy atada. Tiene que ser muy duro.
(
Aguanta, Rocío)
Yo: - No sabría decirte, como mi otra hija, supongo. En determinados entornos, hay que tener cuidado porque todavía hay nociones que no tiene, como el peligro al cruzar. Pero vamos, no creo que en otras condiciones les perdiera de ojo igualmente... En temas de autonomía también necesita ayuda, pero va progresando.
El otro: - ¿Y va a un cole especial?
Yo: - No, va a un cole ordinario con apoyo.
El otro: - ¿Ah sí?
(
Apuesto a que ni se imaginaba esa posibilidad).
El otro: - ¿Entonces si tiene problemas de lenguaje, cómo se relaciona con los demás niños?
Yo: - A su manera. Ten en cuenta que los demás niños ya le conocen y saben entender lo que quiere o busca...
El otro: - ¿Y no se siente mal cuando ve que él es diferente de los demás?
(
Ay madre).
Yo: - Él no se ve diferente que los demás. Él es así, entiende el mundo y lo percibe a su manera, y no se plantea si los demás lo perciben igual. Él no se compara con los demás, y nosotros tampoco.
El otro: - Pues sí, tiene que ser muy duro para ti...
(
Y dale).
Yo: - En realidad, el principio es un trago, cuando lo diagnostican, pero luego cada familia lleva su trayectoria y la nuestra va bien. A mi me ha hecho aprender mucho... Y él va avanzando, y sobre todo es un niño muy feliz.
El otro: - Pues yo no me lo puedo imaginar...
(
No lo jures).
El otro: - ¿Y es verdad eso que dicen que cuando tienes un niño... mmm... un niño... eeeeh... bueno, un niño autista le quieres más que a los otros?
(
¡Hasta aquí hemos llegado!)
Yo: - No entiendo muy bien a qué te refieres. Yo quiero a mis dos hijos con el alma, a cada uno como es, y no podría cuantificar "cuánto" quiero a uno o a otra: les quiero todo lo que puedo. Oye, que me tengo que ir, encantada de verte.
(
Puerta).
Una pequeña muestra de taaaaanto camino por hacer, tanto desconocimiento, tantos prejuicios basados en la ignorancia.
Si me preguntan con curiosidad sana, con interés, estoy dispuesta a hablar, a compartir mis sentimientos y experiencia (que no siempre es fácil abrir esa compuerta), pero me niego a participar en un interrogatorio que lo que busca es confirmar tu (errada) visión de algo que no conoces.
Así, NO.
Lo siento, necesitaba el desahogo...
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