UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 02 Feb 2015 03:11 AM PST
La causa más común de los vómitos es una gastroenteritis pero en un 10% de los casos no se sabe cuál es el motivo. Algunos animales como las ratas o los caballos no pueden vomitar mientras que otros lo hacen de manera habitual, tanto para compartir la comida ingerida con otros individuos -trofolaxia-, algo común en los insectos sociales como las abejas o para librarse de un contenido no digerido como las bolas de pelo de los gatos o las egagrópilas de las aves rapaces —acúmulos de pelo, huesos, piel que estudiamos los biólogos para conocer de qué se alimenta una de estas aves. Originalmente, y es algo interesante, el vómito surge como una respuesta defensiva, un mecanismo de precaución. Los primitivos homínidos iban recolectando cosas comestibles: raíces, frutos, semillas, insectos, gusanos… El problema es que algunos de estos productos vegetales o animales son venenosos al igual que puede ser peligrosa la comida en mal estado y para cuando quieras aprenderlo, puede ser demasiado tarde. Para entender cómo funciona el área postrema es de gran ayuda tener en cuenta con qué regiones conecta:
Vomitar es un acto coordinado de una precisión asombrosa en el que se van poniendo en marcha sucesivamente una serie de etapas: 1º. Aumento de la salivación para proteger el esmalte de los dientes de los ácidos estomacales. 2º Profunda inspiración pulmonar para no tener carencia de oxígeno durante la duración del vómito. 3º Movimientos retroperistálticos en el tubo digestivo que llevan los alimentos medio digeridos al estómago tras relajar el esfínter pilórico para que puedan pasar en ese trayecto de vuelta. 4º Movimiento inspiratorio del tórax con la glotis cerrada, lo que genera una disminución de la presión intratorácica y fuerte contracción al mismo tiempo de los músculos abdominales generando un aumento de la presión abdominal, lo que favorece el movimiento retrógrado de los alimentos. La fuerza de este movimiento es tal que las personas que no ejercitan los músculos abdominales habitualmente pueden tener dolor muscular durante varios días tras vomitar como consecuencia de esas contracciones. 5º El esfínter inferior esofágico se relaja y los alimentos pasan del estómago al esófago. 6º El esófago, la laringe y la cavidad bucal empiezan a sufrir arcadas que generan finalmente el vómito. Todo esto implica una actividad biológica coordinada y una intensa actividad muscular. Por eso, se activa el sistema nervioso simpático, que aumenta la frecuencia del latido cardíaco para llevar más sangre a los músculos implicados, igual que cuando hacemos ejercicio. Otro proceso muy interesante y no menos desagradable es que es habitual que cuando una persona vomita, los que están cerca, en particular si huelen u oyen el vómito, tengan náuseas y terminen vomitando. Se llama el contagio del vómito y se supone que es también un proceso de base evolutiva. Muchos primates, y los homínidos seguro que lo hacían, buscan comida en pequeños grupos. El refuerzo negativo del vómito es fundamental. Es algo desagradable de sabor, de aspecto, de olor e incluso de sonido. Un estudio del Centro de Investigaciones Acústicas de la Universidad de Salford en Mánchester encontró que entre un grupo de «sonidos horribles», el del vómito era el que generaba mayor repulsión. Pinche aquí para ver el vídeo Las náuseas y vómitos se producen también cuando el cerebro recibe señales distorsionadas o siente mareos. Se cree que en este caso el cerebro experimenta sensaciones parecidas a las que nota cuando está siendo afectado por un tóxico y pone en marcha los mismos mecanismos aunque en este caso no sean de utilidad. No ha dado tiempo a que la evolución elimine este error, hace muy pocos milenios que algunas de estas cosas suceden. Un ejemplo conocido de todos son los mareos y vómitos que sufren muchas personas al subir a una embarcación, especialmente si la mar está rizada. Es también parte de lo que sufren muchos astronautas en condiciones de ingravidez, el llamado mal del espacio o síndrome de adaptación al espacio. Afecta aproximadamente a la mitad de los astronautas y los síntomas son vértigos, mareos, desorientación, alucinaciones visuales, náuseas y vómitos. Es debido a que la gravedad juega un papel principal en nuestra orientación espacial y los cambios como los que suceden en un viaje fuera de la órbita terrestre, requieren una adaptación en muchos de los sistemas fisiológicos del cuerpo. En general, al igual que sucede con los efectos del oleaje, el mal del espacio se pasa a los pocos días pero es muy desagradable que alguien vomite en condiciones de ingravidez y si se hace dentro del traje espacial puede ser mortal. La enfermedad del espacio era más rara en las primeras cápsulas donde los astronautas iban empaquetados que en las naves más modernas donde tienen mayor libertad de movimientos. El mal del espacio se mide extraoficialmente en la escala Garn, un término que hace referencia a Jake Garn un piloto y político que se convirtió en astronauta al viajar al espacio en la STS-51-D (12 al 19 de abril de 1985), una misión de la lanzadera Discovery cuyo objetivo era poner dos satélites en órbita y realizar electroforesis y ecocardiogramas en el espacio.
Jake Garn estaba mal, realmente mal. No sé si deberíamos contar estas historias… Pero, bueno, en cualquier caso, Jake Garn ha dejado huella en el Cuerpo de Astronautas porque él representa el nivel máximo de mal del espacio que alguien puede jamás lograr, y así el nivel de estar totalmente enfermo y completamente incapaz de hacer nada es un garn. La mayoría de los tíos pueden alcanzar quizá un décimo de garn. Y dentro del Cuerpo de Astronautas, [Jake Garn] será recordado durante toda la eternidad por eso.
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