UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 19 May 2015 11:40 PM PDT
Las sensaciones que parecen provenir de un miembro que ya no existe, que ha sido amputado, se denominan «fantasmas». La mayoría de las personas con amputaciones informan al medico de que notan esa presencia imaginaria, un brazo o una pierna
que ya no está. Las sensaciones fantasmas pueden provenir de otras partes del cuerpo distintas a las extremidades, tales como un pecho tras una mastectomía, un diente tras una extracción o el propio ojo cuando ha tenido que ser extirpado quirúrgicamente. Los fantasmas no son una experiencia agradable: el 75% de las personas amputadas se quejan de que el fantasma les duele y un 61% menciona además dolor en el muñón. No solo eso, muchos pacientes informan a sus médicos de otras sensaciones desagradables pero indoloras como hormigueos, cambios de temperatura inexistentes o distorsiones telescópicas: es decir, la sensación de que el fantasma ha cambiado su longitud, mayoritariamente se ha acortado, a lo largo del tiempo. Los fantasmas sensoriales se conocen desde hace siglos. Ambroise Paré (1510-1590), el famoso cirujano de guerra francés tuvo un paciente con fantasma en 1551 y un siglo después, René Descartes (1596-1650) usaba la presencia de fantasmas en amputados, como argumento para defender la supuesta unidad del alma —el brazo «espiritual» seguía ahí aunque su carne hubiese desaparecido— en comparación con la estructura fragmentaria del cuerpo. Uno de los análisis más completos de los fantasmas fue realizado por el cirujano Silas Weir Mitchell (1829-1914) durante la Guerra Civil Americana. Tras la batalla de Gettysburg, su hospital, localizado en la South Street de Filadelfia estaba atestado de soldados heridos. Muchos de ellos tuvieron que ser amputados de tal forma que los pacientes le llamaban el «Hospital Muñón». Mitchell anotó que 86 de los 90 amputados que pudo examinar habían desarrollado «espíritus sensoriales» y de hecho fue el que acuñó el término «miembros fantasmas». Todas las personas que han perdido un brazo y sufren de un fantasma sensorial tienen una discapacidad pero es comprensible que el efecto sea aún más dramático en un artista donde no solo su vida cotidiana sino también su profesión y su vocación está gravemente perjudicada. Paul Wittgenstein (1887-1961) fue un pianista, hermano del filósofo Ludwig Wittgenstein, hijos los dos de Karl Wittgenstein, un magnate del acero, las finanzas y el armamento que competía con los Rothschild para ver quién era la principal fortuna privada de Europa y que trataba a sus hijos de una forma tiránica y despótica. Por otro lado, la casa de los Wittgenteins, donde se amaba la música, era visitada frecuentemente por compositores e interpretes como Johannes Brahms, Clara Schumann, Gustav Mahler o Richard Strauss. Karl y su esposa Leopoldine tuvieron nueve hijos aunque la historia familiar fue catastrófica: Hans Karl (1877-1902) desapareció sin dejar rastro en una expedición en canoa por la bahía de Chesapeake y se piensa que se ahogó de forma voluntaria. Al segundo, Kurt (1878-1918) le pilló la guerra en los Estados Unidos buscando nuevas oportunidades de negocio y no le dejaban salir del país. Cuando consiguió regresar, en 1917, se alistó inmediatamente en el ejército y se suicidó en el frente quizá por la inesperadas derrotas del ejército imperial frente a los italianos y por una serie de motines que se produjeron entre sus tropas. Rudolf, nacido en 1881, entró en un bar de Berlín en 1904, pidió al pianista que tocara una canción sentimental, disolvió cianuro potásico en un vaso de leche y se lo bebió muriendo en medio de una terrible agonía en aquel preciso lugar. Finalmente, los otros dos hijos barones, Paul y Ludwig tuvieron numerosos impulsos suicidas a lo largo de su vida e incluso entre ellos, los hermanos sobrevivientes, las cosas no eran fáciles. Se cuenta que un día, mientras Paul estaba tocando en uno de los siete pianos de cola que había en una de sus mansiones, dejó de tocar y gritó a su hermano Ludwig que estaba en la habitación de al lado «No puedo tocar cuando estás en casa, pues noto tu escepticismo deslizándose hacia mí por debajo de la puerta». Al parecer, Ludwig nunca fue a un concierto de su hermano. Cuando Paul volvió a Viena, una vez terminada la guerra, su hermana Hermine estaba muriendo pero aunque se lo comentaron y estuvo una semana en la capital, no fue a verla. De las tres hermanas que llegaron a la vida adulta dos se casaron y ambos maridos terminaron con graves problemas mentales y uno se suicidó. Ya dicen las abuelas eso de que el dinero no da la felicidad aunque no nos lo terminemos de creer. Al comienzo de la I Guerra Mundial, Paul fue reclutado por el ejército austriaco y fue herido en el brazo derecho mientras realizaba una patrulla cerca de Zamosc, en Polonia. Fue tomado prisionero por los rusos y su brazo derecho fue amputado. Permaneció dos años como prisionero de Guerra en un campo en Omsk, en Siberia, donde tomó la decisión de continuar su carrera como pianista utilizando solamente su mano izquierda. Envió una carta a su antiguo profesor, Josef Labor, rogándole que le escribiera un concierto para mano izquierda, algo que éste se comprometió a hacer. Tras la guerra, Paul volvió a dar conciertos aunque las críticas fueron mixtas, tales como que había tocado muy bien «para ser una persona con una sola mano». En los años siguientes y después de la Guerra pidió partituras similares a diferentes compositores entre los que estaban Benjamin Britten, Paul Hindemith, Alexander Scriabin o Richard Strauss. Todos ellos escribieron piezas para él y el mismo Wittgenstein también compuso algunas obras propias. De todas ellas la más famosa es el Concierto de Piano en Re mayor para mano izquierda de Maurice Ravel. Ravel dedicó tiempo y esfuerzo a este encargo e incluso estudió la música existente para mano izquierda tal como los etudes de Camille Saint-Saëns. Aunque lo hizo claramente para ayudar a Wittgenstein y a otros pianistas mutilados, Ravel, que fue un fumador compulsivo toda la vida, bromeaba diciendo que siempre había querido escribir un concierto para una mano para poder sujetar el cigarrillo con una mano mientras tocaba el piano con la otra. Wittgenstein no debía ser una persona fácil como hemos visto en sus relaciones familiares.El concierto que Ravel escribió para él tuvo una trayectoria complicada. El estreno fue realizado por la Orquesta Sinfónica de Viena pero Wittgenstein no se sentía inspirado por alguno de los movimientos inspirados en la música de jazz que Ravel había incluido y cambió deliberadamente partes de la obra saltándose estos fragmentos. Ravel se subió por las paredes y nunca volvió a hablar a Wittgenstein. Al principio estuvo a punto de retirar la obra para siempre pero el pianista francés Jacques Février intercedió y pudo tocar el concierto a satisfacción de Ravel en 1937. La obra era difícil de tocar y el famoso pianista Alfred Cortot hizo un arreglo para dos manos, Ravel se enfadó de nuevo e intentó prohibir que se publicara o se tocara esa versión. Cortot no le hizo caso y Ravel se dedicó a implorar a todos los directores de orquesta que no tocaran esa versión. Paul Wittgenstein también le pidió un concierto a Sergei Prokofiev, quien accedió y escribió el Concierto de piano nº. 4 en Si bemol mayor para mano izquierda pero luego Wittgenstein le dijo que no estaba preparado para tocarlo hasta que apreciara su lógica interna, algo que al parecer no sucedió nunca. Finalmente también logró que Paul Hindemith le escribiera una obra pero Wittgenstein escondió la partitura en su estudio y no fue descubierta hasta el año 2002, cuando tanto Hindemith como Wittgenstein llevaban décadas muertos. El caso de Wittgenstein es interesante para los neurocientíficos porque su caso es uno de los mejor documentados de los llamados fenómeno de fantasma en movimiento, una mezcla de ilusión de movimiento del brazo perdido y de movimiento voluntario del muñón. Uno de sus estudiantes contó cómo lo hacía:
Tuve muchas ocasiones de ver cómo incluía a su muñón derecho, cada vez que tenía que hacer la digitación de una nueva composición. Me dijo muchas veces que debía confiar en su elección de la digitación porque sentía cada dedo de su mano derecha. A veces, me tenía que sentar muy cuidadosamente mientras el cerraba sus ojos y su muñón se movía constantemente de una forma agitada. Esto fue muchos años después de la pérdida de su brazo… ¡La elección de dedos siempre parecía la mejor!
Los fantasmas móviles pueden tomar la forma de sensaciones de movimientos involuntarios, como si fuera un tipo de calambre. A veces, «mueven» el miembro fantasma en una posición dolorosa y también pueden manifestarse con movimientos voluntarios del muñón, tal como le pasaba a Wittgenstein.Clásicamente se consideraba que las representaciones del propio cuerpo en el cerebro eran fijas. El origen de los fantasmas, sin embargo, parece estar relacionado con una de las propiedades más interesantes del cerebro: la plasticidad. Mediante estudios de neuroimagen se ha podido comprobar que tras la amputación se produce un remodelamiento de la representación en las zonas motoras y sensoriales de la corteza cerebral tanto del miembro perdido como del miembro intacto. Ramachandran ha demostrado que estas reorganizaciones son importantes y muy rápidas —ya son detectable a las 48 horas de la operación y probablemente incluso antes. Él ha usado un aparato de realidad virtual muy sencillo, básicamente un espejo vertical dentro de una caja. El espejo refleja el miembro intacto y la imagen que da es como si tuvieras de Nuevo los dos brazos. El resultado es que el aspecto normal del brazo perdido (ahora la imagen reflejada del brazo superviviente) compite con la sensación del fantasma. Con esta idea tan sencilla se ha conseguido estirar un brazo fantasma que se sentía como acalambrado, aliviar los Dolores y en algunos casos hacer que la sensación desagradable del brazo fantasma desapareciese por complete. Ramachandran lo llamó «la primera amputación exitosa de un miembro fantasma». Una versión más corta de este post fue publicada en inglés en Mapping Ignorance. Para leer más:
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