Los alumnos que sacan mejores notas quieren aulas donde sólo existan alumnos con esa misma característica. Sí, resulta curioso y paradigmático pero, una vez entrados en la adolescencia, son mayoría los alumnos ¿buenos? que sienten una especial necesidad de estudiar en aulas homogéneas donde todos sus compañeros de pupitre reúnan sus mismas características académicas. Yendo más lejos, son los propios alumnos quienes, a la hora de realizar grupos para trabajos colaborativos en los grupos heterogéneos actuales, los que demandan que dentro de su grupo estén sus compañeros del diez.
Hay algo muy perverso en el sistema educativo cuando la segregación se establece como necesario por parte de la mayoría de nuestros alumnos, muchos padres y más docentes de los que me gustaría. Resulta completamente demoledor observar la aparición de grupos de nivel y, curiosamente, el mutis por parte de la sociedad ante lo anterior. Sí, resulta muy duro ver cómo, curiosamente, son los alumnos más brillantes (podríamos hablar de su sociabilidad o interrelación donde, seguro que no son tan brillantes -bueno, ya digo yo que no-) según su expediente académico los que exigen estar en grupos donde se pueda acabar el libro de texto, se den las clases en un silencio absoluto y se compita por la máxima nota entre compañeros que ya sacan unas buenas calificaciones.
Curiosamente esos alumnos también son los que defienden la clase magistral. Sí, desean con toda su alma que les toque un profesor comme il faut. De esos que exigen mucho (bueno, qué manía con relacionar exigencia con cantidad de temario o número de deberes mandados) y que, a su vez, hace lo mismo que se ha hecho siempre. Sí, los alumnos de buenas calificaciones quieren clases magistrales donde, de forma unidireccional, se les instruya. Y, al existir un silencio absoluto en el aula, en principio lo anterior les permita obtener aún mejores calificaciones si cabe. Son los alumnos de la décima. Los que te reclaman hasta, en ocasiones, la milésima. Los que si les mandas actividades sabes que, jamás van a faltar en su entrega. Son buenos a nivel académico pero quieren aún seguir siendo mejores.
Nada que decir de lo anterior mientras haya, en nuestra sociedad, la idea del clasismo entre todos los niveles. Una sociedad cada vez más desigual donde, por desgracia, se inculca dicha desigualdad desde muy pequeños. Cuando un niño nace no encuentra diferencias entre los niños con los que juega en el parque. Una vez se hace mayor, por desgracia, observa y se adapta a la realidad que le rodea. Y la realidad, por desgracia, se ha pervertido hasta creer que lo justo es lo que es totalmente injusto.
Seguro que a estas alturas del artículo habrá más de un alumno, docente o padre que me dirá que "ojalá que sigan existiendo esos grupos de nivel que existen institucionalizados en algunos centros educativos públicos y en la mayoría de privados" pero a algunos nos preocupa que, por desgracia, dicha existencia o defensa de la misma, se esté convirtiendo en un lastre que cada vez haga la sociedad más injusta y, por desgracia, menos solidaria. No es cuestión de privar de la atención personalizada a los alumnos (y sí, a los que sacan buenas calificaciones, en demasiadas ocasiones no les destinamos los recursos que se merecen) pero sí de cambiar de una vez la perspectiva de lo que debería ser la educación y la sociedad que queremos.
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