UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 28 Jan 2016 01:44 PM PST
El mapa más antiguo fue encontrado en un yacimiento cerca de Pavlov (Moravia, República Checa) y tiene unos 25.000 años de antigüedad. Grabado sobre el colmillo de un mamút muestra una montaña, el río Dyja, valles y distintas rutas por la región. Unas zonas más curvadas podrían corresponder a una vista lateral de las colinas de la zona y hay un motivo central con un círculo y un semicírculo que se piensa podría corresponder al hogar de los cazadores que grabaron el colmillo. Aunque la trayectoria del río ha sido modificada por excavaciones realizadas para obtener arcilla parece que el perfil dibujado corresponde al curso original de la corriente.
En la cueva navarra de Abauntz se ha encontrado a su vez una piedra que también parece tener grabado un mapa. La piedra, un bloque de entre kilo y kilo y medio de peso, es de caliza margosa, un material que tiene un interior muy duro pero cuya superficie es más blanda lo que permite rasparla con relativa facilidad. En la cueva se encontraron también buriles de piedra que serían los usados para hacer el mapa, una lámpara lítica de sebo, en la que también están grabadas escenas de caza y otra piedra que representa la cabeza de un caballo. Los autores serían cazadores nómadas que probablemente habitaban en Francia y cruzaban los Pirineos en verano en busca de caza, moviéndose a lo largo del valle del Ebro. El grabado tiene unos 13.660 años de antigüedad y muestra un croquis que representa el paisaje circundante a la cueva, con ríos, montañas y charcas. Hay numerosa información superpuesta entre la que se encuentran:
El perfil del monte de San Gregorio muestra rebaños de cabras monteses en sus dos laderas mientras que los ciervos están en las zonas llanas, como corresponde. Junto a las cabezas de las ciervas se ven unos semicírculos que podrían ser señales de la berrea de los machos que oyen las hembras o indicar que olfatean el peligro. Debía ser una marca comprendida porque aparece en otras piezas encontradas en la cornisa cantábrica. Se piensa que estos mapas podrían ayudar a orientar en la zona a un futuro visitante, servir como un esquema para una expedición de caza o ser el relato de un cazador, que mientras descansaban en la cueva, entretuviera la espera contando a sus compañeros sus hazañas y resumiéndolas sobre la piedra. Otra pieza interesante encontrada en el yacimiento de Abauntz es un colgante de marfil con marcas en grupos de catorce, que puedo corresponder a un calendario lunar (las fases de la luna se suceden en grupos de siete días). Quizá podría marcar la fecha de reunión con otras partidas de caza o señalar cuánto faltaba para un día especial o sagrado. Estos grabados abren la puerta a temas importantes como la orientación en sus viajes por parte del hombre prehistórico, la planificación de una expedición en grupo y los sistemas de caza organizada. La catedrática de la Universidad de Zaragoza que ha estudiado los hallazgos de Abauntz, Pilar Utrilla, dice que probablemente los habitantes de esa zona en la antigüedad dejaban los bloques grabados en la cueva para acordarse, cuando volvieran y la vegetación pueda verse distinta, de donde estaban situados los sitios importantes, un auténtico «plano del tesoro». Para leer más:
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