jueves, 17 de marzo de 2016

De alumno de EGB y BUP a docente de la ESO




Jordi Martí publicó:"Debo reconocer que se hace harto difícil juzgar una ley educativa más allá de las percepciones personales que uno tiene sobre la misma. Ya es complejo analizar los beneficios o perjuicios para los alumnos que ha supuesto un articulado legislativo en el qu"

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De alumno de EGB y BUP a docente de la ESO

by Jordi Martí
Debo reconocer que se hace harto difícil juzgar una ley educativa más allá de las percepciones personales que uno tiene sobre la misma. Ya es complejo analizar los beneficios o perjuicios para los alumnos que ha supuesto un articulado legislativo en el que trabajas y, por tanto, aún más sesgado resulta hacerlo acerca de uno que has padecido. Pero bueno, siempre conviene intentar ser lo más prudente posible y plantear algunas cuestiones que, por desgracia, se difuminan en función de cuestiones más ideológicas que reales.
Pues bien, yo fui alumno de EGB y BUP. Sí, hasta octavo fui de esos que aprendieron bajo el modelo de Educación General Básica de Villar Palasí (que, para aquellos que no lo sepan, fue el Ministro de Educación bajo el que se instauró el modelo educativo que estudió la generación que ahora tiene treinta y pocos hasta la unos cincuenta y pico) y, posteriormente, por cuestiones académicas promocioné al Bachillerato a los catorce donde seguí los estudios por tres cursos más (el antiguo Bachillerato Unificado Polivalente, más conocido como BUP) finiquitando la escolarización secundaria con el tan "imprescindible" COU -que, por cierto, sólo servía para sacar nota en Selectividad y poder entrar en la carrera universitaria que querías-.

¿Opinión sobre esa etapa educativa vista como alumno desde la perspectiva que ya han pasado unos cuantos años? Sinceramente sólo recuerdo las aulas masificadas, la gran cantidad de alumnos que abandonaban con catorce años los estudios (por mucho que pudiera irse a FP con esa edad, eran muchos los que no querían continuar en la educación reglada que abandonaban los estudios y que se iban a trabajar en negro -sí, hasta los dieciséis no se podía trabajar legalmente- con sus padres o en alguno de esos lugares donde no les importaba la edad de sus trabajadores -algo, en ese tiempo, totalmente descontrolado-) y, cómo no, el filtro brutal que se hacía en BUP y COU con los alumnos. Me acuerdo que de en mi centro con ocho líneas de primero de BUP, se reducían las mismas a la mitad en COU. Sí, el cincuenta por ciento de mis compañeros no acababa los estudios en el plazo previsto y, en muchas de las clases de primero y segundo de BUP te encontrabas con repetidores que ya habían repetido en varias ocasiones. Algo, sinceramente y visto en perspectiva, totalmente surrealista y antieducativo. Tapones que, en lugar de filtrar, lo único que hacían era expulsar del sistema sin dar opciones a esos alumnos que habían apostado por una vía estrictamente académica y se encontraban con el hándicap de ser cuarenta en clase y un modelo educativo que lo único que permitía al docente es explicar de forma unidireccional sin poder dedicar ni un solo minuto a analizar qué problemas tenían sus alumnos. Bueno y, sinceramente, con ese número de alumnos, hay bien pocos docentes que nos llamaran por nuestro nombre.
¿Calidad del profesorado? Docentes buenos y malos. Sí, se puede opinar alegremente que los docentes que había antaño melonar eran intelectualmente más potentes que los que hay ahora pero, sinceramente, mi experiencia personal me ha demostrado que antes había profesores lamentables que no sabían, más allá del libro de texto y del solucionario que llevaban, ni tan sólo su asignatura y muchos otros que, ahondando aún más en la miseria, eran incapaces de escribir sin faltas de ortografía en la pizarra. Sí, he tenido docentes que ya eran viejos cuando estudié, que no sabían explicar y aún menos eran capaces de hacer nada diferente a lo que les marcaba el manual que llevaban. Eso sí, el ambiente en el aula tranquilo y disciplinado. ¿Motivos de la disciplina? Pues en las últimas filas todos pasaban del docente y además, al existir la posibilidad de abandonar el aula para irte al bar si no te gustaban las clases, había asignaturas que se quedaban bastante despobladas en algunos momentos del curso.
¿Realización de prácticas? Pues va a ser que no. En mis años de instituto nunca pisé el laboratorio de química y, aún menos realicé ninguna actividad extraescolar -más allá de alguna excursión donde, lo de menos, era aprender nada- interesante. Eso sí, debo reconocer que en EGB tuve muchísima suerte en el colegio en el que estudié y había un par de maestros que nos llevaban cada fin de semana en tren de excursión por la montaña, a buscar fósiles -sí, ya sé que es algo ilegal- y hacían múltiples actividades con nosotros.
¿Posibilidad de hablar con los docentes sobre problemas personales? Entre cero y ninguna. En EGB ya te habías de valer por tu cuenta y en BUP ya era impensable hablar de tus problemas personales -incluso que los mismos pudieran influir sobre tus calificaciones- con el profesorado.
En definitiva, como alumno de EGB y BUP debo reconocer que, más allá de ser unas etapas -especialmente la segunda- de atracón de contenidos y algunas clases -las menos- que interesaban porque el profesorado se alejaba de cuestiones teóricas para hablar de otras cosas, era una simple etapa instructiva en la cual el objetivo era memorizar el máximo posible, vomitarlo en el examen y, cómo no, ir pasando de curso. Eso sí, lo que nunca se daba en esas etapas eran la competitividad extrema que hay hoy en día entre determinados alumnos en las aulas de ESO y, aún menos, la falta de solidaridad como grupo en la toma de determinadas decisiones (sí, si se hacía huelga ante un examen la hacíamos todos y, en ningún momento a nadie se le hubiera ocurrido ir a buscar al docente para que solucionara un problema, que casi siempre se solucionaba hablando, entre sus compañeros).
Eso sí, una cosilla que me gustaría remarcar... por mucho que en el aula hubiera más silencio y disciplina, los problemas que se daban en muchos centros educativos eran mucho más graves que los de ahora y las batallas campales en las afueras del instituto eran más habituales de lo que a algunos les gusta recordar. Y eso es algo que nadie debería olvidar.
Ahora soy profesor de la ESO y he visto algunos cambios positivos y, otros, negativos. En primer lugar debo reconocer que la reducción de ratios -sí, pasar de cuarenta a treinta, siendo aún excesivo dicho volumen de alumnos- ha sido positiva y el conocimimento del profesorado de sus alumnos ha mejorado notablemente. Son muchas además las asignaturas que presentan algunas horas de desdoble con lo cual es más factible poder realizar actividades prácticas en condiciones.
El número de salidas extraescolares ha aumentado. Sí, hoy en día hay cientos de talleres en los centros, múltiples salidas culturales y actividades más allá de las cuatro paredes del centro. Antes el profesorado salía mucho menos del centro, hoy son prácticas habituales las que realizan muchos docentes en sus laboratorios, talleres o entornos más cercanos.
¿Ha mejorado la capacitación docente del profesorado que entra en las aulas? En Secundaria aún no han desembarcado masivamente los alumnos que han estudiado con la LOGSE y, por ello, es difícil analizar lo anterior. Eso sí, debo reconocer que, por lo que me cuentan mis compañeros de Infantil y Primaria, sí que ha mejorado la competencia profesional de los primeros y, en cuanto a los de Primaria, no hay ningún cambio, salvo excepciones, respecto a lo que se hacía en EGB. Uso de libro de texto, alguna cuestión tecnológica más -sí, ahora los ordenadores dan mucho juego- y, por desgracia, seguimos pretendiendo que los alumnos lean lo antes posible y sean capaces de hacer operaciones matemáticas a miles. Ha aumentado, eso sí, la cantidad de deberes repetitivos que se mandan. Y eso ya no es sólo una percepción personal, es la percepción de muchos con hijos en esas etapas. Algo que se ha extendido a la ESO y que en BUP era prácticamente testimonial al estar basada la calificación final en la mayoría de asignaturas exclusivamente en la media de los exámenes realizados.
Lo que sí ha mejorado es el conocimiento de las circunstancias personales de los alumnos y, en ocasiones, se intenta ayudar a los alumnos con problemas externos. Algo que antes no sucedía. Quizás, según algunos, no sea función de los centros educativos pero, para mí, es clave saber qué pasa con los chavales para así entender un poco más su actitud en el aula y poder incorporar estrategias para su correcto aprendizaje. Y ya sé que no somos una ONG pero, entre ser una ONG y preocuparte por tus alumnos hay una distancia considerable. Y yo sí que quiero preocuparme -y me preocupo dentro de mis posibilidades- por mis alumnos.
Por ahora parece maravilloso el cambio... menos ratios, más posibilidad de desdobles, aumento de actividades extraescolares, etc.  El problema es que, por desgracia, la LOGSE ha sido una ley ideológica que se fraguó para modelar a los ciudadanos del futuro sin tener en cuenta lo positivo de la anterior. Sí, queda muy bien políticamente decir que se ha hecho una ley educativa y, por desgracia, nadie plantea centrarse en lo realmente importante: en qué objetivo pretendemos más allá del cambio curricular, la adición de asignaturas nuevas (por ejemplo, Tecnología) y esa optatividad tan elevada en etapas obligatorias. Bueno, y tampoco nadie se planteó la necesidad de dejar un tiempo más a la anterior ley para que funcionara. Sí, los mismos que se quejan de la LOMCE son los mismos que no cuestionaron la LOGSE cuando se cargó una ley que podía haberse mejorado con la adición de más recursos y que hubiera salido mucho más económico que lo que supuso la LOGSE.
Los errores de la LOGSE son claros: error en los agrupamientos por edades que se planteó ya que nunca he entendido qué necesidad había de juntar alumnos de doce años con alumnos de dieciocho o más. Sí, seguro que algunos me diréis que los de catorce con los de seis tampoco es plan pero, ¿nunca os habéis planteado dónde están los problemas en la ESO? Sí, los problemas en la ESO se dan en primero y segundo. Precisamente cuando en Primaria empiezan a conocer a los alumnos y ya saben de que pie cojean los mandan a la ESO sin ningún tipo de coordinación entre los centros de Primaria y Secundaria. Y, al final, pasa lo que pasa.
Lo de escolarizar hasta los dieciséis era una buena medida pero, ¿qué hacemos con los alumnos a los que no se ofrece ninguna vía no académica de los catorce a los dieciséis? ¿Qué hacemos con ese alumnado al que obligamos a repetir y redistribuimos en grupos para que no molesten -e, incluso, nos inventamos grupos- haciéndoles perder un par de años de su vida? El sistema de la optatividad BUP/FP a los catorce era mucho mejor. Y no lo digo por el beneficio que supondría para los centros de Secundaria, lo digo por el beneficio que supondría para los alumnos a los que les obligas -sí, no tienes recursos ni alternativas- a seguir un currículum más o menos reglado académicamente hasta los dieciséis. Y qué pasa al final... pues que muchos de esos alumnos ya abandonan los estudios a los dieciséis y pasan de la FP. Sí, un montón de chavales sin ningún título ni capacitación profesional en la calle. Un problema serio.
La LOGSE también ha tenido el error del aumento de asignaturas. Sí, no es de recibo que los alumnos cursen diez asignaturas cada año. No es ni productivo ni razonable. Aún menos que los horarios de escolarización obliguen a acabar currículums imposibles y libros de texto que, lo único que hacen a curso que pasa, es ser cada vez más infumables. Bueno, una LOGSE con libros de texto es como intentar arrancar un vehículo sin gasolina o combustibles que lo permitan. Y eso es, hoy en día, imposible.
La FP también ha salido perjudicada con la LOGSE. No a nivel de profesorado (que ha aumentado y de qué modo) ni de cantidad de alumnado. Ha salido perjudicada porque ha habido un boom de plazas de profesorado que nunca ha trabajado en lo que van a dar -sí, hay profesores de electricidad que no saben cambiar una triste bombilla o de automoción que no saben ni cómo se mira el aceite- y no se ha dotado de los recursos materiales necesarios (los talleres dan bastante pena). Y, al final, los alumnos lo notan. Es hablar con un alumno de FP de esos que, por culpa del paro han tenido que volver a estudiar, encontrarse con docentes que saben mucho menos que ellos -porque ellos sí que han trabajado en el ámbito que se están formando-. Y, entonces, ¿qué les dices a los chavales?
Bueno, el tema de la disciplina también se ha relajado y la percepción de autoridad del docente ha sufrido pero, seamos sinceros, ¿alguien cree que la autoridad ha de darse con el cargo de docente o, quizás es que uno se la ha de ganar? Y, por cierto, que nadie se olvide que la autoridad se la gana uno en el día a día del aula.
Sinceramente, habiendo sufrido una ley y trabajado en la otra, lo que sí que tengo claro es que ni una ni otra son la solución a los problemas educativos porque, la única ley que funcionaría sería la que permitiera cambiar la sociedad hacia mejor y no hacia otros objetivos poco educativos. Eso sí, aclarar que un alumno es bueno con independencia de la ley educativa en la que estudie y que, un profesional de la LOGSE no es tan malo como nos quieren hacer ver porque, si así fuera, no estarían en el extranjero trabajando y siendo tan valorados.
Jordi Martí | marzo 17, 2016 en 7:06 am | Etiquetas: BUP, EGB, ESO, LOGSE, reflexiones | Categorías: EDUCACIÓN | URL: http://wp.me/pGAud-5I6
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