viernes, 18 de enero de 2013

ATENDIENDO NECESIDADES: Atención Temprana, Logopedia y Discapacidad

ATENDIENDO NECESIDADES: Atención Temprana, Logopedia y Discapacidad


Posted: 16 Jan 2013 09:35 PM PST





Posted: 16 Jan 2013 09:25 PM PST

Los adultos somos los encargados de enseñar a los más pequeños lo que pueden y no pueden hacer. Nuestra labor es ponerles límites y normas que contribuyan a su bienestar.
En este proceso es normal que los niños y niñas experimenten y pongan a prueba nuestra autoridad, es algo lógico ya que están formando su identidad y  personalidad. Están probando hasta donde pueden llegar y cuál será la consecuencia de sus actos. La desobediencia es por tanto algo común en las diferentes etapas del desarrollo del niño.
Por eso es importante entender la situación y  mantener la calma, aunque estos comportamientos puedan llegar a desesperarnos. Poner unos límites y normas claras que harán en primer lugar que el niño se sienta seguro y que poco a poco aprendan a ser responsables de sus actos. Nos tendremos que enfrentar a varias discusiones hasta que consigamos que los niños se comporten como esperamos.


¿QUÉ TIPO DE CONDUCTAS ENTENDEMOS POR DESOBEDIENTES?
Veamos algunos ejemplos de conductas que queremos modificar
  • Álvaro, 3 años. Cuando no le das lo que quiere se pone a llorar y a gritar, si no lo consigue se enfada, tira objetos y se tira al suelo.
  • Lucía, 4 años. Cuando está en casa de alguna amiguita o en casa de sus primas, se niega a marcharse y se pone a llorar.
  • Ángel, 5 años. Cuando viene una visita a casa, aprovecha para comportarse mal y saltarse las normas.
  • Marta, 5 años. Cuando no le gusta lo que hay de comida, se niega a comer, tira los cubiertos al suelo y se cruza de brazos hasta que consigue que le cambien el plato.
  • Héctor, 6 años. Pega a su hermana mayor cuando quiere que esta le haga caso.
  • Noelia, 7 años. Se niega a obedecer, quiere hacer lo que le parece, juega con el balón en casa cuando no la ven los adultos, come galletas cuando no  le dejan hacerlo.
  • Pablo, 9 años. Normalmente nunca recoge sus juguetes, los deja por ahí tirados, protesta si le mandas hacerlo.
  • Paula, 10 años. Para que haga los deberes hay que estar detrás de ella constantemente, se niega a sentarse en la silla y a hacerlos con la tele apagada.
  • Pedro, 12 años. Cuando llega la hora de dormir y apagar la consola o la tele, se niega a hacerlo, discute y asegura que va a hacer lo que quiere.

¿CÓMO ACTUAR ANTE LA DESOBEDIENCIA DE LOS NIÑOS?
  • Procura mantener la calma, no enfadarte y ponerte en su lugar. Están poniendo a prueba las normas. Quieren saber hasta dónde pueden llegar. Si te pierdes los nervios entras en una lucha con ellos y te harán menos caso.
  • Ten en cuenta la edad y la etapa en la que se encuentra el niño.
  • Establece límites y normas concisas y claras. Deja claro lo que sí pueden  y lo que no pueden hacer.
  • Sirve de ejemplo. Si ponemos unas normas, nosotros también debemos seguirlas. Debemos ser consecuentes con las normas que ponemos. Los niños aprenden más de los ejemplos que ven, que de lo que les ordena. Si le dices que no tiene que gritar, has de evitar gritar tú, si no quieres que coman con la televisión no debes hacerlo tú, por ejemplo.
  • Refuerza el buen comportamiento y castiga el mal comportamiento. Las conductas se mantienen o desaparecen según las consecuencias que se obtengan de las mismas. Toda consecuencia ha de seguir a la conducta deseada o indeseada. Como refuerzo dale cariño, verbaliza lo bien que lo ha hecho, prémiale con tu atención.  Como castigo utiliza el tiempo para pensar, busca un rincón para pensar, debe saber que cuando desobedezca ira al rincón de pensar, no le amenaces con ello (frases tipo: "te voy a llevar al rincón de pensar"), llévale allí en cuanto sea necesario.  Si se va del rincón de pensar (suelen hacerlo), mantén la calma, no te alteres y vuelves a llevarle allí, explicándole que cuando se comporte bien puede salir de allí.
Siempre dile lo que ha hecho bien o mal y lo que tiene que hacer, para que lo relacione con la consecuencia.
Con niños y niñas más mayores razona con ellos, explícales las normas. Deja que se equivoquen y que comprueben las consecuencias de sus actos (cuando no recoja, no lo hagas tu, si no hace sus deberes, no le ayudes a última hora, etc.).  Ayúdales a decidir y a tener confianza.

  • Escoge tus batallas y distrae su atención.  En muchas ocasiones, el niño esta reafirmando su identidad. Es decir su desobediencia viene de ahí. Si distraes su atención con otra cosa, conseguirás que se olvide que quiere esto o aquello.

  • No olvides que cuando les riñes, te desesperas y estas encima de ellos, captan tu atención y estas reforzando la conducta que quieres que desaparezca. Sienten que te ocupas de ellos que no pasan desapercibidos.
shutterstock 114293608 Escuela de padres: Niños desobedientes
Por último es importante tener en cuenta que en ocasiones la desobediencia es debida a otros factores, como un déficit de atención, hiperactividad, etc. Presta atención a estas características:

  • Parece que no escucha cuando se le habla, y hay que repetirle las cosas.
  • Suele olvidarse de las cosas y no presta atención en lo que tiene que hacer.
  • Le cuesta entretenerse con algo.
  • No se está quieto ni un minuto
  • Desafía constantemente y no sigue ninguna norma.
En estos casos, acude a un especialista.

Celia Rodríguez para el portal Educativo Educapeques
Posted: 16 Jan 2013 10:12 AM PST

 El puzzle o rompecabezas, un recurso educativo para niños con TDAH

 Es un juego que ofrece múltiples ventajas educativas ya que desarrolla la paciencia y la voluntad. Desarrolla el sentido de la observación, el interés por los detalles, la cualidad de dominio de sí mismo, al mismo tiempo que cierta lógica. Mejora la capacidad de análisis y síntesis, coordinación, visión espacial, motricidad, el pensamiento lógico y la creatividad.

Jugar con rompecabezas ejercita la mente de los niños, desarrolla sus capacidades cognitivas que le serán necesarias para leer, escribir, resolver problemas y coordinar sus pensamientos y acciones.

Aunque en principio es concebido como un juego solitario, lo deberíamos utilizar como un juego para compartir en familia, o con otros chiquillos.
Sentarse junto al niño, enseñarle estrategias búsqueda, de observación; compartir con él un momento de ocio, intercambiar palabras de ánimo y afectos; ofrecerle estrategias para superar los momentos de frustración, calmarlo, guiarlo; contribuye a que el niño aprenda a manejar su impulsividad.
 Los puzzles, sin duda, es una herramienta muy apreciada por sus aspectos motivadores y formativos. Se sabe que es un juego inductor de tranquilidad.
Es necesario escoger aquellos que estén adaptados a la edad y las capacidades del niño. Una clasificación estándar sería:
EDAD
PIEZAS
0-2 años
Hasta 6 piezas
2-3 años
6/9/12 piezas
3-5 años
16/20/25/48 piezas
5-6 años
50/80/100 piezas
6-8 años
100/150/200 piezas
8-11 años
250/400 piezas
Más de 11 años
500 piezas en adelante
 Los niños que habitualmente hacen puzzles en poco tiempo se pueden enfrentar a modelos con más cantidad de la recomendada según su edad.
Debemos comenzar con puzzles que puedan realizar. Si dudamos, es mejor quedarnos cortos con el número de piezas que ofrecerle uno que no pueda abordar y provocar el abandono. Recordemos que utilizamos el puzzle, también, para educar la persistencia y la voluntad.
 En las primeras ocasiones debemos acompañarle, enseñarle a resolverlo. Los puzles de pocas piezas podemos montarlos nosotros, mientras nos mira y luego pedirle que lo monte él. Poco a poco hay que ir suprimiendo la ayuda y aumentando la dificultad, alejándole las partes o cambiándolas de posición. De esta manera comprenderá que esa pieza única realmente no lo era y que para que vuelva a aparecer esa imagen tiene que unir las piezas.
A medida que crecen vamos introduciendo puzzles con mayor cantidad de piezas adaptados a sus posibilidades. Eso sí, hasta que sean mayores de 4 años, procurad que sean de madera o de buena calidad, todavía su sed de destruirlo todo no está saciada y es probable que terminen doblándolos. Además le gustará repetirlo una y otra vez. A estas edades, hacer puzzles les proporcionará bonitos momentos de calma, les ayudará a concentrarse para conseguir algo, a tener paciencia y siempre encontrarán una gran satisfacción al ver su puzzle terminado.
Cuando comenzamos a hacer puzzles con niños mayores debemos estar presentes hasta que no adquieran las habilidades mínimas. Estar próximos, compartir con ellos el juego, verbalizar los procedimientos que seguiremos para hacer el puzzle sin duda es una herramienta didáctica valiosísima con niños que sufren Tdah.
Posted: 16 Jan 2013 10:01 AM PST

EL TDASH
El trastorno de déficit de atención sin hiperactividad (TDASH) se presenta en un porcentaje elevado de población infantil. Caracteriza a niños con dificultades al momento de concentrarse en clases, con sus tareas y estudio y proyectar buenos rendimientos académicos. Estos niños, lejos de ser inquietos y revoltosos, son silenciosos y apáticos. Sin embargo, comparten el hecho de que permanecen aislados del proceso de aprendizaje y no participan del mismo lo suficiente. Por lo general, no manifiestan problemas de indisciplina y agresividad.

De todos modos, a partir de los nueve años, se pueden reconocer algunas reacciones. Pero, por lo general, los TDASH viven en un mundo interior, sin conectarse con lo que sucede a su alrededor, absortos en una posición, de apariencia inaccesible para quienes conviven con él.
 Los síntomas de los niños que sufren TDASH suelen estar en aquellos niños "muy tranquilos", que no hablan con nadie, no se relacionan con los otros niños y manifiestan dificultades cuando efectúan actividades en forma independiente. Les cuesta captar órdenes simples, no son organizados con sus cosas y no tienen suficiente memoria para recordar las actividades a realizar al día siguiente.
Se lo rodea de amigos, se le dan nuevos juguetes o el profesor le habla con más paciencia, pero nada de eso surte efecto. Al igual que los niños que sufren déficit de atención con hiperactividad, los TDASH necesitan un tratamiento pedagógico, en el cual el profesor los aborde con más paciencia, ingenio y constancia. Necesita, desde ya, un trato especializado y distinto al de los niños que no tienen los trastornos. Es bueno que practiquen gimnasia y deportes con los padres, así desarrollan sus músculos y aprenden a captar órdenes breves.
La clave es estimularlos y no atiborrarlos de información. Es ir de a poco, pisar el freno y lograr encaminarlos. Sin embargo, en muchos casos, este problema no se determina, ni en la familia ni en la escuela. Algunos educadores, al carecer de sensibilidad pedagógica, no contemplan esta diversidad y el niño con TDASH sufre.
Atender a estos niños, es un trabajo en equipo: familia, educadores, psicopedagogos y psiquiatras, todos deben remar el mismo bote. El niño no puede prestar atención, entonces hay que darle atención a él para que aprenda a prestar atención; darle lo que no tiene para que después lo use. No es un caso irrecuperable, simplemente hay que ser preventivos y constantes, promoverle actividades sencillas, estimularlo y ayudarlo a desarrollar autonomía. 
Pero, en vez de este panorama cooperativo, ocurren otras cuestiones, como que se lo presiona demasiado o los maestros son muy autoritarios con él. Nada de eso funciona con alguien con TDAH o TDASH. No es de un día a otro, es un proceso largo, que involucra a muchas partes, las cuales deben comprometerse a actuar con responsabilidad, paciencia y sobre todo, cariño.
El niño no lo hace a propósito, diversas causas pueden justificar su condición,  muchos factores intervienen y no se sabe bien cuál es la causa principal de su trastorno. Sus cocientes intelectuales son normales, quizá lo más recomendable sería ubicarlos en escuelas normales pero con pocos alumnos, así reciben un trato más personalizado.  No obstante, una cosa es segura: es algo que no puede controlar, no puede solo y necesita ayuda docente, profesional y familiar.

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