lunes, 9 de diciembre de 2013

Evaluar en infantil (2ª parte)



Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira publicó:" Pongamos por caso que al hilo de la actual coyuntura en la que está tan en boga la cultura emprendedora, decidimos montar una fábrica de tornillos. Lo primero que tendríamos que conocer es la demanda del mercado, ya que no se puede ir contracorriente. A"
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Evaluar en infantil (2ª parte)

by Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira
Pongamos por caso que al hilo de la actual coyuntura en la que está tan en boga la cultura emprendedora, decidimos montar una fábrica de tornillos. Lo primero que tendríamos que conocer es la demanda del mercado, ya que no se puede ir contracorriente. A continuación, y si queremos salir adelante habrá que introducir alguna innovación, pues no hay hueco para quien hace más de lo mismo; es una obligación del mercado. Posteriormente, decidir y diseñar el tipo de tornillo que vamos a producir. Será una decisión difícil, pero cada quien se decantará por aquello que le sea más afín, porque uno no puede/debe embarcarse en proyectos en los que entren en clara contradicción sus creencias y sus actuaciones. Así habrá quien piense que el futuro está en la producción de tornillos clásicos (es lo que hay, dan lo que dan, pero nunca fallan, por algo permanecen); otros apostarán por el diseño (es algo efímero pero impactante, vende mucho); otros por la funcionalidad (la practicidad puede ser tanto una virtud como un defecto); otros por la versatilidad y permanencia; incluso habrá quien soñará con tornillos "inteligentes autoejecutables o autoenroscables", con nanomecanismos que les permiten detectar y acomodarse a las condiciones.
Una vez se sabe el tipo de tornillos a realizar, se establecerá como objetivo su producción con la mayor calidad, con el menor coste de tiempo y esfuerzo y con el mayor retorno económico. Para esto se deben plasmar los procesos a seguir, siempre los mismos, para así minorizar costes. Analizada la materia prima y los posibles proveedores; la maquinaria y los pasos a dar, tan sólo queda por determinar el control de calidad a los que se someterán los productos conseguidos, con la finalidad de rechazar los que no cumplan con los parámetros. Lo lógico será establecer un catálogo y las condiciones/requisitos para cada uno de los productos. Por ejemplo podríamos producir tornillos calibre 3, tornillos calibre 4 y tornillos calibre 5. De cada uno de ellos estipularíamos su origen, las intervenciones a las que deben someterse, el peso final que deben tener, su funcionalidad, su presentación, así como los criterios por los que consideraríamos su validez para entrar en los circuitos comerciales. Por supuesto, también serán sometidos a controles externos. Hay un estándar internacional que marca las calidades de los tornillos, su clasificación y etiquetaje en función de su resistencia, y la numeración que deben llevar, lo que permitirá que en cualquier país del mundo un tornillo se ajuste a una arandela, a una rosca, la una tuerca, a un destornillador, a una broca y a un taco; aquí no puede haber equívocos. Imaginad si a cada empresario le diese por hacer los tornillos según le apeteciese o según lo que le "inspirara" la materia prima: !una locura!
Que un tornillo se ajuste y cumpla con los estándares internacionales le permite, por una parte, garantizar su calidad, y por la otra, llevar una etiqueta que le concede el título de "universal": ese tornillo se ajustará a un hueco igual aquí que en la Cochinchina.
Magistral. Motivo por el cual hay mucha gente que se pregunta porque no se hace lo mismo en educación.
Tras la lectura de los párrafos anteriores esperamos que nadie se pregunte a dónde queremos llegar; creemos que no es necesario profundizar más en la diferencia entre la producción industrial y la educación. Para la elaboración de un tornillo se introduce siempre la misma materia prima, con el mismo origen, se somete a los mismos procesos los mismos tiempos, y se evalúa el resultado obtenido, siempre en base a los mismos criterios e indicadores de calidad –establecidos de antemano-, rechazando los que no cumplen con los requisitos. En la educación, en la escuela, esto no pode ser así. Por ahora, llevamos como bandera la defensa de la individualidad y de la diversidad de los niños y de las niñas, considerando una riqueza sus diferencias.
Ee cierto que cada vez hay más tendencia a introducir esos sistemas evaluadores, homogeneizadores, uniformadores y anuladores de las potencialidades personales, individuales y singulares de los niños y de las niñas; pero, por fortuna, esto, no era aplicable en la educación infantil. Dado el carácter voluntario y no obrigatorio de este tramo educativo, ni la misma administración osó marcar parámetros fijos con los que avaliar por igual a los pequeños. Y paradójicamente ahora va a resultar que se quiere hacer por iniciativa de algunas maestras de infantil. Las promotoras de estas iniciativas, -dicen que condicionadas por la aplicación informática XADE- piensan que no puede ser que cada promoción, cada trimestre, cada curso, aparezcan indicadores observables (ítems) diferentes en los boletines informativos y en los informes individuales de final de nivel/ciclo. Argumentan además, que el establecimiento de antemano de los ítems ayuda a orientar la práctica educativa.
De estas afirmaciones se pueden deducir varias cosas:
1ª No entienden la filosofía y principios de la educación infantil. Además, por lo de ahora van contra lo estipulado en las legislación educativa.
2ª Entran en clara contradicción cuando luego dicen que trabajan por proyectos educativos que surgen y se configuran en función de los intereses de los niños y niñas. (sobre la idea del trabajo por proyectos también hay mucho que hablar).
3ª Desconocen que los orientadores de la práctica educativa son los objetivos, no los indicadores observables (ítems) de evaluación.
4ª Desconfían profesionalmente de compañeras/os, dudando de su autonomía y de la competencia académica, motivo por lo que quieren establecer ítems fijos iguales para todos los niños/las y para todas las maestras/eres.
Da para mucho pensar.
Lo peor es que esto está prosperando. Ya se está haciendo así en muchos centros. Y la razón principal es la comodidad: para no tener que romperse la cabeza todos los trimestres de todos los cursos de todas las promociones. Comodidad, falta conocimiento profesional y falta de reflexión sobre las consecuencias de las decisiones escolares (por banales que estas puedan parecer). También puede ser atribuible a un mal entendido exceso de celo profesional.
Como en otras ocasiones, somos nosotras mismas las que nos estamos metiendo en la boca del lobo. Siempre bienintencionadamente, pero también desatinada y desacertadamente.
¿Tornillos idénticos o niños y niñas con capacidades, habilidades, destrezas, conocimientos, vivencias y sentimientos diferentes? ¿Con qué trabajamos nosotras?
(Seguirá)
Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira | 09/12/2013 en 09:08 | Etiquetas: C.profesional, evaluación | Categorías: ActualizArte | URL: http://wp.me/pYgj5-ZD
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1 comentario:

  1. Yo trabajo con seres humanos, por eso no puedo emplear un molde "Magistral" para todos. los quiero y por ello me niego a participar en un enfoque unitario, no participativo, excluyente etccc.
    Magnifico articulo, como siempre.

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