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Posted: 24 Feb 2014 10:17 PM PST
Autor: Francisco de Goya
Título: Aves muertas (#P0752) Cronología: Hacia 1808-1812 Óleo sobre lienzo (46 x 62 cm) Francisco José de Goya y Lucientes nació en Fuendetodos (Zaragoza) en 1746 y murió en Burdeos (Francia) en 1828. Pintor y grabador español, Goya fue el artista europeo más importante de su tiempo y desarrolló un estilo poderoso que conecta la pintura española del siglo de Oro con el Romanticismo. La obra de Goya supone, asimismo, el comienzo de la pintura contemporánea y se le considera un precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX. Algunas de sus obras de madurez y de su última etapa, y entre ellas podemos incluir este bodegón, se consideran un puente hacia el impresionismo. Aunque su padre era maestro dorador y Goya aprendió el oficio, su camino se encaminó hacia la pintura. Tras un inicio tardío en Zaragoza se traslada a Madrid para desarrollar su aprendizaje bajo la tutela de Francisco Bayeu, que se convierte en su cuñado en 1775 al casarse Goya con su hermana Josefa. En 1770 Goya viaja a Italia donde conoce las obras maestras que allí se atesoran y entra en contacto con el incipiente neoclasicismo. El mismo año de su boda Goya se radica en Madrid de forma estable y Mengs le abre la puerta, probablemente por intercesión de Bayeu, a los encargos de la Real Fábrica de Tapices para la que Goya pinta sesenta y tres cartones coloristas y amables. Progresivamente le van llegando encargos de retratos para la aristocracia madrileña y composiciones religiosas, aumentando paulatinamente su prestigio que se vio consolidado con su ingreso en la Academia de San Fernando en 1785 y el nombramiento, cuatro años mas tarde, como pintor de la corte de Carlos IV. Su magistral retrato de La familia de Carlos IV, en la que combina la pose oficial con una disección psicológica de aquella familia disfuncional, es la obra más emblemática de este periodo. El inicio de la Guerra de la Independencia marca una etapa de inflexión en la vida de Goya. Por un lado su situación profesional se tensa aunque mantiene el puesto de pintor de corte con José I, el hermano de Napoleón. Por otro lado, las atrocidades a su alrededor generan un fuerte impacto sobre el pintor que plasma en su obra. “El dos de mayo”, “Los fusilamientos del 3 de mayo” y los sesenta y seis grabados de “Los desastres de la guerra” (1810-1814) constituyen un testimonio dramático y lleno de fuerza de las atrocidades de la contienda, el testimonio de un auténtico reportero de guerra. Tras la restauración de Fernando VII, Goya cae en desgracia y en 1815 se retira de la vida pública. Cuatro años más tarde experimenta una recaída de la enfermedad cuya naturaleza desconocemos y que lo había dejado sordo en 1792. Se instala en una casa solariega, la Quinta del Sordo para la que pinta catorce murales de gran tamaño con la técnica de óleo al secco sobre la superficie de revoco de las paredes con temas macabros y un cromatismo muy oscuro, las Pinturas Negras. Tras el período liberal, las tropas del duque de Angulema entran en Madrid en mayo de 1823 y se produce una inmediata represión de los que habían apoyado la constitución de 1812. Goya, temiendo lo peor, se refugia en casa de un canónigo amigo, José Duaso y al año siguiente pide y obtiene permiso del rey para una estancia en el balneario de Plombières. A mediados de 1824 se instala en Burdeos, algo que solos e interrumpe para un viaje a Paris y para otro a Madrid en 1826 para completar los trámites de su jubilación que obtiene con la anuencia del rey Fernando VII. Goya muere el 16 de abril de 1828. La obra es un bodegón con cinco aves muertas, de plumaje de colorido diverso, junto a una cesta de mimbre, que lleva cosida la etiqueta del envío en la parte superior. Goya empleó toques cortos y numerosos de pincel para sugerir el suave plumaje del cuerpo de las gallinas y otras pinceladas largas, fuertemente iluminadas, para las plumas remeras de las alas mientras siluetea los contornos de las patas que muestran ya la rigidez de la muerte. Esta obra es compañera del “Pavo muerto” también conservado en el Museo del Prado (P00751) y ambas formarían parte de los doce bodegones que figuran con el número “11” en el inventario de los bienes de Goya y de su recién fallecida esposa, Josefa Bayeu. Estas obras se dispersan en el siglo XIX y destacan entre ellas, además de las dos del Prado, el Bodegón con costillas, lomo y cabeza de cordero del Museo del Louvre y el Pavo pelado y sartén de la Alte Pinakothek de Múnich. Son las únicas naturalezas muertas que se conocen de Goya quizá debido a que este género se consideraba menor mientras que Goya tenía un merecido orgullo de ser pintor de historia, el más noble de los géneros pictóricos. Aunque no se conoce la fecha exacta de la realización de los bodegones por parte del pintor aragonés, la mayoría de los historiadores del arte han datado los bodegones a partir de 1808 porque las imágenes sin eufemismos de corderos o aves muertas, hacen recordar las dramáticas escenas con los muertos amontonados de los aguafuertes de los “Desastres de la guerra”. La propia técnica, avanzada, abstracta y potente, de fuertes contrastes luminosos es también un elemento a favor de esa cronología tardía. Y, finalmente, esta hipótesis también está reforzada por la caída en los encargos que generó la Guerra de la Independencia que pudo dar a Goya el tiempo libre para explorar nuevos géneros de la pintura y para trabajar para sí mismo. De hecho, se piensa que estos bodegones pudieron formar parte de la decoración de su comedor. Las “Aves muertas” rompe con la tradición anterior del bodegón en España algunos de cuyos referentes son Juan Sánchez Cotán, Juan van der Hammen y León y Luis Meléndez. Goya sigue, como en tantas ocasiones, un camino propio. Mientras que las obras previas muestran un realismo verista minucioso, casi fotográfico, donde plantas y animales aparecen en un estado ideal, en composiciones delicadas que recuerdan a las ilustraciones botánicas, Goya convierte a estos pollos y gallinas en una metáfora de la crueldad, del desvalimiento, del abandono, de la muerte. Goya no pinta comida, pinta cadáveres. La gripe es una enfermedad infecciosa causada por un virus de la familia de los Orthomyxoviridae. En los seres humanos afecta a las vías respiratorias con unos síntomas iniciales parecidos a los de un resfriado, acompañados frecuentemente de dolores musculares, debilidad, dolores articulares y de cabeza. En algunos casos se puede complicar a una neumonía lo que suele ser la causa de los fallecimientos que se producen especialmente en ancianos y en niños. Aunque hay gripe en distintas especies, el máximo problema se origina con las recombinaciones que se producen al infectar la misma célula dos tipos de virus distintos y generar un virus con características mixtas que puede ser altamente infeccioso y causar una hecatombe. El origen de muchas de estas cepas hiperpatógenas está localizado en el sudeste asiático, en especial en los mercados de aves vivas de China, donde se acumulan en espacios reducidos miles de aves, frecuentemente con otras especies de animales y con numerosos humanos. Ese es el sitio donde los virus se extienden, se mezclan y evolucionan y también donde los humanos inician su contagio. El virus de la gripe tiene una forma casi esférica con una envuelta que rodea un núcleo central donde se localiza el genoma de ARN y unas proteínas que empaquetan y protegen este ARN. La envuelta o cápside tiene dos tipos fundamentales de glicoproteínas, la hemaglutinina y la neuraminidasa. La hemaglutinina sirve para que el virus se adhiera específicamente a las células diana y poderlas introducir su genoma. La neuramidasa se usa para liberar la nueva generación de virus hijos sintetizados en la célula infectada y para impedir que se queden agregados entre sí o al moco del aparato respiratorio. Estas glicoproteínas son dianas de los medicamentos antivirales y actúan como antígenos por lo cual, en función de con qué anticuerpos reaccionan clasificamos a los virus en distintos tipos de hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N). Hay 16 tipos de hemaglutininas y 9 tipos diferentes de neuroaminidasa, lo que implica 144 combinaciones diferentes de H y N. Todos los subtipos son capaces de infectar a las aves, pero no de provocar la enfermedad. La gripe más famosa es la denominada gripe española de 1918, llamada así porque al ser España país neutral en la I Guerra Mundial, la prensa no tenía una censura tan férrea e informó sobre ella. Esta pandemia causó un efecto devastador. En Estados Unidos, esta gripe del 18, que es del tipo H1N1, mató más gente que la I Guerra Mundial, la II Guerra Mundial y la guerra de Vietnam, juntas. Se calcula que un tercio de la humanidad fue infectado y entre un 3% y un 6% de la población mundial murió, aunque en algunos países el impacto fue brutal: falleció un 22% de la población de Samoa Occidental y 17 millones de personas solo en la India. Causó al menos tantos muertos como la Peste Negra. Otro virus H1N1 causó en 2009 una pandemia. Fue la primera gripe que recibía esa etiqueta por parte de la OMS en 40 años. El 13 de diciembre de 2009 la OMS declaró que la gripe A H1N1 había causado 10.582 muertos en 208 países y territorios. Sin embargo, la Organización Médica Colegial de Estados Unidos indicó que se habían infectado 45 millones de norteamericanos, con unas 200.000 hospitalizaciones y unos 10.000 muertos tan solo en su país. El virus fue menos letal de lo inicialmente temido y también hubo una fuerte controversia sobre las compras masivas de vacunas, sobre la disponibilidad de suficientes vacunas en los países en desarrollo con economías débiles y sin una industria farmacéutica propia y sobre las supuestas connivencias entre las grandes multinacionales del medicamento y la OMS que habrían alentado, según algunos, un pánico injustificado. Estas dos epidemias H1N1 son de virus humanos pero la gripe aviaria o gripe aviar es una enfermedad infecciosa vírica que afecta mayoritariamente a las aves aunque puede saltar a los mamíferos, incluidos cerdos, gatos y humanos. Fue identificada por primera vez en 1878 siendo denominada Enfermedad de Lombardía. Posteriormente se vio que el causante era un virus cuyo reservorio natural eran las aves acuáticas silvestres lo que hace muy difícil luchar contra él. El virus causa en las aves una enfermedad de carácter sistémico y extremadamente contagiosa, con una elevada mortalidad en 24 horas en las explotaciones avícolas comerciales. Puede afectar de un modo muy significativo a la producción y comercialización de aves y de productos avícolas de un territorio o de un país. Hay muchos subtipos de virus de la gripe aviar pero los más interesantes para nosotros son seis que han sido capaces de dar el salto de las aves a los humanos: H5N1, H7N3, H7N7, H7N9, H9N2 y H10N8. El primer caso conocido de infección de un ser humano por el virus de la gripe aviar se produjo en Hong Kong en 1997, cuando la cepa H5N1 causó una enfermedad respiratoria grave a 18 personas. Esa infección coincidió con una epidemia de gripe aviar hiperpatógena, causada por esa misma cepa. A lo largo de tres días, se sacrificó toda la población de aves de corral de Hong Kong, aproximadamente 1,5 millones de animales, con lo que se redujeron las posibilidades de transmisión directa a los seres humanos y se evitó la pandemia. La gripe aviar H5N1 reapareció en Asia en 2003 y se extendió a Europa en 2005 y a África y Oriente Medio en 2006. La primera muerte por H5N1 se produjo en noviembre de 2003 y se vio que la cepa del virus era la misma que la observada en Vietnam y Tailandia pero distinta de la de Hong Kong de 1997. En la actualidad su distribución sigue siendo amplísima y se le han unido nuevos tipos de gripe de alta mortandad. En el sudeste asiático han aparecido casos de gripe H7N9 en humanos en la primavera de 2013. Infectó a 136 personas de las cuáles un tercio falleció. Las autoridades sanitarias obligaron al cierre de los mercados de aves vivas pero cuando los casos empezaron a declinar fueron poco a poco volviéndose a abrir. Esa fue quizá la causa de que a partir de octubre de 2013 el número de casos de gripe H7N9 repuntara con 131 casos registrados desde entonces. Otro tipo nuevo de gripe aviar, el H10N8, acaba de detectarse también en humanos. En diciembre de 2013 fue la causa del fallecimiento de una mujer de 73 años y otra, de 55, se encuentra en una situación crítica. Había estado en un mercado de aves. Parece que todos estos virus aviares capaces de saltar a los humanos derivan de un único tipo, lo que podríamos llamar “la madre de todos los virus” de la gripe y corresponde al tipo H9N2. Si conseguimos bloquear esa cepa raíz quizá podríamos detener la continua aparición de nuevas variantes alguna de las cuáles generará un impacto global. Fuera de los especialistas, el virus H9N2 es prácticamente desconocido pero parece que ha sido clave en la aparición de tres de los virus letales que han surgido últimamente en China: H5N1, H7N9 y H10N8. Ninguno de estos virus ha causado una dispersión rápida entre personas que es el punto inicial de una pandemia pero el problema sigue siendo ese antecesor común que les proporciona los genes que les hacen potencialmente peligrosos. El virus de la gripe H5N1 infecta más especies diferentes que cualquier otra variedad de virus conocida y continúa evolucionando generando nuevas variantes, teniendo progresivamente una distribución cada vez más amplia y siendo cada vez más virulento. Robert G. Webster, un experto mundial en gripe aviar publicó en American Scientist un artículo donde afirmaba que “el mundo está al borde de una pandemia que podría matar a una gran parte de la población humana”. Hace recordar esos muertos apilados pintados por Goya y pone los pelos de punta solo pensarlo. Para leer más:
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