UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 26 Feb 2014 11:52 AM PST
La medicina tradicional china es compleja y con una amplia mezcla de elementos físicos y metafísicos, de aspectos orgánicos y espirituales, de conocimientos, supersticiones y teorías acumulados a lo largo de al menos 3.000 años. Un punto importante es el Tao, el camino recto que marca el equilibrio entre el ying y el yang. El yin es pasivo, suave, tranquilo, frío, introvertido y femenino mientras que el yang es activo, duro, caliente, extrovertido y masculino. La parte superior del cuerpo y la espalda se asignan al yang mientras que el abdomen es yin. Estos dos aspectos contradictorios se asocian en equilibrio a las funciones corporales normales y, cuando se desajustan, a los síntomas de la enfermedad. La enfermedad, que se refleja en un desequilibrio entre el yin y el yang, puede estar causada por demonios y otros agentes místicos.
Al contrario que la medicina occidental, la medicina oriental presta poco interés a los órganos, a la anatomía y se basa más en funciones: digestión, respiración, mantenimiento de la temperatura, envejecimiento, etc. Los médicos chinos de la antigüedad tomaban distintos pulsos (para seguir los flujos de energía en los meridianos), inspeccionaban la lengua, piel y ojos y miraban una serie de hábitos del paciente como dormir o comer o la presencia de fiebre. No realizaban disecciones pues por motivos culturales, religiosos y legales estaba prohibido y era visto como una mutilación. Por lo tanto, las doctrinas médicas se basaban en una elucubración filosófica sobre la relación entre la enfermedad y la salud, la naturaleza y la cosmogonía y en cómo restablecer los equilibrios y no había un conocimiento detallado del sistema nervioso ni de ningún otro sistema orgánico. La cirugía sí que se realizaba con algunos éxitos y fracasos tempranos. La primera mención que existe de un cirujano hace referencia a un hombre llamado Hua To, que vivió de 190 a 265. Puesto que no tuvo ningún predecesor en un periodo superior a un milenio, se piensa que fue un extranjero, probablemente un médico formado en la India. Hua To fue mandado matar por el general Tsao Tsao, su príncipe, pero no está claro el motivo. Una versión indica que fue ejecutado cuando propuso realizar una trepanación a su superior que sufría de fuertes migrañas. Desgraciadamente, su biblioteca también fue quemada antes de su ejecución. Una parte de las creencias de la medicina tradicional china están basadas en el Zàng Fǔ, una descripción general del cuerpo humano donde hay cinco órganos principales, los Zàngs (corazón, pulmones, riñones, hígado y bazo) que se consideran de naturaleza yin y otros seis órganos Fǔ que son de naturaleza yang: el intestino delgado, el intestino grueso, la vesícula biliar, la vejiga urinaria, el estómago y el Sānjiaō. El sanjiao traducido como la triple caldera o el triple energético no tiene una correspondencia directa en la Medicina occidental y ocupa las cavidades torácicas y abdominal formando tres niveles, los Jiao superior, medio e inferior. Sin embargo, los Zàng-Fǔ no son equivalentes a los órganos anatómicos. Es mejor entenderlos como sistemas funcionales dentro del cuerpo, que se basan en flujos de energía y que son la diana de los tratamientos para recuperar los equilibrios y la armonía. Cada Zàng está emparejado con un Fǔ y cada pareja se asocia a los cinco elementos básicos de la naturaleza: fuego, madera, tierra, metal y agua. Además, los órganos del Zàng-Fǔ están también conectados con doce meridianos o canales de circulación, que marcan los puntos que se pueden estimular con la acupuntura. Cada meridiano yang está unido a un órgano Fǔ y cada meridiano yin se liga a un Zàng. Las funciones del cuerpo se relacionan entre sí y se unen con una entidad funcional básica. Las principales entidades funcionales son el qì (un concepto parecido a un tipo de energía), el xuě (un concepto relacionado con la sangre pero que no es idéntico a la sangre de la medicina occidental), los Zàng, los Fǔ y los meridianos o canales de circulación que se extienden de unos sistemas de órganos a otro. El Zàng Fǔ considera el corazón como el órgano más independiente ya que aloja el espíritu y está lleno de sangre. Junto con los otros Zàngs interviene en la actividad mental y es también el lugar de la felicidad. Si la energía y la sangre llenan el corazón, el individuo será inteligente pero si no es así, surgen los problemas de memoria, el insomnio y otros trastornos. Los otros Zàngs también intervienen en lo que podríamos llamar actividad mental y así los pulmones están asociados a la tristeza, el bazo a la consciencia, el hígado a la ira y los riñones al miedo. Las emociones y la salud física están íntimamente conectados.Por ejemplo, el qì (una especie de energía) del riñón es responsable del desarrollo y función cerebral, incluyendo el oído, la médula ósea, la función sexual, la capacidad para concebir, y la regulación del tracto urinario y los intestinos. Ese meridiano refleja funciones mentales como el libre albedrío y la motivación así como las emociones derivadas del miedo. La irritabilidad y los enfados injustificados afectan al hígado lo que a su vez produce dolores menstruales, dolores de cabeza, enrojecimientos de la cara y los ojos, estupor y sequedad de boca. En la medicina china, por seguir el ejemplo, el hígado se encarga de que la energía (qì) y la sangre (xue) fluyan adecuadamente por el cuerpo. También regula la secreción de bilis, almacena sangre y está conectado con los tendones, las uñas y los ojos. El qi tiene cinco funciones cardinales:
El cerebro es una especie de Fǔ peculiar. Se considera compuesto de médula, similar a la del interior de los huesos y en el Huang Ti Nei Ching Su Wen, el libro cuyo nombre hace honor a Huang Ti, el Emperador Amarillo, el legendario primer emperador de China cuya vida se considera que transcurrió de 2697 a 2597 a.C., indica que los ojos están unidos al cerebro por lo que si un espíritu maligno invade los ojos, también alcanzará el cerebro. La obra está escrita como un diálogo entre el emperador y su primer ministro Ch'i Po en la cual el mandatario regio, a menudo de la forma más humilde, busca que le enseñen sobre la salud y el arte de sanar, una disciplina que es parte de la filosofía y de la religión. No es un libro de consejos para médicos como las obras de Hipócrates sino que es un tratado sobre la vida, que debe estar en armonía con la naturaleza y con todo el universo. Esta obra parece haberse iniciado en realidad en los siglos IV o III a.C. pero la versión que se conoce es la puesta al día por Wang Pin en el año 762, uno de los académicos más activos de la época pero la referencia histórica al Emperador Amarillo nos habla del respeto y prestigio de la antigüedad en la cultura china. La compleja e interconectada relación entre los órganos, los elementos de la naturaleza y la astrología ofrecen varios caminos para el tratamiento de las enfermedades. Lo más utilizados son la farmacopea, la acupuntura, el masaje (Tui Na), el ejercicio y la dieta. La acupuntura nació al parecer de un criterio primitivo de intentar expulsar a los demonios pinchando la piel con agujas o haciendo pequeños cortes. Hay agujas de piedra y hueso en tumbas de la dinastía Shang (1500-1100 a.C.) y algunas otras encontradas en tumbas neolíticas de 7.000 años de antigüedad sobre las que se discute si eran usadas con este fin medicinal. La idea original es que el cuerpo se convirtiera en un lugar incómodo para ese espíritu maligno proporcionándole al mismo tiempo una vía de escape fácil. Posteriormente pasó a convertirse en un medio de estimular puntos concretos a lo largo de los meridianos que no tienen nada que ver con nervios, arterias o venas. En la actualidad se estudia si la analgesia que se produce con la acupuntura -muchas operaciones quirúrgicas en la China actual no usan otra cosa- es puro efecto placebo o si consigue la activación de moléculas cerebrales relacionadas con la caída de la percepción del dolor como los sistemas de opioides endógenos o los receptores opioides µ. Las farmacopeas chinas también encajan lógicamente en esa compleja relación entre el cuerpo y el cosmos. Hay unos 13.000 principios medicinales que se emplean en más de 100.000 recetas. Aunque los más abundantes son plantas, hay también compuestos de origen animal, mineral o humano. Entre los de origen animal hay cosas tan llamativas como la bilis de oso (hay más de 12.000 osos negros asiáticos en "granjas" especializadas donde a través de una fístula en el abdomen se les extrae la bilis, un procedimiento al parecer muy doloroso para el pobre animal), el hueso peneano de perro, los huesos de tigre o el cuerno de rinoceronte, cuya demanda es responsable de la caza furtiva de estos animales y la pérdida de más del 90% de la población mundial de estos perisodáctilos en los últimos 40 años. Con respecto a los principios medicinales de origen humano, el clásico Bencao Gangmu (Materia médica) describe el uso terapéutico de 35 partes y secreciones humanas incluyendo huesos, uñas, pelos, caspa, cerumen, impurezas de los dientes, heces, orina, sudor y algunos órganos, aunque la mayoría de estos remedios han caído en desuso. Con la vista y la chequera pendientes del gigantesco mercado chino, algunas multinacionales farmacéuticas han intentado la comercialización de nuevos fármacos generados a partir de los remedios tradicionales chinos. Los resultados con éxito han sido muy escasos lo que por parte de los defensores de estas prácticas milenarias se debe a la pérdida de las sutiles interrelaciones entre los ingredientes de cada receta y en la opinión de escépticos como el que suscribe se debe a que no hacen nada, no son efectivos. Entre los realmente eficaces, el más antiguo puede ser la efredina, aislada de la Ephedra sínica a finales del siglo XIX y que se usaba contra la congestión y ahora forma parte de muchos medicamentos contra el catarro o el asma. Otros medicamentos importantes derivados de la medicina tradicional china han sido la artemisina, un antimalárico desarrollado a partir de un extracto de Artemisia annua, una hierba usada tradicionalmente contra la fiebre, el trióxido de arsénico contra la leucemia promielocítica aguda y la huperzina A, extraída la planta Huperzia serrata y que se cree que podría ser un neuroprotector. La medicina tradicional china es a todos los efectos una pseudociencia. Sus principios no han sido demostrados siguiendo el método científico y la mayoría de sus productos no han demostrado su eficacia en ensayos clínicos reglados. Aún así diversas publicaciones recientes estudian sus efectos sobre trastornos neurológicos, psicológicos y psiquiátricos como la depresión, las adicciones, la epilepsia, la esquizofrenia, la fibromialgia, el tínnitus, el dolor crónico, la parálisis cerebral, la enfermedad de Alzheimer y muchos otras más. Resulta curioso que mientras el interés en los países occidentales por la medicina tradicional oriental ha aumentado, en China la población se vuelca con la medicina occidental que aunque es mucho más cara es también valorada como eficaz. Para leer más:
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