Desde hace un cierto tiempo circula por la redes sociales la siguiente imagen. Una imagen donde se exponen, de forma muy concisa, las frases que algunos escuchamos, más o menos frecuentemente en nuestros centros educativos, y que son un lastre a la hora de establecer cualquier mejora en su funcionamiento o en las prácticas metodológicas. ¿Quién no ha oído nunca alguna de las siguientes frases aplicadas al ámbito educativo? Reformulo la pregunta, ¿quién no ha oído alguna vez todas las frases que se exponen a continuación?
Fuente: Difusión masiva por la red (imposible de reconocer autoría primigenia)
Cuando hablamos de que nuestro trabajo es diferente de los demás ya estamos presuponiendo que lo que vale para otros no vale para el nuestro (algo que no siempre es cierto ya que hay cuestiones que pueden adaptarse). Además, si a lo anterior añadimos el discurso de que ya lo intentamos o, incluso, lo habitual que es escuchar que no es mi trabajo el crear mis propios materiales porque, aparte de no ser mi trabajo, es que cuesta mucho... ya se empieza a intuir lo que está sucediendo en nuestro trabajo.
Creemos que nadie nos apoya pero, ¿realmente hemos permitido participar a alguien de nuestro trabajo? Un trabajo, por cierto, para el que siempre existe tiempo para mejorar (aunque si nos pasamos la vida quejándonos de esa falta de tiempo para justificar nuestra inanición es probable que el tiempo se nos pierda en lo anterior). Eso sí, intentar mejorar el tiempo del que dispongamos para hacer cosas interesantes se basaría en la desaparición de burocracia y reuniones inútiles. Mejorar la productividad en nuestro trabajo pasa por muchos aspectos pero, el principal, es reformular los tiempos y hacerlos más flexibles.
A propósito, yo sí que creo en un cambio radical. El sistema educativo debe cambiar de forma radical. Para sólo cambiar los formatos de entrega de materiales o el libro de texto por un proyector, virgencita que me quede como estoy. Ha de importar tres pimientos lo que piense la dirección de nuestro centro (si la misma es inmovilista es su problema no el de nadie más). No hay políticas educativas rígidas, hay políticas que conviene saber como trampear. Y sí, como docentes tenemos autoridad (y si contamos con el apoyo de los padres sería el copón bendito) para hacer muchas cosas. El problema es querer hacerlas.
La realidad es la que nosotros queremos que sea. Y sí, lo que pasa en las aulas es el problema de toda la comunidad educativa. Un problema que no se soluciona quejándose de la gente que propone ideas (incluso que las mismas nos parezcan adelantadas o futuristas). No perderemos dinero a la larga por trabajar más horas (que es lo que implica una nueva manera de hacer las cosas). Una vez cambiado el modelo es todo mucho más rápido. Flexibilizar y modernizar siempre es sinónimo de dedicar menos tiempo a hacerlo mejor.
Si no podemos esperar más de nuestros equipos directivos, botémoslos. Que en un Claustro la opinión de la mayoría debe importar. Si los padres van de la mano con los docentes la gestión de los centros que no funcione, por mucho apoyo político que tengan, salta. Que la administración no quiere problemas. Por eso la versatilidad de poder hacer cosas nuevas.
Hay dinero para Educación. No hay falta de recursos. Hay, quizás, falta de transparencia y correcta gestión de los mismos. El problema de gestionar el dinero de terceros es lo que tiene.
Los docentes mayores, curiosamente, son los más innovadores. Así que nadie me venda que "al perro viejo no puede enseñársele a cambiar las cosas". El inmovilismo tiene poco que ver con la edad física y mucho con la edad mental. Ser joven biológicamente tiene poco de positivo si dicha juventud no se traslada a su trabajo.
Todo se puede hacer. No hay imposibles. Incluso que nadie lo haya probado, siempre hay una primera vez. Y sí, el sistema educativo está roto. Por mucho que algunos se empeñen, necesita un arreglo. Un arreglo que quizás cueste trabajo pero cuya recompensa será (a todos los niveles) más que satisfactoria.
La comunidad educativa tiene en sus manos cambiar las cosas. Por muchas excusas que se pongan, la responsabilidad es de todos. No hay montañas imposibles de subir, hay personas que siempre van a tener motivos (injustificables para la mayoría pero que les permiten autojustificarse) para no subirlas. Soñar siempre es sano. Más aún cuando dichos sueños no son imposibles de cumplir.
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