¿Sabemos pasear o sólo nos desplazamos de un punto a otro? ¿Alguien le habla a los pequeños de lo que puede suponer un paseo o sólo los sacan a la calle para que desahoguen? ¿Paseamos por placer o sólo porque hay que mover el cuerpo?
Algo tan sencillo como es pasear no todo el mundo sabe cómo hacerlo, por ello quedamos gratamente sorprendidas con esta pequeña joya de Raimon Juventeny, "
Manual del buen paseante. Descripción en veinte puntos", publicada por Faktoría K de Libros. Lo quisimos desde que lo vimos reseñado en el blog
Biblioabrazo. Lo encargamos en la librería, y cuando lo tuvimos en las manos lo primero que nos agradó fue su pequeño formato y una tipografía que recuerda la de las máquinas de escribir antiguas. Las ilustraciones, de por sí, ya producen una sensación de serenidad, de paz y tranquilidad, y el texto es algo tan sencillo como veinte pequeños principios elementales y indiscutiblemente necesarios para poder disfrutar de un paseo. Tan básicos que incluso deberían plasmarse en carteles para exponer en parques o rutas de senderismo.
Estos dos principios de un buen paseante podrían resumir lo expuesto en el prólogo por el periodista canadiense
Carl Honoré, reconocido internacionalmente por su "
Elogio de la lentitud", en el que critica la actual sociedad obsesionada con la velocidad. En este caso, defiende que "caminar es una actividad que viene de lejos, una actividad normal".
"
No obstante, en la actual era de la impaciencia, la mayoría de la gente camina con una actitud equivocada. Nos movemos por las calles descargando nuestra rabia contra cualquiera al que se le ocurra frenar nuestra marcha. Utilizamos podómetros que, con su recuento de pasos y de calorías quemadas, convierten el paseo en un ejercicio físico; e incluso vamos haciendo otras cosas mientras caminamos, como comer, beber café o jugar con el móvil." "El Manual del buen paseante" es una certera crítica a esa tendencia de correcaminos. Es un pequeño e ingenioso canto al placer que proporciona un buen paseo." Nosotras llevamos días trabajando con él en clase. Nuestro alumnado entendió por las claras el mensaje que intenta transmitir; de hecho, a la vuelta del fin de semana, nos contaron que habían estado paseando como buenos paseantes: sin prisa, sonriendo, observando, asombrándose con la naturaleza, conversando, escuchando, mirando las nubes, recordando melodías, descansando cuando querían, y durmiendo muy, muy bien tras la caminata.
Ahora, para sensibilizar a las familias, lo primero es preguntarles si saben pasear, de modo que elaboramos una encuesta que le facilitarán sus hijos/as, en la que en veinte ítems, valorarán si son buenos y buenas paseantes o no. A continuación elaboraremos un cartel con las cualidades que debe reunir un buen/buena paseante para exponer en la entrada del centro.
Una delicia de libro para ter a mano o para regalar.
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