Posted: 09 Jun 2015 11:19 AM PDT
La penúltima muestra del poco prestigio que tiene la figura del docente en la actualidad la proporciona el edificante juego titulado "Golpea a tu profesor", disponible en internet. Y gratis.
En este modélico pasatiempo virtual, que se presenta con el dibujo de un profesor ensangrentado con un hacha delicadamente incrustada en su cabeza, se muestran hasta diez maneras de agredir a un docente (prenderle fuego o apuñalarle con un lápiz, entre otras) mientras suena The Entertainer, el ragtime de Scott Joplin, muy apropiado para amenizar la definitiva transformación del antaño reputado maestro (o tempora, o mores) en un animador que da la vida si hace falta por el esparcimiento de esos seres puros, inocentes y necesitados de llenar su tiempo con algo: los Niños. ¿Y qué problema hay en que se diviertan? Ninguno. Como decían Faemino y Cansado al público de sus espectáculos, "es mejor estar aquí que delinquiendo".
Y es que, queridos amigos, la pedagogía progre ha quedado obsoleta. El paternalismo, el buenrrollismo y el igualitarismo ya no se llevan. Olvídense del Sr Keating y su Carpe Diem y acudan a Raimi y Jackson en sus tiempos más "gamberros". Lo que mola ahora es cubrir de sangre al profesor para regocijo del desmotivadísimo (pooobre) adolescente. Homenajeando a la mítica "Bad Taste", se trata de almacenar toda la sensibilidad que sea posible y descargarla contra el P (la P es de pringao, no de profesor), acumulando más o menos puntos según le cortes la corbata o le rebanes el cuello (¡por fin meritocracia!), fumigándolo con un insecticida o ahorcándolo. Pero también se le puede golpear con una silla, con un termo, con un bote de cristal lleno de avispas o ahorrarle el sufrimiento (la famosa empatía) arrojándolo por la ventana.
No crean que, como algunos se han apresurado a exigir, estoy pidiendo la retirada del jueguecito de marras, no. Lo de menos, lo digo en serio, es el juego. Lo grave es que este juego existe porque a alguien no le ha parecido inmoral. Voy mucho más lejos del sentimiento de pesadumbre que me invade cuando conozco la existencia del videojuego. Querría saber en qué momento hemos dejado de entender que la libertad de expresión es al mismo tiempo una gran responsabilidad. No quiero, de verdad que no, que el juego se censure. Querría que se reflexionara sobre el caldo de cultivo que lleva a alguien a idear un argumento tan entrañable: "¡Usa elementos en el aula para matar a tu profesor!", anuncia una página web. "Este juego de tensión", prosigue, "tiene mucha violencia brutal, gráfica. El objetivo es usar elementos comunes como armas mortales. ¡Puedes causar daño fatal con libros del aula, una grapadora, un paraguas, y otros elementos comunes!". Lo que pretendo es que recapacitemos si es normal (no es la palabra más adecuada, seguro, pero no se me ocurre otra) que cuando se habla de algo tan trascendente como la educación sea en términos imbéciles o descabellados, desde la sobreprotección del menor y el desprecio al maestro o desde la absoluta falta de cordura y casi la incitación a la relación de actos de dudoso mérito. Woody Allen decía del asesinato en serie que es "un estilo de vida alternativo". Pero es un cómico. Y esto tiene poca gracia.
En definitiva, no estoy estableciendo una relación causa-efecto entre este tipo de disparates y las situaciones de total indefensión que a menudo experimenta el profesor. Ni siquiera lo vinculo con la habitual dificultad (a veces imposibilidad) que cualquier maestro tiene a la hora de impartir sus clases en un clima apropiado para el ejercicio de su labor. Mucho menos los hago responsables de los lamentables "hechos aislados" que se vienen produciendo en los últimos tiempos, pero es innegable que: primero, ocurrencias como "Golpea a tu profesor" no ayudan precisamente a mejorar las cosas ("donde no hay ganancia, todo son pérdidas", dice el refrán); segundo, reflejan una desconsideración preocupante hacia el docente; y tercero: minan la moral del profesor.
Sí, señores psicólogos, los profesores también necesitamos motivación, empatía y reconocimiento.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario