jueves, 10 de septiembre de 2015

Las escuelas unitarias




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Las escuelas unitarias

by Jordi Martí
Estos últimos días se vuelve a hablar mediáticamente de las escuelas unitarias. De la recuperación, por parte de los nuevos gobiernos, de muchas de las escuelas que, por no contar con un número de alumnos significativo (se obligaba, en muchos casos, a pasar de diez), se cerraron y obligaron a desplazarse a los alumnos algunos kilómetros cada día. Del concepto de qué supone ser una escuela unitaria, de los "supuestos" beneficios para el alumnado y, como no, de la innegable relación entre cierre de escuelas y muerte de determinados pueblos.

Uno de los ejemplos es la recuperación de la escuela de Puente de Vadillos. Se recupera una escuela con seis alumnos matriculados de edades dispersas. Una escuela unitaria que reabre sus puertas para este nuevo curso. Una escuela que va a permitir que siga habiendo vida en un pueblo abocado, por desgracia y como muchos en nuestro país, al envejecimiento y a la despoblación. Sí, los pueblos mal nos pese, no ofrecen alternativas a los jóvenes y ello conllevará su desaparición en un período de tiempo. Por mucho que ahora haya algunos que huyan de las ciudades para instalarse en un pueblo prácticamente deshabitado, son muy pocos los que aguantan más de unos años. La despoblación de las zonas rurales es, por desgracia, inevitable. Y sí, todos podemos hablar de lo bien que se vive ahí, del aire que se respira y de muchas otras cuestiones pero, la realidad, es que a nadie se le ocurre pasar ahí más de unos días en vacaciones porque, una cosa  es hablar y la otra predicar con el ejemplo.
¿Se deben mantener las escuelas unitarias? ¿Es bueno para los alumnos que sigan existiendo ese tipo de escuelas? ¿Supone alguna mejora, respecto al aprendizaje de los mismos, esa mezcla de edades tan variopintas en su devenir futuro? Pues, sinceramente, no lo tengo claro. Ni creo que, por ahora, nadie lo tenga claro.
Lo que sí que tengo claro es que las escuelas unitarias tienen varios problemas de fondo. El primero, la necesidad de más sociabilización por parte de los alumnos que acuden a ellas. Mantener un centro educativo con seis alumnos y que, con los únicos que puedan jugar (sí, lo siento, no todas las edades tienen el mismo concepto de "juegos") sean con uno o dos compañeros de edades y necesidades de juego similares, me da bastante pena. No poder estar un recreo con alumnos de su edad es triste. Se puede vivir en un pueblo pequeño con una media de edad alta pero, lo que es innegable, es que el niño en algún momento necesita de sus iguales. Y si ya no se le da esa posibilidad en la escuela a la que va...
También es problemático el enfoque educativo. Dar clase en una escuela unitaria es mucho más complejo que atender la diversidad en cualquier otra tipología de aula. Se debe dar a cada uno lo que necesite. Sí, son muy pocos pero, la habilidad del maestro que imparta clase en esas escuelas donde, por cierto, ahora ya empiezan a tener sus especialistas que van unas cuantas horas, debe ser máxima. Pero, ¿cuál es la realidad de la figura docente que tienen mayoritariamente este tipo de centros? Pues bien, acostumbran a tener maestros jóvenes, muchas veces sin experiencia previa, que se acaban de apuntar a las listas de interinos. Son plazas de difícil cobertura y, por ello, no va a haber proyectos a largo plazo. La mayoría de ellos, una vez tienen puntos suficientes, se largan de esos centros. ¿Por qué? Porque son centros alejados, en la mayoría de casos, de sus domicilios que obligan a pernoctar toda la semana ahí. Y, sinceramente, vivir por obligación en un entorno tan rural... no les gusta. Así pues, no tenemos docentes que se mantengan a lo largo del tiempo ni que diseñen proyectos a largo plazo. Otro hándicap demasiado importante en contextos que necesitan disponer de los más capaces. Por cierto, con ello no estoy diciendo en ningún momento que los maestros que empiezan sean malos. Ni mucho menos.
 Al final me da la sensación que las escuelas unitarias se mantienen, más pensando en el pueblo y en sus vecinos, que en los propios niños que acuden a ellas. Quizás sea porque he tenido la suerte -o la desgracia- de crecer en un contexto donde había muchos niños en mi clase, con posibilidades de hacer actividades para niños fuera de la escuela y, como no, con muchos maestros que me daban clase que repetían curso tras curso y que, al final, sacaban proyectos adelante. Por tanto creo que, la discusión sobre si se deben mantener o no las escuelas unitarias, se ha convertido más en una cuestión política que educativa. Pero, como digo en muchas ocasiones, esta es sólo mi percepción.
Jordi Martí | septiembre 10, 2015 en 7:45 am | Etiquetas: escuela unitaria | Categorías: EDUCACIÓN | URL: http://wp.me/pGAud-5lV
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